RETRO 'Tomb Raider II', el cénit de la señorita Lara Croft

Lara Croft marcó un punto de anclaje en las aventuras en 3D. Su primera entrega, 'Tomb Raider', supuso un notable acercamiento de Core Design a este género, aunque no fue hasta 'Tomb Raider II' cuando pegaron el auténtico pelotazo. Por ello, hoy toca recordar esta entrega, la mejor de la franquicia hasta la fecha para la gran mayoría de usuarios.

De camino a China

El guión de 'Tomb Raider II' narraba las aventuras de Lara Croft en la búsqueda de la Daga de Xian, una reliquia milenaria que otorgaba "el poder del dragón". La primera misión de la exploradora ponía al jugador, precisamente, en el interior de La Muralla China, donde supuestamente descansaba este artilugio. Pero no todo iba a ser tan sencillo: al poco de empezar Lara descubría que otros dos grupos también querían la daga.

Lo anterior es sólo el comienzo de la historia, pero deja claro uno de los puntos fuertes de esta entrega: la gran cantidad de escenarios de los que hacía gala. Es más, el siguiente nivel colocaba al usuario en Venecia, con sus canales, lanchas y edificios para explorar. Bellísimo. Un impecable acabado técnico que reflejaba la urbe italiana en todo su esplendor (eso sí, sin transeúntes). Y luego venían más: el Tíbet, las profundidades del océano, la mansión de Lara o nuevos decorados chinos. Todo trabajado al milímetro y creando un contexto preciosista y detallado.

Con Lara también se siguió esta tónica. Se le puso una coleta (en lugar del pelo recogido) y los polígonos de su cuerpo pasaron de 440 a 470. Es curioso, pero el hecho de tener el pelo suelto y no en forma de moño, hizo que durante la acción los movimientos de ésta fuesen más vistosos; movimientos, por cierto, que se vieron aumentados con volteretas debajo del agua, saltos mientras se trepaba, y algún que otro comando más que llegaba a ser indispensable.

De igual manera, uno de los puntos débiles de la primera parte fue subsanado: la escasez de armas. En esta ocasión, Lara contaba con un arsenal mucho más potente, que iba desde las ya clásicas pistolas de toda la vida hasta arpones, uzis, escopetas, M16 o un mortífero lanzagranadas. Además, la incorporación de vehículos y un mayor énfasis en el combate provocaron que 'Tomb Raider II' puliese los defectos que tenía como juego de acción.

Pero no hay que engañarse. Todo lo anterior era indispensable para que el juego fuese más divertido y variado, pero el aspecto fuerte de 'Tomb Raider II', y "conditio sine qua non" para que triunfase, era que los puzles siguiesen presentes. Y así fue. Los escenarios eran más vastos que en su predecesor, lo que permitió introducir un mayor número de rompecabezas en todas las aristas del juego. Por si fuera poco, la complejidad de los puzles aumentó hasta tal punto que la desesperación del jugador ante ellos era una tónica común.

A todo lo anterior había que sumarle que el número de reliquias secretas, que estaban esparcidas por los niveles, se había incrementado exponencialmente. Cada una ofrecía determinados extras si se conseguía (especialmente si se lograban todas las de un mismo nivel), aunque no ofrecían una resolución misteriosa del puzle.

Por tanto, 'Tomb Raider II' rotaba en torno a tres pilares básicos: una acción más abundante y mejor implementada; unos puzles más rocosos y difíciles de resolver; y un sobrado apartado técnico (tanto gráfico como sonoro, ya que este último seguía siendo una delicia gracias a unas bonitas partituras y notables efectos sonoros).

Eidos lanzó esta entrega en noviembre de 1997 para PSX y PC, es decir, hace ya casi 16 años. Por desgracia, éste es uno los principales problemas para disfrutar del juego actualmente: no ha envejecido nada bien. El control es tosco y tedioso, lo que supone, ya de por sí, un reto añadido a la dificultad intrínseca de la aventura. No obstante, es un producto que debe disfrutarse alguna que otra vez en la vida. En la PlayStation Store está a 2,50 euros aproximadamente, un precio más que competitivo.