El 20 de Junio 2019 | 20:30
Recuerdo 'Aggretsuko' con esa alegría que transmite una serie sorprendente. Una serie a la que das una oportunidad porque es cortita y no tienes nada mejor que hacer, de la que no esperas mucho y sin embargo terminas maravillada, divertida y a la vez triste, deseando una continuación.
Hace unos pocos días llegó esa continuación y, una vez más, me puse a verla sólo para tener algo con lo que entretenerme esa tarde. Las segundas partes tienen la mala fama de no ser muy buenas, y por desgracia en Netflix no es la excepción, de modo que iba con prácticamente el mismo recelo que el año pasado.
Y oh. 'Aggretsuko' lo ha vuelto a hacer. Lo ha vuelto a hacer y mejor.
'Aggretsuko' contra el capitalismo, la explotación y los roles de género
La segunda temporada tiene la misma estructura que la primera: la primera mitad se centra en la vida laboral y personal de Retsuko y lo mucho que se le hace bola, y el resto gira alrededor de un interés amoroso. Aunque a grandes rasgos es más de lo mismo, entran en juego nuevos elementos que hacen que esta nueva tanda de episodios parezca fresca e innovadora.
El primero de ellos es Anai, un nuevo compañero de trabajo que acaba de salir de la universidad y que a simple vista parece un sol. Problema: lo es, pero tiene tanto miedo a la madurez y a las responsabilidades que se esconde bajo una gran capa de odio twitteril que aterroriza a media plantilla. No se le puede decir nada en absoluto porque todo lo interpreta como un ataque, amenaza y exige disculpas mediante e-mails para no tener que enfrentarse cara a cara con nadie y presenta denuncias contra cualquiera a la mínima oportunidad.
A nadie le gustan las personas como Anai, pero lo más interesante de todo esto es que su miedo no está infundado. Cada generación tiene más presión y dificultades que la anterior, y en particular las personas sin experiencia como Anai están en riesgo de verse sobreexplotadas en sus empleos o incluso estafadas. Una vez alguien (Kabae, la MVP de la serie) es amable con él y le permite sentirse cómodo en el trabajo, su rendimiento y su actitud mejoran muchísimo hasta el punto de convertirse en uno de los empleados más queridos de contabilidad.
'Aggretsuko' no defiende el comportamiento de Anai; al contrario, lo retrata como el niñato creepy e insufrible que es. Aunque buena parte de ese comportamiento está condicionado por la sociedad, la serie le hace siempre responsable de ello, y se asegura de separarle como individuo y darle espacio para reconocer sus errores, remediarlos y crecer como persona. Justo como debería ser. Bastantes personajes antagónicos (y malvados, con todas las letras) son excusados detrás de un «¡es que el mundo me ha hecho así, no es culpa mía!». Y ya es hora de acabar con ello.
En esta temporada también entra en juego la madre de Retsuko, un arquetipo con patas de la clásica madre pesada que siempre te ve como a una niña pequeña que no sabe tomar buenas decisiones y que, por supuesto, es mejor que las tome ella en tu lugar. La principal preocupación de la madre de Retsuko es que, ¡horror!, su hija tiene ya veinticinco años y no está ni prometida ni casada. Recordemos que estamos en Japón, y ahí las mujeres a partir de los treinta ya son consideradas demasiado viejas para resultar atractivas. A su edad, Retsuko se siente atrapada en una cuenta atrás para casarse y formar una familia antes de que «se le pase el arroz», y se ve sugestionada para aceptar citas a ciegas y hasta la posibilidad de un matrimonio concertado.
Sus experiencias se ven contrastadas con las de sus amigas Washimi y Gori (que siguen siendo de lo mejor de la serie, ay), que aportan distintos puntos de vista. Gori, a sus cuarenta años, es feliz con su trabajo y no necesita una pareja, pero le encantaría conocer a alguien, enamorarse y casarse. Washimi, por su parte, guarda una mala experiencia de su matrimonio y cree que es innecesario. De esta manera, 'Aggretsuko' no se posiciona ni a favor ni en contra del tema y deja que los espectadores se formen sus propias opiniones a partir un amplio abanico de posibilidades. Al igual que Retsuko.
Y es que a pesar de la presión de su madre, Retsuko quiere casarse. Como ya vimos en la primera temporada, quiere tener novio, pasar por el altar y formar una familia. Unos deseos que no tienen nada de malo, pero que la afectaban negativamente porque los anteponía a su trabajo e incluso a su propia persona. Fracasada su relación con Resasuke, uno pensaría que ha aprendido una gran lección, y así es, pero eso no significa que su próximo novio vaya a ser el definitivo. Tadano se le presenta como un chico interesante, misterioso, con el que encaja bastante bien. Con el tiempo se conocen y se gustan, y terminan queriéndose de verdad. Aunque tienen sus dificultades, los dos encuentran la forma de seguir adelante... pero no quieren lo mismo. A Tadano no le atrae nada el matrimonio, y tiene clarísimo que no quiere tener hijos. Eso a Retsuko le parte el corazón. ¿Y es que qué representa que tienen que hacer? Pueden seguir con la relación durante un tiempo, felices, pero sus diferencias acabarán por obligarles a tomar una decisión. No son compatibles. Uno de los dos tendría que renunciar al futuro que quiere, y eso no es algo que el amor pueda compensar. Demasiado voluble y demasiado en juego.
Retsuko termina por cantarle sus sentimientos a Tadano y, al igual que Resasuke, este se marcha justo después. Puede que no para siempre, porque sus negocios con la empresa de Retsuko iban muy bien, pero sí de la vida de ella. Ambos tienen que seguir adelante.
¿Y ahora qué?
Es muy posible que vayamos a tener una tercera temporada de 'Aggretsuko' tras este final —o, como mínimo, un especial de Navidad— para que todo quede bien cerrado, pero por el momento podemos estar muy satisfechos con lo que nos ha ofrecido este año. Una vez más, la serie aborda temas sociales tan complejos como lo son los roles de género tradicionales o el dañino capitalismo (siendo Tadano el portavoz principal de este mensaje, que no tenemos espacio para analizar pero que de todos modos es bastante claro), así como nuevas relaciones tóxicas tanto familiares como románticas. El desarrollo de personajes es increíble, y vemos un poco más de aquellos que parecían ser sólo secundarios.
Aún así, sigue habiendo lugar para el humor y la ternura. Que Gori y Washimi dejen de lado sus diferencias para estar con Retsuko cuando más las necesita es adorable, así como el eterno apoyo de Haida, que a pesar de haber sido rechazado valora a su amiga como persona y no como un trozo de carne. ¡Definitivamente, la serie va por buen camino! Esperemos que siga a la altura y tenga un final tan digno como estas dos temporadas. Menos mal que tenemos tantos estrenos para no aburrirnos mientras esperamos...
Lo mejor:
- Todos cantan. No sé. Qué más quieres.
- Trata nuevos temas sociales. Centra sus críticas en Japón, pero se pueden extrapolar.
- Nuevos personajes muy interesantes.
- Más desarrollo de personajes.
Lo peor:
- Esperar a la próxima temporada es un suplicio.
- Los últimos episodios te van a romper el corazón.
- Como nota aparte, no costaba nada darle un nombre propio a la madre de Retsuko.