La primera sorpresa del año 2017 es también, en buena medida, toda una decepción. 'Sherlock' despega con su cuarta temporada directamente a través de Netflix en España, y, pese a que todos los rostros capitales con los que despedimos la tercera temporada siguen presentes; pese a que esta es la última temporada, lo que nos obliga a saborearla con especial dedicación, y pese a que 'Sherlock' llega con cuentagotas, por lo que cada estreno debe ser una celebración, el capítulo inicial de la cuarta temporada es un jarro de agua fría. Da la sensación de que la serie se ha ensimismado en su propio éxito, dirían los abuelos que "se les ha subido el éxito a la cabeza", y lo que tenemos aquí es un capítulo vanidoso. Un capítulo que Conan Doyle despreciaría si levantase la cabeza, porque habla mucho de nuestros protagonistas, y muy poco del caso en cuestión, expuesto de una manera torpe y desordenada.
Pongámonos en situación: el matrimonio Watson acaba de tener a su hija, mientras que Sherlock continúa resolviendo casos menores con la ilusión del fantasma de Moriarty tras cada esquina a la que se asoma. La primera media hora, de los 90 minutos que de nuevo nos regala la serie, es costumbrismo de Baker Street. El día a día de este trío de investigadores saltando de misterio a misterio.
De caso en caso
Como tantas veces, lo que se presenta como un caso menor en la carrera de 'Sherlock' acaba siendo la primera piedra de un caso muchísimo mayor. En el gesto poético de los bustos de yeso Margaret Thatcher que aparecen rotos en mil pedazos se esconde un caso que será, no sólo determinante para la carrera de Holmes, sino también también de trascendencia vital. Aquí llega el primer tropezón del capítulo, ya que de un caso aparentemente insustancial emerge el central del episodio, con el hecho tan casual como recriminable de estar totalmente vinculado a la vida personal de Holmes. Esta es la primera casualidad, de muchas, que nos encontramos en la resolución del caso. Una y otra vez eventos fortuitos van dirigiendo la progresión de la aventura, que en esta ocasión trasladará a los protagonistas a través de varios países, como muestra unívoco de que quieren hacer de este 4x01 una aventura enorme. Sin embargo, el vaivén entre personajes, villanos y localizaciones lamentablemente acaba convertido en un pastiche pobremente hilado. La puntilla final la encontramos en el propio desenlace, de nuevo fortuito, y de nuevo decepcionante.
Aparentemente todo es reconocible como parte de la serie, y volvemos al principio del artículo: mismos personajes, mismos rostros, mismos escenarios, mismos planos de Londres... pero este primer episodio es traicionero para el resto de la ficción, en la medida en la que condena el caso al segundo plano. 'Sherlock' es la mejor adaptación de las historias de Conan Doyle que hemos tenido hasta la fecha. La mejor al traer a los tiempos modernos la historia victoriana por excelencia. Su éxito se esconde en la capacidad quirúrgica de sus guiones para lograr aislar los elementos nucleares de las historias de Conan Doyle, haciéndolos fácilmente trasladables al momento contemporáneo. Sin embargo, en este episodio la inteligencia con la que el caso de investigación se construye y se resuelve pasa a mejor vida, poniendo el foco directamente sobre los personajes protagonistas, su evolución y sus relaciones.
El espíritu de 'Sherlock'
Está claro que para la serie, si pensamos en ella como una historia de personajes, el primer episodio de la cuarta temporada es una pieza fundamental. Uno con el que lograremos comprender sus motivaciones y que marcará el transcurso de nuestros protagonistas en los coletazos finales de la ficción. Sin embargo, en este camino han sacrificado el valor del episodio como una pieza independiente. Algo difícil de justificar.
Si pensamos en el origen de la serie 'Sherlock', la primera pieza clave de su éxito es guardar la esencia de las historias de Doyle como relato corto. Un desarrollo de historias inteligentemente escritas, que el carisma del Holmes de Benedict Cumberbatch y el Watson de Martin Freeman son capaces de mantener caso a caso sin complicaciones. La propuesta de los capítulos de 90 minutos por episodio ya sirve como indicativo para clarificar que estamos ante pequeñas películas sobre Sherlock Holmes, que los televidentes posmodernos esperamos con el mismo ímpetu que los lectores del XIX aguardaban cada nuevo número de The Strand Magazine. Dar la espalda a esta filosofía es el pecado de este capítulo inicial de la cuarta temporada.
No obstante, incluso un episodio desafortunado de 'Sherlock' sigue muy por encima de la media de lo que estamos acostumbrados a ver en la pequeña pantalla. Evidentemente esta es una crítica negativa, pero contextualizada dentro del progreso de la serie de BBC. Hay que seguir viendo 'Sherlock', hay que ver este capítulo 4x01, porque está esencialmente creado para satisfacer los instintos más básicos del fan de la serie. Disfrutaréis de las maravillosas interpretaciones de Freeman y Cumberbatch, que siguen comiéndose la serie aunque pretenda ser más coral, y cerraréis el episodio esperando con la dependencia de un heroinómano el próximo encuentro con 'Sherlock' en el nuevo capítulo día 9 de enero.