El 18 de Agosto 2019 | 14:18
La noticia del cese de fabricación de Dreamcast cayó como un jarro de agua fría allá por el año 2001, hasta el punto de que incluso algunos de los desarrolladores de la propia Sega ni se esperaban el desenlace. Esto vino a ser lo que ocurrió con la tercera entrega de la saga 'Toejam & Earl', que se estaba gestando para la última consola de Sega. Por suerte este fue uno de los muchos proyectos nacidos en Dreamcast que dio el salto a otros sistemas, escogiendo como nuevo hábitat la primera Xbox, cuyo enorme potencial técnico atraía bastante a los desarrolladores.
Jo tío, otra vez a la Tierra...
¡Algo terrible ha sucedido! Bueno, quizá no tanto... Pero cuando el gran Funkopotamus del planeta Funkotron te pide que hagas algo, no puedes decirle que no. ¿Quién podría negarle algo con esos ojazos? De este modo Toejam y su sombra, más conocida como Earl, ponen rumbo de nuevo a la Tierra para afrontar una nueva misión: Recuperar los doce álbumes sagrados del funk, la valiosa colección de vinilos de Lamont (nombre del gran Funkopotamus). Por suerte esta vez Toejam y Earl no estarán solos en ese planeta de locos alejado de la mano del funk, pues les acompañará su amiga Latisha, la tía más guay de todo Funkotron. Tal vez con ella en el equipo, esos dos logren su objetivo sin meter la pata más de lo necesario... Pero por si acaso, les vendría bien que les echaras un cable. ¡Piensa que sin tu ayuda estarán indefensos ante los chiflados terrícolas!
Cuando parecía que estos simpáticos y noventeros personajes habían terminado sus aventuras tras su segunda entrega en Mega Drive, reaparecieron por sorpresa dándonos a todos una tremenda alegría, o al menos a los que ya los conocían de sus peripecias anteriores y sabían de lo que eran capaces. Por desgracia tras aquello volverían a desaparecer, y no regresarían hasta el reciente 'Toejam & Earl: Back on the Groove'.
Para celebrar su segundo regreso hemos ido analizando la saga entera, y la que toca ahora es sin lugar a dudas la más ambiciosa de las entregas hasta la fecha. Se nota que en Sega no repararon en gastos a la hora de traer de vuelta a estos icónicos personajes, aunque por desgracia las ventas no acompañaron como debían. De hecho se llegó a barajar la posibilidad de llevar el juego a PlayStation 2 y Game Cube, pero había sido diseñado por y para Xbox, por lo que una conversión habría sido complicada de hacer de manera conveniente, motivo por el que se acabó descartando.
Lo cierto es que, si nos situamos en la época en la que salió, nos daremos cuenta de que el juego aprovechaba bastante bien el potencial de la máquina, con unos escenarios enormes para explorar y un apartado gráfico que incluso hoy en día sigue resultando agradable. Es de destacar la calidad de las texturas, o los bellos efectos de luz, que hasta cuentan con sombras en tiempo real.
Por descontado que el juego vendrá bañado en la habitual estética funk de la serie, con mucho, mucho sentido del humor, y un estilo con mucha clase. Es difícil no cogerles cariño a los personajes, tanto por su simpatía como por su infinito carisma, a lo que hay que sumarle sus divertidos diseños que no dudan en parodiar distintos elementos de la sociedad, a veces con un tono de carácter ciertamente adulto.
Buen rollo en general
Y es que, a pesar de su colorido y simpatía, no estamos ante un juego solo para críos. Cualquier persona de cualquier edad puede pasárselo en grande con él, pues su fino sentido del humor hará reír grandes y pequeños por igual. Todo esto estará presente a lo largo del modo historia, durante el cual podremos pasarnos horas y horas recolectando ítems y cumpliendo pequeñas misiones, como en el mejor de los plataformas 3D.
El sistema de juego fusiona lo visto tanto en el primer 'Toejam & Earl', como en 'Toejam & Earl: Panic on Funkotron', aportando la divertida exploración del original, y mezclándola con el plataformeo de la segunda entrega. De hecho, además del modo historia, encontraremos el modo aleatorio del primer juego de la serie, que genera los niveles de forma totalmente aleatoria, haciendo que no sepamos lo que nos vamos a encontrar en cada partida. Esto hace que el juego sea prácticamente infinito, ya que siempre tendremos nuevos niveles para explorar.
