El 1 de Abril 2018 | 17:32
Publicado en Europa a finales de año 2000 y en América unos meses más tarde, 'Metropolis Street Racer' se presentó como una revolución en el mundo de los juegos de coches, una nueva propuesta en la que no sería tan importante ir rápido, sino cómo consigues ir así de rápido. Una apuesta por el estilo y la conducción más espectacular, frente al simple hecho de llegar primero a la meta.
Todo por los kudos
¿Cómo que no sabes lo que son los "kudos"? Debes ser nuevo en esto... Los kudos son respeto, elegancia, estilo, saber hacer, y limpieza en el trato a los demás. En otras palabras, ser un verdadero piloto de carreras y no un simple gamberro con un volante entre las manos. Si quieres ganarte esos kudos vas a tener que hacer algo más que saber cuándo frenar y acelerar, un buen derrape que ponga en pie al público puede ser una buena forma de conseguirlo. ¿Un par de rivales te bloquean el paso? Espera el momento adecuado y pasa entre ellos sin siquiera rozarles. O aprovecha algún desnivel en el asfalto para despegar y aterrizar grácilmente, eso al público le encanta. Busca tu propio estilo a la hora de conseguir kudos, pero recuerda que aquí quién no hace bien las cosas no va a la calle, lo echan de ella.
'Metropolis Street Racer' nos propone adentrarnos en el mundo de las carreras callejeras (legales) y seguir los pasos de un piloto que poco a poco se va ganando el respeto necesario para ascender en esta competición. Así por ejemplo comenzaremos nuestra carrera escogiendo nuestro primer vehículo entre una modesta selección de turismos de escasa potencia, mientras vamos mejorando nuestras habilidades y ascendiendo a competiciones más avanzadas.
Las pruebas pueden ser de lo más variado, desde clásicas carreras para ver quién llega primero a la meta, a competiciones de drifting, pasando por contrarrelojes de diversa índole. En la mayoría de estas carreras podremos ganar los famosos "kudos", recompensas que premiarán nuestra habilidad al volante durante las competiciones y que se transformarán en puntos con los que podremos acceder a nuevos vehículos y desafíos.
Habrá que andarse con ojo, porque estos kudos no solo pueden ganarse, sino también perderse. Por ejemplo si chocamos contra un muro o un rival, nuestra recompensa de kudos decrecerá. De este modo será nuestra propia habilidad al volante la que decida cómo de rápida será nuestra ascensión dentro del modo carrera.
También será posible conseguir comodines en algunas pruebas especiales, dichos comodines nos permitirán saltarnos una futura prueba que se nos atragante, para evitar así quedarnos atascados en algún desafío que no seamos capaces de superar. Naturalmente habrá que usar estos comodines con cuidado, ya que podemos echarlos de menos más adelante si los malgastamos.
Ganando de calle
La selección de coches disponibles no es especialmente nutrida, pero para la época eran más que suficientes y además están basados en modelos reales de marcas famosas, y están a su vez englobados en distintas categorías en base a su potencia y prestaciones. Llegar a conseguirlos todos y superar el modo carrera, requerirá que nos pasemos bastantes horas frente a nuestra fiel Dreamcast, por lo que la duración no será ningún problema.
También es posible competir libremente en carreras normales, o en contrarrelojes, las cuales nos vendrán de perlas para aprendernos la extensa cantidad de circuitos disponibles. Dichos trazados discurren por las calles reales de Londres, Tokio, o San Francisco, con un grado de fidelidad sorprendentemente elevado para la época.
Y es que sus desarrolladores no repararon en detalles a la hora de recrear estas famosas ciudades, haciendo que cada calle, cada rotonda, y cada edificio, fuese lo más fiel posible a la realidad. Incluso podemos encontrarnos detalles tan curiosos como el que famoso Big Ben de Londres refleje la hora real de la ciudad, siempre que hayamos configurado correctamente el reloj interno de nuestra Dreamcast, claro.
