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Análisis de 'Reigns: Her Majesty': un Tinder monárquico

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Análisis de 'Reigns: Her Majesty': un Tinder monárquico

Por José Antonio Rodríguez Gómez

El 20 de Diciembre 2017 | 12:40

Una absoluta locura a nivel argumental que continúa la jugabilidad ya conocida de la primera entrega.

'Reigns: Her Majesty' no es un juego al uso. De hecho, qué demonios, es más una "app" que un videojuego (o lo que entendemos por ese término). Hubo un primer 'Reigns' en el que se nos proponía una jugabilidad idéntica, un juego basado en el equilibrio, en la dificultad de las elecciones y en el peligro de no saber dar en el clave en el momento adecuado. Si somos capaces de sobreponernos a la idea de que estamos viendo una aventura basada en Terrance & Phillip en tarjetas, probablemente lleguemos a disfrutar de sobremanera esta curiosa mezcla de tarjetas y reacción que nos propone Devolver Digital. Vamos a analizar esta curiosa propuesta para PC, y permitir que nos rompa los esquemas más arraigados en nuestro criterio como jugadores una vez más.

Paremos un momento el carro y pensemos por unos instantes en qué entendemos por videojuego hoy día. Bien es cierto que ya a finales de 2017, los esquemas de ese término se han agitado hasta el punto de resultar imposible vislumbrar el fino borde que separa las "app" interactivas y algunos juegos. Desde la comprometida realidad aumentada de 'Pokémon GO' hasta las profundas partidas de 'Hearthstone' y su estrategia "de mesa", pasando por juegos en los que la acción y las decisiones coexisten de una manera muy especial. Pero, ¿y qué pasa si obviamos la acción? La aventura, inclusive. Si dejamos el juego en una serie de decisiones. En el título hemos recordado la conocida aplicación "Tinder", que sirve para conocer gente cercana (vamos a obviar el término ligar porque no viene al caso), y el personal es capaz de pasarse horas y horas pasando fotos y viendo alguna microscópica decisión. Pues hacemos a la idea que este juego es más o menos como hacer de eso algo útil y narrativo, a su manera.

Her Majesty nos obliga a tomar decisiones varias

Somos una reina, y vamos a pasar por una serie de situaciones que nos van a hacer equilibrarnos hacia un extremo u otro como valoración; tenemos que mantener contento al clero, al pueblo, al ejército y a la burguesía. Y Dios santo, qué difícil es tener a todo el mundo contento sin que a uno lo acusen de guardarse algo... la cuestión del equilibrio es que vamos a ir pasando tarjetas, una tras otra, con sencillas descripciones que indican las diversas situaciones que encaramos. Puede ser el sacerdote de turno que nos pide un favor, puede ser otro gobernante, puede ser una petición de nuestros pueblerinos... hay que intentar tener contento al personal, pero sin pasarse, porque morir es tan fácil como que se vea que no somos precisamente unos fans del clero y acabar en la hoguera.

Lo mejor de todo es que en todo momento notaremos cómo hay dobles sentidos más que notables, que ponen en contacto un juego de supuesta ambientación medieval con la rabiosa actualidad mediante ciertas alusiones a gobiernos del presente (vamos a dejarlo ahí y que cada jugador saque sus propias conclusiones...) o a un estilo de comedia socarrón que para nada cuadra con el momento histórico que intentan expresar. No obstante, hace falta para todo una dosis de imaginación bastante bestia, ya que no hay más que las citadas "tarjetas"...

Simplicidad absoluta

Decisiones que nos pueden costar la vida

El apartado visual del juego puede echar para atrás. No tiene sentido intentar explicarlo: son tarjetas planas con personajes sencillos y un fondo oscuro, y una descripción en texto simple que nos expresa las diversas situaciones y aprietos en los que nos pone cada personaje que se presenta ante nosotros. Tanto las peticiones como estos ciudadanos y personalidad como cualquier consecuencia se nos muestran igualmente haciendo uso de esa simplicidad absoluta (bueno, a veces parpadean o enfocan con los ojos en una dirección según estemos eligiendo si hacemos algo o no), sin más alarde que el de informar y el que resultar todo lo simpático que nos permiten una serie de dibujos no demasiado coloridos y bastante esquemáticos. Realmente, al eliminar el componente de movimiento o de perspectiva, conseguimos centrar nuestra atención en una suerte de expresión casi matemática en la que no podemos errar o nos costará la vida de la reina en cuestión.

No hay que decantarse por nadie

El audio es también simple a horrores, con el ruido de las cartas girando o con alguna palabra/frase del personaje en cuestión. Muy simple, funcional y con algún que otro efecto si morimos o conseguimos algún objetivo, melodías sencillas y sin alarde. En ningún momento perdemos la perspectiva de qué clase de programa estamos ejecutando. Desde luego sabíamos que no íbamos a encarar ningún portento tecnológico, pero la verdad, después de jugar, no nos preocupa lo más mínimo.

Conclusiones

El equilibrio lo es todo

Hace falta agachar la cabeza y tragarnos nuestros deseos de avance tecnológico a la hora de encarar la simplicidad pero eficacia de un juego como el que nos ocupa. Her Majesty tiene cantidad de opciones en función de nuestras elecciones, diversas situaciones que nos permitirán avanzar siendo más partidarios de un elemento u otro pero que luego nos tocará arreglar para evitar la muerte, a menos que nos apetezca acabar con la cabeza en una pica. Simple, completo y con cierta dosis de humor que le sienta muy bien al conjunto. Por suerte, nos llega traducido.

7,0

Lo mejor:

- Un sistema de juego tan simple como curioso.

- Cientos de elecciones que combinadas dan lugar a muchas posibilidades.

Lo peor:

- Técnicamente es de lo más simple que se puede encontrar.

- Repetitivo hasta la médula y sin un argumento que nos invite a seguir.

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