El 8 de Mayo 2016 | 15:09
En 1993 Mega Drive iba a recibir un lote de auténticos juegazos por parte de Konami compuesto por tres inolvidables títulos: 'TMNT The Hyperstone Heist', 'Sunset Riders', y el juego que hoy analizamos. La propuesta era bien sencilla pero muy efectiva, tomar a los por entonces populares Tiny Toon, y crear con ellos un juego de plataformas. Pero lejos de limitarse a hacer el típico producto comercial, los de Konami sacaron la libreta y fueron tomando nota de los puntos fuertes de los grandes títulos de plataformas de entonces, como Mario y Sonic. Todo ello aderezado con la inmensa simpatía y carisma de estos personajes nacidos fruto de la unión entre Warner Bros. y Steven Spielberg.
¡Gane una fortuna con este juego de dibujos animados!
Con la llegada de la primavera, la ACME Looniversity inicia las tareas de limpieza en su almacén. Pero como contratar personal cualificado es muy caro, son los propios alumnos quienes deberán arreglar este desastre que ellos mismos han creado. Entre yunques y cajas de fuegos artificiales, Buster encuentra un misterioso mapa de una isla desconocida. El azulado conejo se queda observándolo detenidamente mientras piensa qué podría ser, cuando Montana Max se lo arranca de las manos. Esa sucia rata de Max no solo asegura que es el mapa de un tesoro, si no que da por hecho que ya es suyo. Y antes de que Buster pueda reaccionar, Max sale disparado a buscar a su amigo el Dr. Gene Splicer; un siniestro científico que decide poner a prueba su última y diabólica invención para ayudar a Max. Dicho ingenio consiste en un casco de control mental que permite apoderarse de la voluntad de quién lo lleve puesto, y a esa sabandija de Max se le ha ocurrido ponérselo a los amigos de Buster para que le sirvan durante su búsqueda del tesoro. Para colmo ha secuestrado al resto de compañeros de Buster, a fin de que nadie pueda ayudarle. ¡Ahora Buster se encuentra completamente solo! A no ser que decidas unirte a él y guiarlo por las peligrosas tierras de la isla misteriosa en busca de sus amigos y de darle una lección a Max. Y bueno, si de paso aparece el tesoro... ¡Pues mucho mejor!
Son incontables los grandes juegos de plataformas que nos legó la época dorada del género, especialmente en consolas de 16 bits. Pero solo unos pocos reciben la atención que merecen en la actualidad, quedando únicamente en el recuerdo de aquellos que pudieron jugarlos. En este caso se añade además el típico problema que aparece cuando se trata de un juego basado en una franquicia externa, lo que suele imposibilitar, o cuanto menos dificultar, toda posible reedición.
El caso del juego que analizamos se complica todavía más si tenemos en cuenta que fue totalmente exclusivo de Mega Drive, y para colmo los juegos de Konami no tenían precisamente la mejor de las distribuciones por estas tierras, lo que los convierte en rarezas cotizadas. Teniendo todo esto en cuenta, ¿merece la pena complicarse para encontrar hoy en día un cartucho de este juego? La respuesta a eso es un rotundo si. Y si no lo conseguís, nadie os recriminará tirar de emulación, pues el juego merece ser jugado de cualquier forma.
Su propuesta no es muy diferente de la de otros títulos del género, pero este juego toma elementos de otros títulos más conocidos y los mezcla con bastante acierto, lo que resulta en una combinación más que interesante. Por ejemplo podemos optar por un plataformeo lento, a lo Mario. Pero también podemos disfrutar de algo de velocidad, espectacularidad, y esas cosas de las que hace gala Sonic. Hasta el mapa por el que nos desplazamos recuerda mucho al de 'Super Mario World', incluyendo rutas alternativas con fases secretas.
Si dejamos pulsado el pad hacía uno de los lados durante un rato, veremos como Buster va cogiendo carrerilla hasta recordar poderosamente a Sonic. Más aún, encontraremos rampas y lanzadores que nos ayudarán a salir disparados a toda velocidad, así como terreno irregular con subidas y bajadas por las que poder correr a toda mecha. Cuando vayamos a máxima velocidad, podemos deslizarnos con una patada para arrollar a cualquier enemigo que amenace con interrumpir nuestra carrera. Aunque aquí, y al contrario que en los juegos del erizo, eso frenará drásticamente nuestro avance.
Zanahorias de oro
Sin embargo la forma más común de derrotar enemigos será pisarlos a lo Mario, y a veces la forma de rebotar en los enemigos será clave para poder avanzar sin daños, o alcanzar lugares elevados. Cada fase ofrece un cierto componente de exploración, por lo que podemos tratar de finalizarla en el menor tiempo posible, o dedicarnos a explorar un poco en busca de ítems. De entre estos ítems el más común serán las zanahorias, que funcionan de forma muy parecida a los anillos de los juegos de Sonic. Las encontraremos esparcidas por todo el nivel, a veces en formaciones peculiares con mensajes escritos. Además al recogerlas salen unos destellitos idénticos a los que aparecen al recoger un anillo dorado. Por último a las 100 zanahorias recibiremos una vida, cosa habitual del género.
