LLEGA EL AZOTE DE DIOS

Análisis 'Total War: Attila', ¿defenderás tu imperio de los Hunos, o cabalgarás con éstos arrasando todo a tu paso?

Muchos se preguntan se este juego debería haber salido a la venta como tal o si no es más que una expansión muy cara de 'Total War: Rome II'.

Por Sergio Castaño 12 de Febrero 2015 | 13:01

The Creative Assembly no ceja nunca en su empeño de poner los períodos históricos más épicos a nuestro alcance mediante su saga de estrategia 'Total War', que con cada vez más ediciones nos ha llevado ya al Japón de los Shogun, a la Europa feudal, a la Guerra de Independencia Norteamericana o más recientemente a la consolidación del Imperio Romano.

Sin embargo con 'Total War: Rome II' se quedaron algo cortos en sus intenciones. Más bien querían abarcar mucho, y les parecía que no cabía todo bajo un mismo título. Por eso, y ante la mirada de sospecha de algunos usuarios, el estudio ha lanzado un juego completo, poniendo de manifiesto un concepto que llegaba ya a 'Rome II' en forma de DLC.

La imparable horda de los Hunos

Y es que hablamos de 'Total War: Attila', donde la proliferación de los poblados nómadas pasa de un mero descargable en el juego anterior a toda una campaña con nombre propio, protagonizada por el temible "Azote de Dios" que fue Atila, el Rey de los Hunos. Dejando a un lado si este juego es necesario o constituye otra forma de ordeñar la cartera de los fans más incondicionales, pasamos a analizar esta nueva entrega bajo el sello de Sega.

Como decimos, en 'Total War: Attila', la principal atracción es la facción nómada de los hunos, que causó el declive del Imperio Bizantino, o Imperio Romano Oriental. En esta época, muchos otros pueblos nómadas se aprovechaban de las riquezas de las tierras y las ciudades de los grandes imperios, de modo que trasladaban a toda su población a zonas fértiles y de mayor provecho. Es por eso que tenemos varias facciones jugables con estas características únicas. Pueblos como los Ostrogodos, los Visigodos, los Vándalos o los Alanos, que comienzan la partida sin provincia alguna bajo su control. Se trata de varios ejércitos que tienen la capacidad de establecer campamentos en cualquier lugar del mapa.

Su forma de ganar dinero y alimentar a los suyos es igual que la del resto de facciones. Tienen edificios de diferentes tipos que se pueden mejorar e investigar sus versiones más eficaces. Sin embargo estas capacidades están limitadas, por lo que en muchas ocasiones tendrán que basar sus ganancias en los saqueos de tierras ajenas o incluso en el asalto a los asentamientos de otras facciones, pudiendo robar dinero e incluso arrasar completamente los pueblos, dejando la zona en concreto sin pertenecer a nadie.

Jugar con los nómadas supone una diferencia notable

La gran diferencia entre estas facciones y la de Atila, que también podemos controlar, es que los primeros pueden establecerse en las mencionadas zonas sin dueño, mientras que los Hunos no pueden hacerlo. De hecho, una vez nos establecemos en una y reclamamos para nuestro pueblo su primer territorio fijo, podemos colonizar otros asentamientos en ruinas, aunque a un coste elevado. De hecho, para estas facciones resulta muy beneficiosa la presencia de otros nómadas, que van arrasando asentamientos ajenos a su paso, dejándonos a nosotros vía libre para la colonización si somos rápidos y tenemos dinero suficiente. Pero como decimos los Hunos no tienen esta posibilidad, por lo que jugar con ellos resulta algo más complicado, al no disponer de los grandes bienes que producen los pueblos que vamos perfeccionando normalmente con cualquier otra facción.

Aparte de los nómadas, tenemos a los dos Imperios Romanos, el de Oriente y el de Occidente, así como el Imperio Sasánida, descendiente de los persas. Por último tenemos a los Francos y los Sajones, pueblos bárbaros cuyo comienzo es muy humilde al tener solo un pueblo, lo que también significa que pueden dirigir su crecimiento hacia cualquier parte.

