En este artículo hay spoilers de la sexta temporada de 'American Horror Story'.
Despedida y cierre de 'American Horror Story', que firma con su sexta temporada la más experimental y desconcertante, que concluye con el episodio más singular. La primera parte de la serie dibujó entre entrevistas y reconstrucciones de una serie documental, en la segunda mitad la trama se fue al hoyo cuando hicieron del progreso de cuatro capítulos el descontrol del reality show, y para el cierre de temporada reúne en cuarenta minutos el noticiario clásico, con los programas de pornocrímenes, una entrevista con Lana Wintersn (conecta así con la segunda temporada) y cierra con un programa de sucesos paranormales. Un último coletazo para llegar al cierre de la temporada con un final que está siendo y será muy discutido, pero que, en mi opinión, es deliciosamente cruel, cometiendo el matricidio a través de la inmaculada inocencia de un niño.
El final
Comencemos por el final, para también hacer de la crítica del episodio un ejercicio igualmente desconcertante. Dice Lana (Sarah Paulson, que interpreta con este el tercer papel diferente en la temporada) que para Lee siempre ha sido Flora. La enigmática Lee confiesa de nuevo el asesinato de su marido, y ahora ya no queda duda alguna, ella mató a Mason a sangre fría con el tercer aplastamiento de cráneo de la temporada, lo que comienza a ser una forma de asesinato casi morbosa en la serie. Flora vio toda la escena de asesinato de su padre desde el bosque, y a partir de aquí comienza un rechazo automático por su madre. Esta repudia llega a sus últimas consecuencias, ya que de una manera totalmente intencional, la niña termina animando a su madre a que se suicide en la casa de Roanoke para que eternamente sea el ángel de la guarda de la niña fantasma con la que estableció vínculo. De esta manera llegamos a dos conclusiones: la primera es el poder hipnótico que posee Roanoke, ya que Flora, igual que su tío Matt prendado de la Bruja, ha establecido relación con la niña espectral de una intensidad superior a lo que resulta racional. La segunda parte es que Flora se desvela como el verdadero villano de esta serie. Una niña inocente y tierna, que es, en realidad, inconfundiblemente fría. La cara de sufrimiento de su madre cuando accede a morir para que su hija salga de la granja de Roanoke, contrasta con la mirada punzante y seca de su hija que no termina de sonreír hasta que no ve muerte para su progenitora. El interés de Flora, que son los fantasmas de Roanoke, está en todo momento por encima del amor y la vida de su madre.
Es una lectura desconcertante, ya que esta misma trama, que es la secuencia final de esta temporada, se puede ver desde un punto de vista hipócrita, en el que la niña es una buena amiga que quiere salvaguardar el bienestar de su acompañante espectral; pero esta no se escapa de ser una mirada superficial, ya que el verdadero terror de 'American Horror Story' se esconde en esa sonrisa capitular de Flora ante el cadáver andante de Lee Harris. Un final demasiado sutil y desordenado, pero todo lo desconcertante que se ha de exigir a una serie como 'AHS'.
Despedida y cierre
Durante toda la temporada la ficción ha tratado de ser retorcer el género del terror por cauces diferentes a los habituales, otros no tanto, y justamente ahí reside el valor de una temporada que se molesta por innovar. No obstante, innovar no es necesariamente un sinónimo de lograr éxito, algo que en muchas ocasiones la crítica tendemos a olvidar, y es justo en este punto cuando llegamos a una pregunta crucial sobre la calidad de la sexta temporada, que se aleja muchísimo de la perfección, pero sí que logra salvarse. Por momentos llegué a desistir, la segunda parte, el reality, se me hizo particularmente tedioso y muy molesto en el formato del found footage. Hay capítulos que llegan a lo impresentable. Sin embargo, esa sensación de llegar a encontrarse algo diferente al girar en cada esquina hace que sea fácil seguir simplemente a la espera del siguiente paso. También me he sorprendido en los coletazos finales más interesado por los personajes de lo que cabía suponer. Lee siempre me resultó un especialmente desagradable, porque en buena medida el personaje está escrito bajo esa óptica genuinamente humana en la que nadie es lo suficientemente bueno ni lo suficientemente malo, una escala de grises que vemos zigzaguear desde su presentación como personaje secundario al inicio, hasta verse convertido en absoluto protagonista. Con una mirada ya más generar, otro de los puntos fuertes de esta "season" es que la obra de Murphy ha sido más satírica que nunca, atacando a lo más íntimo de los formatos televisivos, y atacando a lo más recurrente del género terrorífico.
Una temporada que no pasará a la historia como la mejor de la serie, ni mucho menos, pero que sí ha tenido la valentía de arriesgar una y otra vez, logrando salir victoriosa en su primera mitad, hundida en la segunda parte, y cerrando con un episodio que trata de recuperarse, y en buena medida lo logra. Pensar que el episodio final dura sólo cuarenta minutos sigue pareciéndome increíble.