El 6 de Noviembre 2010 | 11:23
Al margen de Peter Molyneux y toda la polémica que le rodea allá donde va, Fable siempre ha sido una saga marcada por su capacidad de sorprender.
Aunque no fue lo que esperábamos, el 'Fable' original nos sorprendió con su cuidado combate, con un sistema de alineamiento, elecciones, consecuencias y desarrollo de personajes realmente completo, con un rudimentario pero fascinante mecanismo de relacionarnos con el resto de personajes y, sobre todo, con Albión, una tierra cuidadosa y magistralmente diseñada para resonar en nuestro interior con el mismo eco que los cuentos de hadas, príncipes y dragones de nuestra infancia. La fantasía del niño jugando en el bosque con una espada de madera, o del adolescente con sus amigos rodeando una mesa llena de papeles y dados de 20 caras, hecha realidad en nuestras consolas.
'Fable II', aunque tampoco fue lo que esperábamos, fue aún más allá para consagrar la serie, evolucionando exponencialmente. Sin mostrar respeto alguno por las convenciones del RPG de acción, nos sorprendió con nuestro fiel perro, la polémica Senda Dorada que nos indicaba a dónde ir en cada momento, un sistema económico más complejo, una historia más épica con momentos de decisión realmente dramáticos, una relación más íntima y realista con nuestro inventario, una tonelada comparativa de contenido y una Albión emergente, hermosa y memorable en la que nuestras acciones eran más significativas a medio y largo plazo.
'Fable III' tampoco es lo que esperábamos, lo cual no importa porque a estas alturas prácticamente es una tradición. Lo verdaderamente importante es que, con este nuevo título, la saga ha dejado de sorprendernos, y no precisamente porque haya dejado de intentarlo.
Sigue siendo maravilloso
Para ser justos, si tomamos el tercer título de la saga como un juego independiente de los anteriores, seguimos teniendo entre manos un producto que soporta airoso el escrutinio más crítico. En 'Fable III' encarnas al segundo hijo o hija sin nombre (sigues siendo simplemente el Héroe, aunque ahora hablas) del anterior Rey de Albión, el Héroe del juego anterior. Han pasado 50 años desde la muerte de Lord Lucien, y el reino está ahora en manos de tu hermano mayor, Logan, que gobierna despóticamente una nación a la que la revolución industrial ha puesto patas arriba. Una desdichada mañana, cuando le plantas cara a Logan por su enésimo acto de maldad, éste te obliga a tomar una durísima decisión, lo cual desata tu rencor, tu huida de palacio, tu revelación como un verdadero Héroe y tu decisión de iniciar una revolución que le destrone. Desde este punto, tu tarea es recorrer Albión en busca de aliados para la causa, a los que tendrás que convencer de que te sigan con tus actos, pues la mayor parte del interesante reparto de secundarios se debate entre su odio al tirano y su desconfianza hacia tí, como parte de su misma familia que eres.
El hilo principal del juego discurre a buen ritmo, con el tempo marcado por una historia que a menudo peca de simple pero nunca de mediocre, e incluso tiene algún giro inesperado e interesante. Las misiones principales, repuntadas por emocionantes batallas en escenarios espectaculares, nos llevan a nuevas zonas de Albión, a hitos de experiencia que definen el avance de habilidades del personaje y a un buen puñado de misiones secundarias con las que llenar nuestro tiempo. Y es que, como de costumbre, 'Fable III' muestra su mejor cara cuando te suelta de la mano y te deja vagar libre.
Compruebas tus finanzas y ves que puedes permitirte comprar el negocio del prestamista de Brightwall, y decides ir hasta allí caminando, para acumular algo de experiencia en unas cuantas batallas. Entre salvajes grupos de balverinos y bandas de mercenarios, pasas por delante de una puerta demoníaca que no habías visto y requiere que te cases en el juego. A su lado, un camino semioculto lleva a una cueva de hobbes en la que acabas encontrando una espada legendaria, que evitará que te salgan cicatrices si matas con ella a "20 enemigos feos". Al salir, te encuentras de frente con una misión que referencia claramente a ciertos personajes secundarios del juego anterior que siguen teniendo problemas similares. De vuelta al bosque, a orillas del lago Bower unas ruinas bañadas por la luz blanca del amanecer sugieren la existencia de un antiguo templo, y ocultan entre sus restos un valioso libro, que te apuntas mentalmente que debes llevar a la Academia. Cuando miras el reloj, llevas dos horas y media divirtiéndote con el juego, sin haber avanzado ni un paso salvo en toda clase de actividades opcionales.