En cuanto a la jugabilidad, obviamente el título no cambia mucho desde entregas anteriores como 'Shogun 2' o 'Rome II'. El juego continúa con su sistema híbrido de turnos para la gestión económica y política desde el mapa, y los combates en tiempo real sobre el terreno. Si que apreciamos ligeros cambios en el modo de asediar ciudades, por ejemplo. En esta ocasión, cuando asaltamos una capital fortificada, tendremos que invertir varios turnos en un asedio, mientras construimos máquinas para superar las murallas del enemigo. No podremos tomar estas fortificaciones de otro modo. Sin embargo cualquier pueblo sin murallas puede ser asaltado instantáneamente.

En este juego también vemos que la miseria tiene gran importancia. Si su medidor sube mucho y no lo compensamos con instalaciones sanitarias, estamos abriendo las puertas a las enfermedades, que pueden causar verdaderos estragos en los pueblos, e incluso afectar a los ejércitos cercanos.

Todo cuenta a la hora de hacer feliz al pueblo

Por lo demás, las mecánicas de influencia religiosa, los factores de felicidad o infelicidad de las poblaciones y los atributos de generales, adalides, espías y sacerdotes continúa como siempre. Los generales pueden aumentar la felicidad en el territorio donde se encuentren así como dar bonus a factores como la corrupción, las tasas impositivas, el comercio o la producción de alimentos. Esto hace que muchas veces nos convenga más utilizarlos como gobernadores de una provincia, que como comandantes de las tropas. Y es que el sistema familiar de este juego tiene un gran número de posiciones a las que podemos asignar a nuestros hijos, hermanos, nietos o sobrinos. Diferentes posiciones que siempre tendrán bonificaciones a factores anteriormente mencionados, pero que los exponen a ataques de otras familias, complots contra su fama o incluso el riesgo de que se vuelvan muy poderosos y pierdan su lealtad para con el líder de nuestro pueblo. En ese sentido las luchas de poder interno que veíamos en 'Rome II' permanecen muy similares.

En cuanto al resto de personajes, sus papeles son los mismos de siempre y son autoexplicativos según su nombre. El espía sirve para dar ventajas de detección y movimiento a los ejércitos, para establecer redes de espionaje descubriendo agentes enemigos o para ocasionar problemas a pueblos o ejércitos rivales. El adalid entrena a nuestras tropas aumentando la velocidad a la que ganan experiencia y suben de rango, y pueden sobornar a otros ejércitos o retar a generales enemigos o a sus otros agentes. Por último los sacerdotes tiene un gran papel a la hora de restablecer la felicidad de una provincia, ya sea por su mera presencia o por el hecho de traer la unidad religiosa a la zona. De cara al enemigo, pueden convencer a la población de que inicie revueltas o desmoralizar a las tropas enemigas.

Uno de los aspectos donde notamos una importante mejoría respecto al anterior trabajo del estudio es en el árbol de tecnologías. Esta sección se hizo algo tosca y difícil de desentrañar en 'Rome II', algo que en 'Attila' ha sido remediado, con un diseño mucho más amplio y plagado de información sobre las ventajas de lo que investigamos. Esto también se puede ver en los iconos de las tropas, que abandonan ese diseño de antiguas ilustraciones griegas y romanas, para volver a la captura fiel del aspecto de las tropas, que siempre hemos visto en esta saga. La mejora visual también se ve en el mapa de vista estratégica, que ofrece más información y mejores filtros de datos, para hacernos una buena idea de lo que está ocurriendo en el mundo que hemos descubierto a nuestro alrededor. Otro pequeño detalle es la gestión de las provincias y sus gobernantes. Ahora hay pequeñas opciones nuevas, que si bien no cambian el juego, si que le dan esos pequeños toques que se agradecen por estar ahí.

