Los ocho bits están más de moda que nunca, y aunque parezca mentira, siempre hay alguien que consigue volver a sorprendernos con un título, normalmente indie, que logra encandilarnos.
Éste es el caso de 'Elliot Quest', un juego con gráficos totalmente en 8bits, ni si quiera en 16, que llega para darle las gracias, a su manera, a la saga 'Zelda', pero no a la que conoce hoy todo el mundo, sino a aquella que comenzó su andadura, a la que ya nadie (o casi nadie) recuerda.
El título nos plantea una situación bastante curiosa, y es la de Elliot, que tiene un pequeño "problema" de maldiciones. Para solucionarlo, debe de ir a visitar a los Guardianes de los templos que, más que amigos, parecen enemigos.
Por ello deberá de embarcarse en una aventura de plataformas en dos dimensiones a través de distintas fases para mejorar sus habilidades, conseguir otras nuevas, y convertirse en algo que le permita seguir adelante.
El planteamiento es completamente el de un 'Zelda' de los antiguos. Un mapa con distintas zonas, y cada una de ellas con un entramado en el que se mezclan los puzles, las plataformas y la acción a partes iguales. Todo esto tendremos que superarlo con la cruceta y tres botones, salto, ataque y habilidad. Eso y nuestro ingenio y habilidad es lo único que necesitaremos para disfrutar de 'Elliot Quest'.
Un juego complicado
Después de haber jugado 'Elliot Quest', la verdad es que puedo decir que es un juego complicado por varios motivos. En primer lugar porque no hay ningún tipo de guía, ni de camino principal que seguir. Simplemente, hay un mapa con una serie de zonas a las que deberemos de ir accediendo para intentar llegar a los Guardianes.
Estos caminos son a veces accesibles, otras veces nos faltarán objetos y otras, simplemente, nos harán sentirnos muy tontos porque no seremos capaz de ver cómo hay que avanzar cuando la solución es muy obvia.
Pero esto, lejos de ser algo malo, le da ese "no sé qué" al juego que consigue atraparte y no te deja ir hasta que logras superar el reto. Y no hablo de retos que te propone el juego, sino más bien de los que tú mismo te auto impones conforme avanzas. "Encontrar el camino", "conseguir dinero para la mejora de las armas", "llegar a ese corazón", "pasarme este jefe"... Cualquiera vale, y cualquiera nos va a hacer sentir verdaderos héroes que acabamos de pasarnos 'Dark Souls II' en menos de 15 minutos.
Sin embargo esta dificultad es a veces excesiva por causas que son totalmente ajenas al juego en sí. Hablo, por ejemplo, de la falta de descripciones de los objetos. No hace falta un manual de veinte folios, pero al menos que, cuando cojas un objeto te diga lo que hace en tres palabras.
Si os pasa, sabed que el colgante es el que os otorga la fuerza para empujar piedras. Yo me tiré más de media hora encerrado en una sala porque no sabía salir, y el objeto que acababa de coger no "funcionaba" con ningún botón. Claro, había que empujar los bloques.
El otro gran mal que aqueja a 'Elliot Quest' son los bugs. Por desgracia, en esto no se parece en nada a aquellos títulos de NES que tanto nos encandilaron. Si la versión de PC es un nido de ellos, la de Wii U no se libra. No hay demasiados, y por suerte se van solucionando con parches, pero todavía hay uno muy molesto, y es que, en determinados momentos, el personaje se queda congelado durante una fracción se segundo, lo suficiente para hacer que te descuadre toda tu estrategia.
Por suerte no ocurre mucho, así que no lo hace injugable, pero es algo que debería de estar solucionado ya, y sin embargo, no es así.
Sabor a añejo
No nos engañemos, el juego está hecho para aquellos que, a parte de querer un reto, sentimos esa nostalgia por los juegos de nuestra época. Esos 'Zelda', esos 'Mario', esos 'Sonic', esos juegos que, en definitiva, marcaron un antes y un después.
Y la verdad es que lo consigue y no solamente por los gráficos o la banda sonora (exquisita, por cierto). Lo consigue porque tiene ese toque retro que ningún juego de hoy día tiene.
No hace falta saber nada para jugar a 'Elliot Quest'. No tienes que ser un experto. No tienes que conocer su mundo. Simplemente entras, y aprender. Y te llena. Y tienes ganas de continuar jugando, más que para ver qué le pasa a Elliot, que también, para superar esos retos de los que hablábamos.
Sí, 'Elliot Quest' es un juego de 8bits, pero pese a ello es un juego precioso. Cada zona está perfectamente diferenciada del resto, y cada enemigo tiene un patrón distinto. Y si, además, lo acompañamos con una banda sonora acorde con los gráficos pero pegadiza y mimada, tenemos un resultado más que sobresaliente.
'Elliot Quest' es de esos juegos que han conseguido que me aprenda las fases de "pe a pa" a fuego, no solo por las veces que me las he tenido que pasar, sino también por los quebraderos de cabeza que he tenido para superarlas, y aunque alguien pueda decir que se ha desesperado un poco, lo cierto y verdad es que, al menos para mi, es muy agradable pensar en un juego y recordar las experiencias que has vivido con él.
El primer jefe, cuando por fin consigues el doble salto, las malditas botas, las flechas mejoradas, ese corazón de vida al que no conseguía llegar en el primer templo... Sin duda alguna 'Elliot Quest' consigue lo que muchos otros juegos, incluso triple A, no logran, y es causar sensaciones.
No hace falta trasfondo. No hace falta una gran historia. No hacen falta gráficos. Este juego demuestra, una vez más, que solo con ganas y buen hacer, se puede conseguir algo realmente sobresaliente. Yo, desde ya, os digo que me acordaré de 'Elliot Quest' dentro de muchos años. Y me acordaré con una sonrisa.