Con 'Stranger Things' llega la serie más refrescante de toda la temporada de verano. Lo hace a ritmo ochentero, a golpe de fantástico, y con el sabor del cine de aventuras de otro tiempo sin caer en el oportunismo. Netflix vuelve a mostrar que un producto moderadamente arriesgado se convierte en una nueva razón de peso para mantener la suscripción al servicio streaming. La producción de "género" en la televisión siempre ha gozado de veda abierta: 'The Twilight Zone', que ahora también está en proceso de resurrección con Ken Levine ('Bioshock'); en España las maravillosas 'Historias para no dormir' de Chicho Ibáñez Serrador, que tan bien reivindicaron recientemente en La Órbita de Endor; el fantástico a mediados de los 90' lo tenía muy difícil para entrar en las salas, y la viva muestra la tenemos en que Cameron sustituía la dureza de 'Terminator' por el dramón de 'Titanic', y en esos tiempos tan difíciles para el género Joss Whedon apretaba en televisión con 'Buffy Cazavampiros' revitalizando el género. En la actualidad, y habiendo pasado momentos de más y menos popularidad, estamos en uno de esos puntos dulces para el fantástico televisivo. Ryan Murphy refundó nuestro interés con la antología 'American Horror Story', y así se acondicionó el camino a otros proyectos como 'Hemlock Grove', también de Netflix con el irreverente Eli Roth, o 'Sense8' de las Wachowski. En este punto álgido aterriza 'Strange Things', que se catapulta directamente a ser candidata a serie del año y que llega para marcar un nuevo referente en el fantástico actual usando con elegancia los hitos de otro tiempo.
Con ese momento saludable para el fantástico se entrelaza la moda del revival, y hay dos nombres que no cesaron de rebotar en mi cráneo mientras preparaba la crítica de 'Stranger Things': 'Prometheus' y 'Jurassic World', ambos intentos poco dignos y facilones de resucitar viejas glorias. En ambos casos, y como telón de fondo el mismo pecado se repite: viejos cuentos con nuevas reglas. En el caso de la película de Chris Pratt, por ejemplo, uno por uno se cumplen los puntos requeridos para hacer una cinta de Parque Jurásico, y, a la vez, uno por uno se siguen los modos de hacer para un blockbuster de 2016. El cóctel nos descubre una aproximación tediosa pobre al festival de la animación por ordenador. Sin alma. Sin carisma. Sin interés.
Oscura y madura
Sin embargo, la serie de los hermanos Duffer para Netflix, ésta recién estrenada 'Stranger Things' con ocho capítulos como primera temporada, recupera clichés del género de la aventura ochentero, del que creció al ritmo spilgberiano de 'E.T.', con los 'Goonies'... Nos ambienta en la época, con hombreras, cardados, y el glam sonoro en la cinta de cassette, pero no se conforma con ser la sucesión de clichés uno tras otro, sino que ambiciona poner sobre la mesa una narración firme y pulida para un thriller de misterio y conspiración muy bien medido, más cercano al mejor Carpenter.
El punto de partida para la serie, sin caer en spoilers, tranquilidad, nos lleva a un pequeño pueblo de Indiana. Los años ochenta azotan la pequeña villa, y un grupo de cuatro niños juegan a 'Dragones y Mazmorras' enfundados en sus Converse con el candado en la BH amarrada al porche. Se hace tarde porque el "máster" quiere terminar la partida al completo, y en la oscuridad de los bosques del norte de USA, el grupo de chavales pedalea camino a casa con la aguja del reloj animando la pedalada. A uno de la pandilla, Will, el más pobre, el que viene de una familia rota y excluida que una demacrada Winona Ryder (Joyce) saca adelante a duras penas, le persigue una amenaza difícil de describir. El niño desaparece sin rastro, y a partir de este punto arranca un thriller de desapariciones que recuerda al mejor europeo, entrelazándose con coherencia con la historia de conspiración fantástica. El Telón de Acero todavía partía el mundo en dos, dando alimento a la ciencia ficción de la época imaginativa sobre lo que se investigaba en el Área 88 y sus afines, y ese eco de otro tiempo resuena también sonoro y fresco en la historia de Netflix.
Más que estético
Hay que mirar mucho más allá del cine de aventuras ochentero. Los hermanos Duffer se atreven a llevar su 'Stranger Things' unos cuantos pasos más allá que el 'Super 8' de J.J. Abrams, y esa vuelta de tuerca es lo que hace de esta serie un ejercicio muy superior. Para el nostálgico -para mí-, 'Super 8' fue un viaje en la máquina del tiempo, un viaje con sus traqueteos, pero un buen viaje en general. Sin embargo, 'Stranger Things' es una ficción lo suficientemente madura como para ser más que alimento a la nostalgia. Es una historia mucho más oscura, mucho más dramática y dura de lo que puede parecer a simple vista. Una historia que juega con el dolor de la pérdida poniendo la lupa muy cerca de la familia que la sufre, con una Winona Ryder que sobresale por encima en el casting en luchando en la fase de resistencia del duelo. Pone la óptica, apoyada en la desaparición, en la exclusión social y la discriminación, que no es más dura en las pequeñas comunidades, pero sí mucho más explícita. Pero a la vez, y entre la oscuridad, llega la luz en forma de alivio con las peleas entre el grupo de amigos del desaparecido, tres nerds brillantes y brillantemente interpretados.
Pienso, al ver 'Stranger Things', en aquello que tradicionalmente arruina la ficción española para televisión: una serie española tiene que gustar a toda la familia. La escasez de miras de la producción local intuye que una serie necesita interesar al niño, al abuelo, y a todos los que caen de por medio. 'Médico de Familia' es el arquetipo de Frankenstein que con orgullo defiende esta filosofía, como una maquinaria más interesante para el "product placement" que para la narración de historias. 'Stranger Things', sin embargo, también guarda esa ambición de llegar a un espectro muy amplio de público, no se quiere conformar con gustar al fan del género fantástico, y, de nuevo, es coherente en su hazaña: La pandilla de niños, "nerditos" y amigos inseparables, son alimento para el nostálgico que soñó con 'E.T.' más de una noche; la trama de los adolescentes en la bisagra instituto - universidad logra encajar sin problemas con nuestros adolescentes; el componente fantástico a cualquier fan del género le hará caer, pero esa potencia dramática de la pérdida de un hijo, ese thriller de desaparición que sirve de esqueleto a la propuesta, es lo que es capaz de enganchar sin problemas a cualquier seriéfilo. Ingredientes para lograr una serie que no necesariamente ha de ser minoritaria, y un ejemplo de cómo lograrlo bien. Esto en España es fácil de admirar, justamente porque estamos demasiado acostumbrados a ver cómo se hace mal.
Al recomendar ejercicios como este es fácil caer en "peros", en asteriscos, en matices. Con 'Stranger Things' sólo hay un "sí" rotundo. Esta es la mejor serie que verás este verano sin ningún lugar a la duda, una sorpresa auténtica, afilada y medida, que nos pegará un viaje en el tiempo con ocho episodios espectaculares. Si 'American Horror Story' tiene la noble intención de servir de crónica para la historia del género de terror, deteniéndose temporada a temporada en uno de los objetos fóbicos tradicionales de la literatura; 'Stranger Things' es el equivalente fantástico, retomando escenarios clásicos de la ciencia ficción de la conspiración y dándoles un nuevo enfoque.