Otra gran herramienta con la que contamos en el juego es la indispensable Enciclopedia 'Total War' a la que podemos acceder en cualquier momento, ya sea en el menú principal o en una partida. Desde aquí accedemos a absolutamente todos los detalles e información de unidades, personajes, tecnologías, facciones o recursos sobre los que necesitemos alguna aclaración. Una herramienta necesaria para los nuevos jugadores, y de agradecer para los veteranos que quieren recordar algún detalle concreto. Nunca está de más estudiar los atributos de las diferentes unidades que produce cada tipo de edificios o qué tecnología es necesaria para poder reclutar dichas unidades.

Por supuesto, el juego cuenta también con una sección destinada a batallas históricas y otras diseñadas a nuestra medida, ya sea contra la IA, o contra otros jugadores, donde podemos seleccionar nuestras fuerzas en base a un número determinado de puntos para que ambos bandos estén igualados.

Visiones de guerra y muerte

En el apartado tecnológico hemos de decir que el juego no cuenta con ninguna mejora apreciable. Las escenas cinemáticas del juego están realizadas con el propio motor y la verdad es que son poco atractivas visualmente. Por supuesto, durante el propio juego, el detalle de las tropas, los proyectiles, las armas de asedio y el fuego, tienen un papel importante a la hora de trasmitir realismo y ferocidad en las batallas. Y en estas ocasiones sí que sigue despuntando en calidad visual. Aunque hemos de decir que el fuego dinámico del que nos hablaron no parece tan impresionante, de modo que incendiar una ciudad será una tarea tan lenta y difícil, como absurda, dado el gasto de munición que conlleva.

En lo sonoro, el juego cuenta con toda una gama de canciones y músicas que reflejan a la perfección los pueblos y las culturas con las que estamos jugando. Las voces graves y profundas que escuchamos con los hunos, así como sus instrumentos de cuerda, le dan al juego una banda sonora sencillamente espectacular.

Si hemos de sacar fallos al juego, la verdad es que 'Total War' es una saga que en ciertos aspectos siempre ha decepcionado por la gran cantidad de errores y bugs con los que sale al mercado, y no solo eso, sino que muchos de ellos se arrastran por el programa incluso años después de su lanzamiento. Aunque hay que reconocer que Creative Assembly suele mantener un trabajo de pulido y actualizaciones casi constante en sus juegos más recientes. Pero por ejemplo, encontramos que hoy en día 'Total War: Rome II' o 'Shogun 2' cuentan con ciertos problemas que muchas veces nos hacen tirar a la basura el esfuerzo de campañas enteras, que tras decenas de horas han decidido dejar de funcionar o simplemente sufren una corrupción de datos. Esto es algo que nos ha pasado también en una ocasión mientras analizábamos 'Attila', por lo que recomendamos al jugador que tenga numerosas partidas guardadas de cada campaña, mientras el estudio se encarga de pulir esto. Solo esperamos que las campañas cooperativas no den tantos problemas como han acostumbrado a hacer todos los títulos de la saga que han contado con esta modalidad de juego.

Conclusiones

Para poner fin a este análisis hemos de decir que 'Total War: Attila' no decepciona en su propuesta jugable. Sus novedades son bien agradecidas y las cosas que mantiene de entregas anteriores son sin duda necesarias. Podemos poner en tela de juicio la necesidad o conveniencia de este lanzamiento, que muchos consideran una enorme y cara expansión de 'Total War: Rome II'. Pero lo que no podemos negar es que Creative Assembly ha trabajado mucho este juego, que por sí solo constituye una propuesta jugable muy sólida y entretenida. Con un apartado visual que si bien podría haber recibido alguna mejora, sigue siendo, aún así, un título muy vistoso y absolutamente espectacular cuando entramos en combate. La música no decae ni un solo momento y nos acompaña durante las largas horas de campaña que jugaremos una y otra vez para probar la experiencia desde las notables diferencias jugables de algunas de sus facciones. Es por ello 'Total War: Attila' un juego que gustará mucho, y que pone a continuación nuestra curiosa mirada en el horizonte, esperando conocer el nuevo escenario elegido por el estudio para su próxima aventura en la estrategia.