Hay poco que decir a nivel técnico; la Xbox 360 hace un servicio justo pero a ratos desigual a Albión. La banda sonora de 'Fable III' es discretamente majestuosa, aunque el doblaje español es sencillamente horroroso, con, de nuevo, diálogos enteros en los que se nota claramente que todas las frases se han doblado desconociendo su contexto. Mientras que a nivel gráfico hay muchos errores de carga de texturas, a nivel de diseño todo es mucho más bonito, para empezar el propio Héroe. La Inteligencia Artificial es tan básica que uno se sorprende cuando nota que algunos enemigos están intentando salir del radio de acción de los hechizos.
Suena bien
¿Cuál es, entonces, el problema?
A principios de este año, coincidiendo con el Microsoft X10, Peter Molyneux hablaba con la prensa de los cambios que el tercer juego tendría, y en teoría eran realmente interesantes. La capacidad de tocar, coger de la mano y llevar a los NPCs a otros sitios, el morphing dinámico de armas, la segunda mitad del juego, en la que reinas sobre Albión, o las novedades en la interfaz formaban la mayor parte de su discurso. Si bien esta vez todas están ahí, ninguna marca una diferencia que distancie la experiencia de este juego de la del anterior.
Tocar a la gente permite básicamente unas cuantas animaciones sociales nuevas, pero a cambio limita la interacción a un solo personaje, cuando antes podías bailar en plena plaza y afectar así a todas las personas que te vieran hacerlo. La capacidad de coger a la gente de la mano ha servido para eliminar la expresión "sígueme" y convertirla en básicamente lo mismo, pero hacerlo desesperantemente lento. El morphing de armas, que uno imaginaba paulatino y con un componente aleatorio cuando se nos contaba, es más parecido a un sistema de forja en el que tienes media docena de hojas, media docena de empuñaduras y media docena de colores, pero sólo tienes un control indirecto sobre cómo combinarlos. La interfaz minimalista es bastante impresionante, pero en ocasiones se llega a echar de menos un minimapa. La supresión de los menús para poner en su lugar habitaciones especiales es bonita, pero muy poco eficiente.
Pero es quizá la parte del juego en que reinas sobre Albión la que supone una mayor decepción. Tienes más poder que nunca, tus decisiones son más trascendentales que en ningún otro momento de los tres juegos, y sin embargo te sientes más gratificado y relevante cuando bajas el alquiler a una familia humilde de Bowerstone que cuando decides de manera binaria sobre el futuro de pueblos enteros. En la segunda mitad del juego, tu alineamiento, el futuro de la nación y hasta la vida misma de los habitantes de Albión son tratados como simples números entre los que elegir, y si quieres ver el efecto que tus decisiones tienen tendrás que molestarte en buscarlo tú mismo. Unido al súbito final de la trama principal, que llega mucho antes de lo que el juego da a entender durante las secciones inmediatamente anteriores, este factor hace que tu reinado de la sensación de ser una experiencia poco consecuente, casi como si hubieran descabezado a tu Héroe y al espíritu mismo de la saga, y te obligasen a verlos corretear.
Por lo demás, tenemos 'Fable III': El Retorno de 'Fable II'. El sistema de combate, la forma de relacionarnos con los personajes, la personalización mediante ropa, tinte y alineamiento, la naturaleza de los coleccionables, la actividad económica, la Senda Dorada, el perro, incluso la estructura narrativa y algunos escenarios... todo es virtualmente idéntico.
De hecho, el precio de las cuestionables novedades, más propias de las "patch notes" de la expansión de un MMORPG que de un nuevo juego en una saga tan importante como esta, parece ser un pequeño recorte de contenido, o esa es la sensación que 'Fable III' transmite. Hay menos zonas en el juego, y las nuevas apuestas de ambientación (el Bowerstone Industrial y una zona que no mencionaremos por considerarlo un enorme spoiler) no dan la talla. Hay muchas menos misiones secundarias, hay menos cavernas, se han suprimido los comerciantes y los NPCs que te daban misiones de escolta por los caminos (aumentando así la motivación del teletransporte y reduciendo la de exploración), hay menos negocios, inmuebles y productos...
Fable II.IX
Por tanto, aunque un nuevo Fable es todo un acontecimiento y sus innegables virtudes siguen ahí, las novedades son accesorias o hasta perjudiciales, y obtenemos menos cantidad de todo lo que ya funcionaba en 'Fable II'. A nivel técnico y mecánico, este juego es mejorable pero excelente, como ya lo fuera su antecesor, y además es sencillamente muy divertido para gamers de prácticamente todas las edades, y de ahí la nota alta que le damos. Sin embargo, los seguidores de la saga percibirán una familiaridad que no sólo se desprende de que volver a estar en Albión es como volver a estar en casa; el juego anterior se ha reutilizado sin rubor, implementando sólo una serie de cambios que no han salido todo lo bien que se esperaba. El resultado es un juego muy bueno, pero que no es excelente porque ha perdido aquello que daba alma a sus antecesores; su capacidad de sorprender.
Lo mejor:
Tan bueno como 'Fable II'
Lo peor:
No muy diferente de 'Fable II'