El mercado que dejó la saga 'Mario Party' cuando perdió su toque y empezaron a lanzarse entregas realmente denostadas por la comunidad no es el mismo que se ha encontrado 'Super Mario Party' al llegar a Nintendo Switch dispuesto a recuperar un trono que le ha sido usurpado por docenas de videojuegos, principalmente pertenecientes al desarrollo independiente, donde los llamados party games cuentan con joyas modernas y atemporales como 'Overcooked', 'TowerFall', 'Duck Game' y muchos otros que funcionan como una máquina de ingeniería alemana entre no pocos rangos de edad y tipos de jugadores.
Mucho que demostrar
El nuevo desarrollo de Nd Cube en exclusiva para la consola híbrida tenía muchos frentes que cubrir y, aunque resulta casi un imprescindible para los poseedores de Nintendo Switch muy dados a compartir partidas con amigos y familiares, lo cierto es que se queda a medio gas en casi todo lo que se propone, resultando en un juego divertido, variado y único que no consigue alcanzar una excelencia que en el pasado sí se le atribuía.
Debo aclara que personalmente solo disfruté de los Mario Party de Nintendo 64 y alguno en Gamecube (soy incapaz de recordar cuál de ellos), por tanto no he tenido que vivir el declive que la franquicia ha sufrido en sus últimas entregas. Lo que sí he podido hacer estos años es disfrutar del variado abanico de juegos sociales -pensados para el juego local o en línea- que se han ido lanzando a medida que crecía la popularidad del "género".
'Super Mario Party' empieza ofreciendo alegría y felicidad. Es difícil entrar con mala cara al nuevo exclusivo de Nintendo ya que recibe a los nuevos con un espectacular abanico de modos de juego, minijuegos y diferentes formas de abordar una sesión de entretenimiento en compañía, al mismo tiempo que recibe a los veteranos con novedades muy satisfactorias como el sistema de dados especiales que otorgan a cada uno de los muchos personajes jugables dados propios que añaden un factor estratégico a este juego de mesa virtual.
Las primeras partidas son una fiesta constante mientras vamos descubriendo todo lo que nos ofrece la Plaza Party, el nexo en el que accedemos a todos los modos de juego y observamos los coleccionables que vamos obteniendo a medida que vamos jugando partidas en cada uno de ellos. La esencia del modo clásico con su tablero intacto, sus jugarretas, los minijuegos nuevos, los cambios constantes en la clasificación de la partida a medida que a un jugador le sonríe la suerte y otros caen en desgracia, no se ha perdido ni un ápice de la magia que hace casi dos décadas ofrecía el título original.
Y cuando uno se ha puesto al día con la esencia clásica de la saga va y descubre que tiene aún mucha diversión por delante con un modo por equipos que cambia un poco las reglas de los tableros, un modo cooperativo que incluye minijuegos nuevos pensados para que todos los jugadores trabajen unidos, con su propia idiosincrasia a la hora de avanzar por unos rápidos plagados de trampas y la coordinación de remar sincronizados para esquivarlas con soltura. Un modo con minijuegos rítmicos que parece pensado casi para no dejar ningún palo sin tocar y otras sorpresas que el juego se guarda para que sintamos que podemos acudir a él tanto para partidas esporádicas como para intentar hacernos con todos los desbloqueos y no dejarnos nada. Y la joya de la corona es la implementación de juego en línea, una funcionalidad que iba tornándose en obligatoria de cara a un nuevo 'Mario Party' aunque los más puristas puedan considerar que mancilla el espíritu original de la licencia.
'Super Mario Party' es divertido y completo hasta que deja de serlo. Una vez disminuye la euforia de las primeras partidas comienzan a asomar los problemas y crecen las sombras. Si decía antes que el mercado que dejó 'Mario Party' cuando perdió su trono no es el mismo que encuentra ahora que vuelve a por él es porque hay una oferta abrumadora de videojuegos que apuntan al mismo público que él. Casi ninguno de los juegos que me vienen a la cabeza consigue reunir tal cantidad de contenidos y formas de jugar como tiene 'Super Mario Party', pero sin duda todos ellos hacen a la perfección aquello que se proponen precisamente por no pecar de ambiciosos.
En este nuevo (y relativamente exitoso) intento de Nd Cube por volver a ser el alma de las fiestas se percibe cierta falta de ambición y todo lo que ofrece brilla en la superficie pero palidece en el fondo. Las transiciones por los tableros son tediosas y por momentos se vuelve agotador jugar cuando encademos varias partidas seguidas. El número de minijuegos parece suficiente de primeras porque 80 son bastantes pero con el tiempo descubrimos que no todos aparecen en un solo modo de juego y que si bien muchos de ellos brillan por aprovechar de forma extraordinaria capacidades del hardware como la vibración HD, el sensor de movimiento y las pantallas de Nintendo Switch en su modo portátil, también es evidente que pronto nos encontraremos con minijuegos realmente carentes de inspiración, unos que pueden convertir una ronda en un verdadero infierno. Al fin y al cabo por desastrosa que haya sido una tirada en el tablero nos debe quedar el consuelo de que nos vamos a divertir con el minijuego que viene al final de la ronda y lo cierto es que aquí no pasa tantas veces como nos gustaría.
Conclusión
En un balance final diría que 'Super Mario Party' tiene más virtudes que defectos, que casi ha conseguido exactamente lo mismo que 'Super Mario Tennis', devolverle la dignidad a una franquicia muy querida, pero no la excelencia. Por momentos las sensaciones con ambos juegos son idénticas. Te ves jugando a algo que parece redondo, que funciona como un tiro, que da en el clavo recuperando su esencia clásica pero que al mismo tiempo parece estar falto de ideas, notas cierta ausencia de un algo más que justifique su existencia más allá que saldar cuentas pendientes con los fans que llevan años pidiendo un regreso al estándar.
Supongo que al final con lo que hay que quedarse es con el hecho de que es un título obligatorio si eres de sacarte la Switch en cualquier reunión con conocidos a la que asistes. Es difícil que no apetezca echar una partida rápida en un tablero clásico y seguir a otra cosa, casi tan difícil como que apetezca echar 3 o 4 seguidas. No me atrevo a decir que otro de sus problemas sea lo poco disfrutable que resulta jugarlo en solitario, pues sí, es posible y todos los modos de juego están adaptados para que podamos completarlos sin jugar nunca con otro ser humano, pero lo cierto es que no es para lo que está pensando y me resulta complicado imaginar al tipo de jugador que preferiría jugar a 'Super Mario Party' en solitario antes que jugar a cualquier otra cosa. Esto último viene a demostrar que necesitamos un nuevo 'Wario Ware' con cierta urgencia. Y que el juego en línea debería haberse lanzado más completo y no limitado al juego libre de minijuegos sin posibilidad de participar en los modos de juego principales del título.