El 27 de Septiembre 2017 | 22:00
Una semana más, 'American Horror Story: Cult' nos ha hecho temblar. Más de angustia que de miedo, pero el resultado es prácticamente el mismo, al fin y al cabo. Porque ver cómo un extraño Culto, del que aún apenas sabemos algo, se dedica a aterrorizar hasta la muerte a sus víctimas es, cuanto menos, escalofriante. No es tan difícil empatizar con Ally, quien está sufriendo abiertamente lo que podríamos denominar 'luz de gas'. El Culto no se está conformando con hacer que pase miedo, sino que también le están haciendo creer que todo eso no son más que alucinaciones suyas, producto de una mente enferma. Por desgracia, su esposa no sabe ya qué creer.
Como bien explica Ally, hay alguien que está intentando dividir a su familia. Y todos los que les rodean están metidos en el ajo, pese a que ella tan solo sospeche de unos pocos; tanto sus vecinos como el supuesto policía que va a visitarlas, como su propia niñera. Todos tienen algo que ver, y el nexo de unión es Kai Anderson.
Todo parece predispuesto de tal forma que Ally podría acabar realmente volviéndose loca. Cometió un gran error en el final del segundo episodio, disparando a Pedro Morales, y eso ha hecho que todo el colectivo latino se vuelva en su contra; ella ha pasado a representar todo lo negativo de Donald Trump, toda esa supremacía blanca, y sin apenas darse cuenta. Y es que el miedo, ese miedo que antes la paralizaba, ahora está haciendo que se mueva en el sentido equivocado.
El miedo: el eje de todo esta temporada
Ally tenía miedo de que Donald Trump saliera elegido, pero no el suficiente como para decidirse a votar a Hillary (algo que su mujer jamás le perdonará, al parecer). Cuando Trump fue elegido presidente, todos sus miedos se dispararon y acabaron haciéndola sentir aún más insegura, temerosa, asustada; si a eso le sumamos las extrañas apariciones y sucesos que ha tenido que vivir desde ese punto, podremos comprender por qué Ally se siente tan desequilibrada ahora mismo.
Y ese extraño Culto lo sabe a la perfección. Sabe dónde tiene que atacar, y sabe cómo usar todas sus herramientas. Lo que Ally teme es quedarse sola, y lo primero que están tratando de hacer es separar a su familia de tal forma que no le quede absolutamente nadie. Porque, además, ella está marcada socialmente; en las noticias de televisión ha sido representada como una mujer blanca privilegiada que ha matado a un hombre latino, con una familia modelo, y va a salir impune de ese crimen.
Como bien dijo Kai al principio de la temporada, es el miedo lo que hace que la población obedezca. Está sembrando el terror para que sean los propios ciudadanos los que, después, se decidan a pedir su protección. Aunque esto sea ficción, lo cierto es que no hay mejor forma de hacer que la gente se enemiste con el resto, o busque protección, que haciéndoles sentir inseguros. Todos nos desprenderíamos de nuestra libertad si con eso supiéramos que podemos mantenernos con vida, o si supiéramos que podemos mantener con vida a nuestra familia. En casos extremos, seríamos capaces de hacer prácticamente cualquier cosa; porque en eso consiste el instinto de supervivencia, y Kai lo sabe.
Pero Ally, poco a poco, le está echando bastante más coraje al asunto, y está decidiéndose a luchar contra sus miedos. Otra cosa será que consiga superarlos o no. ¡Tendremos que esperar para seguir viendo cómo evoluciona su historia! Por ahora, yo he de decir que no veo ningún final feliz.