'Prototype 2' es un producto bastante atípico. Tiene muchos fallos. Fases repetitivas, bugs a mansalva, IA estúpida, control impreciso y un guion tan absurdo como predecible. Con un menú así es loable salir huyendo del juego, pero ante todas estas desventajas aparece una virtud que provoca que todos sus defectos pasen desapercibidos; Es tremendamente divertido y consigue atrapar irremediablemente hasta exprimirlo al cien por cien.
Nos encontramos ante la secuela del título aparecido en 2009 que pretendía revolucionar el género de los sandbox con una espectacular vuelta de tuerca. El impacto no fue el esperado, debido en parte a la coincidencia temporal con 'InFamous', un juego con unos patrones prácticamente idénticos. Aun así, el éxito ha sido suficiente como para que casi tres años después, podamos disfrutar de esta continuación.
El héroe se vuelve anti-héroe
Paradójicamente, la trama nos pone en contra del héroe de la primera entrega. En esta ocasión encarnamos a James Heller, un soldado cegado por la ira tras descubrir que un virus ha terminado con la vida de su mujer y su hija. Como los esteroides han aumentado los músculos de Heller de manera proporcional a la disminución del tamaño de sus neuronas, sólo anhela venganza ante el causante de la epidemia, que no es otro que el encapuchado Alex Mercer. Lamentablemente, la trama es un previsible cúmulo de tópicos donde el jugador huele a kilómetros lo que va a suceder en cada momento. Heller es una simple marioneta cegada por la ira que no ve nada de lo que hay en su alrededor. Tan poco carismático como previsible en sus acciones.
Pero lo que de verdad importa en 'Prototype 2' es la acción descarriada de la que hace gala. Directa y sin demasiadas complicaciones. Los poderes de Heller resultan conocidos si se ha jugado a su predecesor. Y a medida que se avanza en el juego se van incrementando, a través de puntos de experiencia es posible mejorar diversos factores como movimiento, fuerza, salud, etc. Además, es posible ejecutar ataques con diversas características en función de cada enemigo, como con unos devastadores puños o látigos capaces de agarrar y derribar helicópteros. También ayuda bastante poder realizar acciones especiales como provocar un temblor en la tierra o controlar a infectados para que luchen en nuestro favor.
En su favor juega que los controles se hacen familiares con mucha rapidez, algo que es una ventaja en un título que ofrece tantas posibilidades a la hora de repeler a los adversarios. No hay que obviar la interactividad con los elementos del escenario. Coger vehículos o bidones de gasolina como si fueran plumas y lanzarlos a nuestros enemigos aporta una devastadora sensación de superioridad que dispara a tope la adrenalina del jugador.
Incesante diversión
Si bien es cierto que se han pulido diversos factores de combate con respecto a su predecesor, aun sigue habiendo bastantes errores que merman un tanto la experiencia. El principal lastre es la cámara. Cuando se amontonan los enemigos en pantalla se mueve sin ningún tipo de lógica, haciendo perder la referencia de la posición de Heller en más de una ocasión. A lo largo de la aventura también hemos sufrido algún desagradable bug, como personajes encajados o movimientos desmesurados. Aunque también es normal en este género con escenarios tan abiertos.
Las misiones principales son durante la mayor parte del juego bastante similares entre sí. Es casi rutinario durante las primeras horas de juego hacer uso de la habilidad de Heller de convertirse en otra persona e infiltrarse en bases enemigas sin levantar sospechas. Aunque bien es cierto que la nula IA enemiga ayuda a pasar desapercibidos. Liarla dentro de un recinto o cambiar de apariencia delante de un rival muchas veces no supone ningún problema para proseguir en la tarea. Bien es cierto que en la recta final del juego hay alguna fase algo más entretenida, como incinerar barriles que están liberando el virus o controlar a un par de juggernauts para derribar una puerta blindada, pero en líneas generales el desarrollo acaba siendo muy mecánico. O bien haciendo frente a hordas de enemigos (que por cierto, no suelen suponer ninguna dificultad) o como ya hemos comentado, infiltrándonos en una base para obtener la información de algún pez gordo.
Además de la trama principal es posible ampliar la experiencia con misiones secundarias o localizar cajas negras que obtienen información y están repartidas por las tres zonas –amarilla, verde y roja- del juego. Su cometido es el de mejorar las capacidades de Heller para hacerle más poderoso de lo que ya de por sí es.
Volando por Nueva York
A nivel visual nos encontramos ante un trabajo más que correcto. Si bien la calidad gráfica dista mucho de ser puntera, resulta mucho más importante la estabilidad en el framerate, que no se resiente ni siquiera cuando hay decenas de elementos en pantalla. Y esto es algo que hay que agradecer sin duda, ya que resulta mucho más importante ejecutar movimientos con relativa fluidez que tener un personaje con un poligonaje desmesurado. Las escenas cinemáticas generadas por ordenador son peculiares. Realizadas en blanco y negro sólo realzan los colores vivos, como rojo o amarillo. Por su parte, el doblaje al castellano es más que correcto.
'Prototype 2' es una propuesta continuista, pero correcta. Pule algunos defectos de la primera entrega, pero dista mucho de alcanzar la perfección. Quizá su exceso de fallos no lo permita ser un título mucho más importante, pero cumple con lo que busca. Diversión sin demasiadas florituras, dejando el resto de elementos, presumiblemente importantes, en un más que segundo plano.