'The OA' viene presentaba bajo el titular de "serie producida por Brad Pitt". ¿Qué quiere decir esto? Pues en realidad absolutamente nada, pero tiene una función comercial evidente: destaca dentro del montón de catálogo original que Netflix ha publicado en las últimas semanas. Con ese titular y un tráiler tan místico como luego resulta ser la serie, no es difícil caer en los ocho episodios que contienen la primera temporada de la ficción de Zal Batmanglij, Brit Marling. Esta última ejerce, además, como guionista y también como protagonista de la serie.
El viejo debate de la vida y la muerte, y la divagación sobre el más allá, aburren materialismo sobre manera. Cuando descubrí en 'The OA' este discurso religioso y pseudocientífico de por medio, tuve la tentación de bajarme del carro. Una tentación muy seria. Sin embargo, 'The OA' de dejar la moralina a un lado, para aproximarse sin complejos al género fantástico. Con la potencia que esconde siempre una buena historia de misterio, 'The OA' se viene arriba cuanto más enigmática y desconcertante se vuelve. Os advierto que puede llegar a ser increíblemente desconcertante.
Todo es misterio
Para explicar lo que es 'The OA' entro en un gravísimo conflicto con los spoilers, porque dar cualquier el desarrollo de la trama principal es arruinar el primer misterio importante que se desarrolla en los capítulos iniciales. Por esto me limitaré a hablar de los primeros minutos del episodio piloto, para ser verdaderamente cuidadoso: sin línea de crédito, sin secuencia de apertura, el impacto de una chica tirándose desde un puente. Así comienza 'The OA'. Esa mujer resultó ser una chica ciega, desaparecida años atrás, que vuelve a ser localizada por su familia a raíz de este acontecimiento con la sorpresa de que ahora puede ver, y tiene unas profundas cicatrices a su espalda. Esta chica es Prairie Johnson (OA), interpretada por Brit Marling, como decía. Pero, ¿dónde ha estado esos años? ¿cómo ha recuperado la visión? ¿cómo volverá a adaptarse a su vida? ¿quiere adaptarse de nuevo a su vida anterior? Desde el principio se plantean algunas de las preguntas fundamentales que servirán como esqueleto para la sucesión de episodios.
En este punto lo que hace 'The OA' es abrir fundamentalmente dos debates: el primero de ellos sobre las experiencias más allá de la muerte, mostrando cómo se transita en el túnel que une la vida terrenal con el infinito de la muerte, y todo entra en evaluación en ese proceso. El segundo debate es sobre la locura y su significado. Tras cinco años de licenciatura en psicología lo único que tengo claro es que la línea que separa la cordura y la locura es difícil de trazar. La eterna discusión académica nos lleva siempre a un terreno de contexto, ya que lo disfuncional en un entorno, en otro diferente podría ser fundamentalmente adaptativo; por lo que lo que en una cultura es patológico, en otra puede llegar a ser una conducta valorada. Sin llegar a exponer este debate en la profundidad que me hubiese gustado, sobre 'The OA' la cuestión de la enfermedad mental sobrevuela constantemente, no sólo haciendo dudar entre lo que es locura y no a los propios personajes, sino sembrando la duda también en los que nos sentamos frente a la pantalla.
Las preguntas sin respuesta
Sin embargo, estos dos debates abiertos no son más que una herramienta para centrar la historia en lo que realmente es nuclear: el contacto con la muerte acaba reuniendo a un grupo de seis personas en una situación de inadaptación total. A través de la llegada de Prairie de nuevo a su barrio, estas personas, muy diferentes entre sí -una profesora solitaria de mediana edad, un chico conflictivo, un huérfano que coquetea con las drogas...-, encuentran una fuente de apoyo mutua, y comienzan a avanzar sobre sus problemas. Una vez ese grupo de seis está reunido Prairie comienza a narrar su historia en los años de desaparecida, y os aseguro, sin decir absolutamente nada más, que es una historia aterradora y desconcertante. El verdadero interés es como 'The OA' desdobla la estructura narrativa para aportar una idea realmente refrescante. De esta forma caminan dos líneas temporales en paralelo: el flashback del pasado, cuya narración cambia radicalmente la vida presente de los que la están escuchando. Esta serie nos enseña así el valor de escuchar las cosas realmente importantes, algo que probablemente en la sociedad tecnológica hemos dejado de hacer.
Es un acierto presentar una historia mística con el envoltorio del cine de género, y más inteligente todavía el desdoble de la trama en dos líneas temporales; sin embargo, lo que termina de contextualizar 'The OA' como una serie muy conveniente para el éxito es la atmósfera desconcertante, casi opresiva, que la rodea. 'The OA' es una serie muy hipster en cada una de sus facetas, desde la fotografía, hasta la mirada sostenida de Brit Marling prácticamente en cada secuencia. Intenta diferenciarse, incluso, con demasiado ahínco, llegando a resultar molesta. Sin embargo, lo que nadie le podrá negar es que por este camino logra imprimir una personalidad al metraje.
Las caras de 'The OA'
El casting, excepto en el caso del personaje de la madre de Prairie, mal interpretado por Alice Krige y bastante mal escrito, cumple muy bien. Me gusta especialmente Brit Marling en el papel protagonista, pero no se quedan atrás Patrick Gibson, como chico rebelde, y sobremanera caigo rendido con la entrañable Phyllis Smith, de la que recordaréis algunos momentos muy épicos los que hayáis visto 'The Office' USA. También nos encontramos de nuevo con Scott Wilson, Hershel en 'The Walking Dead', que por suerte vuelve a tener dos piernas. Aunque, mención aparte merece Jason Isaacs, que toma un papel protagonista tras un par de episodios y regala, cerca del final, un momento de violencia que probablemente sea lo mejor de toda la temporada.
Sin embargo, el mayor problema que encuentro en 'The OA' es de desarrollo en los capítulos centrales, donde enlazamos un par de episodios en los que apenas sucede nada en absoluto. Repunta para cerrar, y me ha dejado con dos sensaciones muy evidentes: es maravilloso cómo me han enganchado -la escuela de 'LOST' sigue haciendo mella, es, con total seguridad, la serie más maravillosamente rara que he visto últimamente. Quizá un tono excesivamente dramático que no da ni un solo alivio, pero en cualquier caso rotundamente recomendable.