El 22 de Enero 2018 | 12:27
Si hay algo que Sheldon quería por encima de cualquier otra cosa desde que comenzó a hablar, según afirma su madre, eso es un ordenador. Y tiene sentido, puesto que estamos hablando de una herramienta que le permitiría avanzar rápidamente en todas sus investigaciones, que le abriría las puertas de un mundo de descubrimientos; es normal que Sheldon quisiera estar al tanto de todas las innovaciones tecnológicas. Porque, además, él sabía a la perfección todo lo que un ordenador de ese tiempo le permitiría hacer.
No estamos hablando de un ordenador como el que conocemos nosotros ahora mismo, sino de uno de los primeros ordenadores que comenzaron a comercializarse para uso individual. En ese momento, el precio de un ordenador asequible rondaba los mil dólares (esto teniendo en cuenta que mil dólares de entonces no eran mil dólares de ahora, sino mucho más; hay que tener en cuenta el valor del dinero en cada año). Prácticamente nadie podía permitirse tener un ordenador así en casa, pese a que ahora en casi todos los hogares haya uno. Además, era tan reciente que no se sabía bien qué podía ofrecer al usuario medio.
Quizás por eso es sorprendente que Sheldon tuviera tanto empeño en conseguir uno. Dice mucho de él que, a los nueve años, cuando su hermana estaba pidiendo muñecos, él quisiera un ordenador. Nos viene a hablar de la gran capacidad intelectual que el joven demostró desde prácticamente sus primeros años de vida. Aunque lo que él no sabía era que el hecho de adquirir un ordenador le acabaría costando la ruptura de su familia (o casi).
La dependencia económica de las mujeres
El padre de Sheldon no estaba dispuesto a hacer sacrificios económicos por su parte para comprar un ordenador, mientras que su madre creía que sería buena idea adquirir uno. Es entonces cuando ella le sugiere la posibilidad de regalarle de sus propios ahorros un ordenador al pequeño, y él se enfada ante la posibilidad de que tuviera ahorros escondidos. Sale a relucir un aspecto muy interesante de la sociedad en la que Sheldon Cooper se crió (y también de nuestra sociedad actual, aunque no queramos creerlo): las diferencias de género a la hora de trabajar, y a la hora de tener independencia económica.
El hecho de que ella tenga ahorros escondidos hace que George se enfade, porque lo considera una especie de falta de respeto. Eso provoca una ruptura temporal, que acaba con Sheldon y su hermana viviendo en casa de su abuela, acompañados de Mary. Georgie, por su parte, prefiere quedarse con su padre; aunque para estos dos la situación acaba volviéndose insostenible, puesto que no saben cómo gestionar adecuadamente las labores del hogar. Eso sí... Sheldon consigue su ordenador, al que le ve una gran cantidad de usos.
Tras unos días de tensión, el río vuelve a su cauce cuando George y Mary se perdonan, y todos vuelven a convivir. Hacen como si el tema ya no tuviera importancia, y no se habla más de los ahorros que ella tiene guardados para emergencias; eso sí, el ordenador corre de su cuenta y riesgo. Un ordenador al que, al final, casi todos consiguen sacarle partido, incluso Missy, aunque no lo use para la mejor de las actividades.
Habrá que ver qué es lo que Sheldon podrá conseguir con este ordenador. Si algo le está faltando a la serie hasta ahora es ver la evolución del protagonista. Todo se está quedando en anécdotas, no está habiendo una verdadera profundización, y eso es algo que se echa en falta. ¡Esperemos que lo remedien pronto!