Si exploramos bien cada fase, podremos acceder a niveles secretos o a fases de bonus extra. También es posible repetir un nivel las veces que queramos, bien sea para tratar de encontrar un camino oculto que se nos pasó, o para conseguir vidas extra cuando estas empiecen a escasear. El juego goza de una duración más que aceptable, y además podemos retomar la partida cuando queramos gracias a un sistema de passwords.
Los niveles son bastante variados, y algunos nos ofrecerán retos más lineales que nos animaran a correr, mientras que otros requerirán de plataformeo tranquilo con saltos bien medidos. Cuando hayamos superado cierta cantidad de estas fases, nos tocará vernos las caras con uno de los jefes finales de turno. Normalmente se tratará de algún compañero de Buster que ha sido secuestrado por el Dr. Gene Splicer, y que ha sido convertido en nuestro enemigo contra su voluntad. Si, esto también recuerda un poco a las peripecias de cierto erizo.
Por lo que respecta al apartado gráfico, no puede haber la menor queja. Los niveles desbordan colorido y todo tipo de detalles. Y aunque suelen tender a reutilizar los diseños, no se hacen repetitivos en ningún momento. A esto hay que sumarle unas animaciones muy cuidadas, tanto para Buster como para el resto de personajes, enemigos incluidos. Estos enemigos pululan por cada nivel tratando de complicarnos las cosas, y cada vez que lo consigan, decrecerá nuestro medidor de corazones.
Podemos recuperar salud gracias a los ítems, en incluso conseguir algo de invulnerabilidad temporal de forma muy similar a las de los juegos de cierto erizo y cierto fontanero. Estos ítems vienen representados por una pequeña imagen atrapada en una burbuja flotante, ¿por qué una burbuja? Suponemos que porque usar un monitor ya habría sido demasiada "referencia". Puede parecer que tanto tomar cosas de otros juegos le resta originalidad, pero lo cierto es que consigue hacerlo con tanto acierto que no supone el menor problema.
Sonic the Bunny
El tema de las referencias llega ya hasta las casualidades curiosas si tenemos en cuenta que uno de los animales que barajó Sega al principio para encarnar a su mascota, fue precisamente un conejo. Si, Sonic pudo ser un conejo azul. Casualmente lo mismo que es nuestro amigo Buster. Aquí si que está claro que fue pura casualidad y no hubo intencionalidad alguna, pero es sin duda un aspecto que resultará curioso a los fans del erizo, ya que podrán hacerse una idea de cómo habrían sido las cosas si Sega hubiera optado por la opción de tener una mascota con largas orejas.
El apartado sonoro merece mención aparte, y es que Konami nos tenía muy bien acostumbrados a unas bandas sonoras geniales con temas muy pegadizos que aprovechaban magníficamente las capacidades sonoras de cada sistema. El juego que nos ocupa no es una excepción, y de verdad que os va a costar sacaros más de una de estas músicas de la cabeza. No faltará el clásico tema de los Tiny Toon, que nos acompañará desde la pantalla de presentación.
Si el apartado musical es para quitarse el sombrero, el de los efectos de sonido no le anda lejos. Konami le daba también un toque muy personal a sus juegos en este aspecto, y no se hizo excepción con este título. De hecho es posible que reconozcáis algún efecto sonoro habitual de arcades tan populares como el de 'The Simpsons'. Estamos ante un juego que muy probablemente os lleve a pasaros bastante tiempo en el test de sonido, con unos buenos cascos conectados a vuestra fiel Mega Drive.
Puede que a priori no parezca más que otro plataformas del montón de entre los muchos que hubo en aquella época, pero Konami sabía darle un toque especial a sus juegos, y pronto descubriremos como no somos capaces de dejar de jugar. Pura diversión concentrada que todo buen amante del género debe al menos probar, y además con todo el encanto y el carisma de estos pequeños pero a la vez grandes personajes.
Tal y como decíamos al principio, no existen reediciones ni parece que las vaya a haber nunca. Además se trata de un juego relativamente poco común. Por fortuna no se piden precios demasiado disparados por él, por lo que podéis añadirlo a la colección por entre 20 y 30 euros (si lo encontráis). Os aseguramos que vale eso y mucho más, pues estamos ante todo un destacado dentro de este tipo de juegos. Y eso en una consola con un catálogo plataformero como el de Mega Drive, son palabras mayores.
Lo mejor:
Prácticamente todo, gráficos, sonido, jugabilidad, diversión... No hay excusa para no jugarlo.
Lo peor:
Habría estado bien poder jugar con Babs Bunny como personaje alternativo para darle más rejugabilidad.