El año pasado, Netflix consiguió que los espectadores se quedaran con muy buen sabor de boca al presentar 'Santa Clarita Diet'. Fue, sin duda, una de las series más ambiciosas y potentes que presentó el año pasado: una comedia un poco gore, y bastante absurda, que conquistó a los espectadores gracias al protagonismo de Drew Barrymore. No todos los días se puede ver a Barrymore interpretando a una mujer caníbal.
La familia Hammond consiguió críticas bastante dispersas durante su primera temporada por parte de aquellos que la vieron. Y es que, pese a las altas expectativas que despertó con sus anuncios y sus tráilers, y pese a todo lo que Netflix invirtió en ella, no es una serie apta para todos los públicos. No solo tiene situaciones que pueden resultar desagradables estéticamente hablando, sino que también cuenta con un humor más absurdo de lo que muchos están acostumbrados a ver. No obstante, acabó obteniendo unos relativos buenos resultados, y había muchos espectadores esperando para ver la segunda temporada.
Hace unos días, Netflix por fin publicó la segunda temporada de 'Santa Clarita Diet'. La historia de la familia Hammond, sobre todo de Sheila, continuaba; ella seguía buscando una especie de cura para su mal, mientras que su marido y su hija trataban de lidiar con esta extraña situación de la mejor forma posible. Aunque nunca es fácil aceptar que uno de tus seres queridos está convirtiéndose poco a poco en un zombie devorador de personas que, además, se pudre lentamente y pierde su capacidad de auto-control.
Más historia en esta nueva temporada
Si hay una mejora clara en esta segunda temporada, es sin duda que cuenta con mucho más argumento que la primera. No es que en su debut 'Santa Clarita Diet' no tuviera historia, sino que ahora ha incluido bastante más: se ahonda mucho más en el origen del extraño virus que somete a Sheila, así como en la historia de este, y en por qué la carne humana es ahora su alimento preferido.
Todo continúa justo donde lo dejamos: Joel (Timothy Olyphant), Abby (Liv Hewson), Eric (Skyler Gisondo) y Sheila continúan investigando. Porque saben a la perfección que si ese virus se expande, será el fin de la humanidad. No obstante, no creáis que eso hace que dejen de cometer asesinatos, ni mucho menos; Sheila no puede evitarlo (o no quiere), con lo cual veréis bastantes escenas sangrientas también durante esta segunda temporada. Mas el gore que encontraréis poco tiene que ver con el que se pueden ver en algunas de las películas de este estilo. Es mucho más sutil, más sencillo.
Sheila hace un gran esfuerzo por tratar de llevar una relativa normalidad, aunque no termina de ser capaz. Su voracidad crece poco a poco, y su cuerpo cada vez se ve más deteriorado. La emoción y la intensidad aumenta con creces durante esta segunda temporada. Mientras tanto, Joel sufre, porque no sabe cómo encajar todo esto; y Abby sorprende siendo la más estable, pese a lo mucho que le costó aceptar la situación durante la primera temporada. Eso sí: la familia permanece unida, siendo un auténtico ejemplo de amor incondicional. ¿Durará esto para siempre, o acabará ganando el hambre?
Supera a la primera temporada
Uno de los puntos fuertes de la primera temporada fue el hecho de que los zombies (aunque no se llamen así) no eran exactamente lo que se hubiera podido esperar de un zombie. Pese a que tenían un apetito voraz, también eran capaces de controlar (en cierta medida) sus acciones. Esto es precisamente lo que les hace diferentes, y es lo que hace de esta serie una comedia muy enigmática y entretenida. En todo momento vemos como Sheila intenta no ir a peor, pero sabe que sí, que continuará yendo; mas en ningún momento llega a ser completamente como un zombie tradicional. No es una persona que pierda absolutamente la cabeza, sino que pueda continuar llevando una vida más o menos normal a la vez que controla sus instintos de devorar a cualquiera que pase por su lado.
Lo más llamativo de esta temporada es que la trama coge fuerza, y se le permite al espectador ir averiguando más detalles sobre lo que son estos seres. Las respuestas que se van dando sobre el origen inicial de la infección denotan un buen ritmo en la trama, lo suficientemente rápido como para que no haya ningún tipo de semejanza con otras series de zombies.
Esta segunda temporada mejora sustancialmente a la primera, puesto que mejora los puntos débiles. Continúa teniendo algunos fallos que, quizás, más de un espectador podría considerar imperdonables. Y es que su surrealismo es más que evidente. La relación de Abby con sus padres es extraña, haciendo que en algunos momentos lleguemos a salirnos de la ficción para comenzar a sentirnos algo confusos. Lo mismo sucede con algunas de las reacciones de Joel, que es un personaje, cuanto menos, histriónico; sí, es verdad que la serie requiere esa exageración, ese humor llevado al límite, mas hay momentos en los que resulta cansado.
No obstante, tiene puntos muy positivos. Si bien es cierto que la primera temporada puede llegar a hacerse pesada en según qué momentos, la segunda deja con ganas de más. Quizás tenga mucho que ver el hecho de que como hay más trama, es mucho más sencillo conectar con los personajes, con sus motivaciones, sus deseos y sus miedos. Si la primera temporada fue una especie de presentación, esta segunda es la continuación de la historia de unos personajes que ya conocemos, y que incluso apreciamos.