Siete años de espera por los cuarenta y dos minutos de capítulo inicial para la quinta temporada de 'Prison Break'. Un retorno, una resurrección -y me río entre dientes, sólo frente al ordenador, por el doble sentido de esto. Me vuelvo a reír, porque la resurrección de la serie llega en Semana Santa-, y un nuevo capítulo, en conclusión, para una de esas series que hizo historia.
'Prison Break' fue un fenómeno global, absoluto, rotundo, de esos que merecía la pena seguir semana a semana, porque era buen tema de conversación con cualquiera que te cruzases. Michael Scofield, Wentworth Miller, envuelto en tatuajes que escondían el enigma para lograr salir de la prisión. Sara, Sarah Wayne Callies, describe a Michael en este primer episodio de la quinta temporada como un terremoto misterioso, que sobre sus hombros -también tatuados- logró sostener cuatro temporadas maratonianas de veintitantos episodios. Jadeante, 'Prison Break' llegó con el cierre de su cuarta temporada a un final aparentemente definitivo. Aparentemente.
'Prison Break' cayó en dos pecados mortales que la hicieron insostenible en su envite original: el primero de ellos fue un exceso de temporadas, y el segundo un exceso de episodios en cada una de ellas. Igual que a Antonio Alcántara, a Michael Scofield se le pegan todas las desdichas. Casi tan intenso como el patriarca de San Genaro, la intensidad de 'Prison Break' oprimía el pecho del espectador, que más pronto que tarde, hastiado de piruetas y tirabuzones para seguir estirando el chicle del presidio, acababa dejando la serie de lado tomando una decisión sensata.
Pese a todo, Michael, Lincoln, Sarah, T-Bag son hoy caras familiares, y con siete años de por medio, probablemente cuando recuerdo 'Prison Break' piense más en la frescura y misterio del Michael que entró en la prisión de Fox River State para una Fuga de Alcatraz de nueva era, que en los vaivenes de conspiración de las temporadas posteriores. Habiendo pasado el tiempo suficiente, y con ese recuerdo agradable que guardo de este grupo, la noticia de la quinta temporada no me disgusta. Nunca me disgustó.
Con los nuevos episodios se reúnen una parte importante de los rostros originales de la serie, como Lincoln Burrows (Dominic Purcell), Sara (Sarah Wayne Callies), C-Note (Rockmond Dunbar), T-Bag (Robert Knepper) o Sucre (Amaury Nolasco), y evidentemente Michael Scofield (Wentworth Miller). Se suman también algunos nuevos nombres, como Mark Feuerstein, nuevo esposo de Sarah. Sin el casting original no hubiese tenido ningún sentido esta aproximación, y este acierto implica una sensación de evidente familiaridad desde el primer instante.
El punto de partida
Sin entrar en el spoiler de nada del nuevo episodio, evidentemente necesito hablar del final de la cuarta temporada: ¡¿Pero Michael Scofield no estaba muerto?! A partir de esta pregunta comienza la máquina de la intriga, que despierta con esta cuestión la primera y prioritaria razón para acercarse a los nuevos episodios. Sin embargo, más allá de esta nueva historia de conspiración, la trama nos traslada directos a Yemen, y a partir de aquí vuelvo a recordar el peor 'Prison Break'.
Lamentablemente volvemos con la peor versión de la serie de Paul Scheuring, como si nos quisiesen recordar a la enésima que la primera temporada no fue fruto de la genialidad, sino un simple resultado de la casualidad. No hay otra explicación posible, para que de nuevo, y con siete años de reflexión, el planteamiento vuelva a ser igual de grandilocuente.
En cuanto el objetivo de la cámara cae sobre las calles de Yemen, una historia de conspiración, persecución, acción, preguntas estúpidas con respuestas vagas, y planos de miradas de desconfiadas se apoderan de todas y cada una de las situaciones. La serie está muy empeñada en mostrar que hay algo por encima de nuestros protagonistas actuando. Está, una vez más obsesionada con transmitir esta idea. No ceja en el empeño de explicar que son una pequeña parte de algo muchísimo más grande. La interpretación de Wentworth Miller, pasado de vueltas cada vez que la cámara le enfoca, no ayuda en este sentido. El envoltorio de tópicos con el que representan Oriente Medio en la ficción tampoco resulta de ninguna utilidad.
En conclusión
El lado humano y sencillo del punto de partida de 'Prison Break' fue el elemento esencial de esta historia y su éxito original. Como 'Cadena Perpetua', la historia de presidio es lo suficientemente interesante por sí misma. Permitir al espectador arrimar el ojo a la boca de la cerradura de un centro penitenciario es fruto infinito de buenas historias, sujetas en gran medida simplemente al costumbrismo de la cárcel. Sin embargo, esta idea siempre le pareció nimia a 'Prison Break', empeñada una y otra vez en que nuestro grupo de fugados fuese algo más que un grupo de presos con suerte.
Seguiré viendo 'Prison Break' en su quinta temporada por tres motivos: el primero de ellos es para poder ir siguiendo en críticas episodio a episodio, la segunda razón es porque sólo son nueve episodios, y la tercera es porque, pese a todo, no es más que un placer culpable. Es triste que uno de los hitos televisivos se haya anquilosado en esa categoría, y es triste que tras siete años de impás vuelva cayendo en los mismos errores. En los más burdos, de hecho. Espero que esto sea una mala primera impresión, y que la quinta temporada sea algo más que una oportunidad perdida.