Esto afecta también a los cambios entre día y noche, ya que dependiendo de la hora real que sea en cada una de las tres ciudades, correremos bajo la luz del sol o de las farolas. Todo ello mientras disfrutamos de unos gráficos de lujo que estrujan realmente bien el potencial de la última consola de Sega, mientras se mueven con una absoluta fluidez y suavidad. Además la versión europea del juego nos permite jugar en formato PAL 60, por lo que podremos disfrutar del juego con toda su sensación de velocidad original intacta.
El control responde a la perfección incluso aunque usemos el mando de Dreamcast en vez de un volante, ya que la combinación de stick y gatillos analógicos del mando de esta consola era ideal para este tipo de juegos. Podremos sentir un total control sobre el vehículo gracias a la gran sensibilidad con la que el coche responde, especialmente en lo referente al acelerador y el freno.
También es posible compartir la experiencia con otro jugador a pantalla partida, pero lamentablemente el modo online se limitaba a funciones tales como compartir nuestros récords, o descargarnos pequeños eventos contrarreloj desde Internet. Hoy en día dichos eventos lógicamente ya no están disponibles, pero aún podemos encontrarlos por Internet y descargarlos a nuestra VMU (la tarjeta de memoria de Dreamcast) de diversas formas.
Un sonido muy especial
En lo referente al sonido nos encontraremos con motores que no son especialmente fieles a los de los coches originales, pero tras los que se esconde una curiosa anécdota del desarrollo. Y es que se dice que el productor asociado (Jose Aller) tomó prestado el deportivo particular de Kats Sato (el por entonces productor ejecutivo de Sega Europa) para grabar el sonido del motor a máxima velocidad mientras daba vueltas en un circuito de pruebas. Cosa que al parecer hizo sin el conocimiento del propio Sato, el cuál por suerte pareció tomarse con humor esta pequeña fechoría cuando se enteró de ello.
Mención aparte merece la espectacular banda sonora del juego, que corrió a cargo del veterano compositor Richard Jaques. Dicha banda sonora está compuesta por una gran variedad de temas de diferentes géneros, todos ellos con una calidad tan alta que seguramente querremos llevárnoslos con nosotros una vez apaguemos la consola. Además estos temas están integrados dentro de un sistema de radio con emisoras específicas para cada ciudad, lo que le da aún más realismo al juego. Incluso podemos crear nuestras propias listas de reproducción como si de una radio de coche real se tratase.
Este mimo y pasión por el detalle se respira de principio a fin durante el juego, una experiencia única para todo amante del género de conducción, desde el que busque un desafío original que rompa la monotonía de este tipo de juegos, al que simplemente quiera tratar de superar sus records corriendo contrarreloj. Incluso podemos correr libremente por los trazados de cada ciudad, como si sencillamente estuviésemos dando un agradable paseo.
Quizá lo único a lamentar sea la falta total de personas en las ciudades, que parecen haber sido víctimas de algún desastre que las ha dejado completamente desiertas. No obstante se le perdona por el elevado grado de detalle conseguido al representar las ciudades. Tampoco le habría venido mal una selección de vehículos más amplia, pero tendremos coches suficientes para pasarlo en grande durante bastantes horas.
Si no sois de los que se resienten del paso de los años por los gráficos y queréis probarlo (o recuperarlo si lo tuvisteis), podéis haceros fácilmente con él por precios realmente bajos, incluso nuevo a estrenar. Y es que en su día logró cosechar una gran popularidad, lo que lo convierte en uno de los títulos más comunes del estupendo catálogo de Dreamcast.
Sin duda una forma ideal de sacarle partido a la última consola de Sega, ya que su original propuesta sigue fresca incluso hoy en día. Además conserva toda su estupenda jugabilidad intacta, con un perfecto equilibrio entre simulador y arcade. No es de extrañar que su sucesor espiritual tuviese tanto éxito durante años, así que si os quedáis con ganas de más podéis hacerle una visita después a la saga 'Project Gotham Racing'.
Lo mejor:
Su original propuesta. La fiel recreación de Londres, Tokio, y San Francisco. La inolvidable banda sonora.
Lo peor:
Las ciudades parecen deshabitadas. No le habrían venido mal algunos coches más.