Pero sin duda lo mejor de todo es que se logró mantener el modo cooperativo para dos jugadores de las anteriores entregas, de tal modo que podemos explorar juntos con una sola pantalla, o dividirla horizontalmente al separarnos para explorar cada uno por un sitio. Esto tiene ya de por si su mérito desde el punto de vista técnico, pero es que además aumenta su diversión y duración hasta el infinito, convirtiéndolo en el típico juego al que jugar en buena compañía para combatir una tarde de aburrimiento.
Para ello podremos escoger entre los veteranos Toejam y Earl, o su nueva compañera Latisha, cada uno con su propio estilo, pero todos ellos con las habilidades básicas. Podremos saltar, nadar, abrir regalos, y convertir aburridos terrícolas en divertidos colegas gracias al funk-fu. Todo sin tener que depender de cuentas de tiempo, ni andar con agobios, pues aquí no hay lugar para el stress. O como diría el bueno de Earl, "tranqui tronco".
El control responde bastante bien, y las habituales jugarretas de la cámara en este tipo de juegos pierden importancia teniendo en cuenta que las caídas aquí no se pagan demasiado caras. La dificultad no es especialmente elevada, por lo que cualquiera puede ponerse a jugar y pasarlo en grande desde el principio. Sin embargo, el reto está en explorar lo máximo posible, y es ahí donde los jugadores ávidos de retos se lo pasarán en grande.
Disponible en vinilo y casete
En cuanto a la banda sonora, ya os podéis imaginar cuál será el estilo musical dominante durante todo el juego. Si sois terrícolas de poco funk, es probable que os acabe cansando. Pero la gran mayoría de mortales se lo pasará en grande con las geniales composiciones, las cuales podremos escuchar las veces que queramos una vez las desbloqueemos. Las voces de los personajes están en inglés, pero subtituladas al castellano para que nos enteremos de todo sin perdernos un solo chiste.
En su día era posible descargar contenido extra desde Xbox Live, que básicamente consistía en variaciones de los personajes, o nuevos niveles. Por desgracia nada de eso está ya disponible a día de hoy, pero es posible encontrarlo por otros métodos si investigamos un poco el tema por Internet. Lo ideal habría sido hacerlo retrocompatible con 360 o One, haciendo de paso que este contenido esté disponible desde el principio. Pero desafortunadamente sigue siendo exclusivo de la primera Xbox, algo bastante incompresible si tenemos en cuenta que el resto de la serie es bastante accesible actualmente.
A día de hoy es posible jugar a las dos primeras entregas de la serie en el recopilatorio 'Sega Mega Drive Classics' para PS4, One, Switch, y PC, sistemas en los que también podemos encontrar la cuarta entrega recién estrenada. Sega mantiene buenas relaciones con los autores de la serie, por lo que no está todo perdido a la hora de ver el juego corriendo en Xbox One, o tal vez en su sucesora.
Conseguir el juego original es algo complicado, porque se ha convertido en una pequeña joya de culto dentro del catálogo de la primera Xbox. Pero por suerte esto no ha disparado demasiado los precios, de modo que se puede encontrar por entre 20 y 40 euros dependiendo del estado. Si tenéis una Xbox original por casa, o mantenéis la esperanza de que lo hagan retrocompatible, no dudéis en haceros con él antes de que suba más de precio.
Os esperan toneladas de diversión y carcajadas con estos entrañables personajes, ya sea en solitario o en modo cooperativo. Sumando un impecable apartado técnico, y montones de horas de juego. Si os gustan las plataformas en 3D, aquí tenéis todo un imprescindible del género, así como un título capaz de justificar por si solo el hacerse con una Xbox original.
Lo mejor:
Gran apartado técnico y artístico que te conquistará desde el principio. El modo cooperativo para dos jugadores. Su enorme carisma.
Lo peor:
Los contenidos descargables que ya no están disponibles. Pide retrocompatibilidad a gritos.