Ya es casi una tradición: cuando sale una película de la saga galáctica más famosa del cine todo el mundo se prepara para algo grande. Sucedió con la trilogía de las precuelas y con 'El Despertar de la Fuerza', que levantaron grandes expectaciones y una emoción sin igual en el público. Sin embargo, 'Rogue One' cae en un terreno extraño al tratarse de un spin-off ajeno a los episodios numéricos de la saga; eso hace que la reacción de los espectadores sea diferente, al igual que la forma de analizarla. ¿Consigue mantenerse en pie frente al resto de la franquicia?
El planteamiento de la película dirigida por Gareth Edwards ('Godzilla', 'Monsters') es sencillo e incluso ingenioso. Su argumento se centra en los sucesos inmediatamente previos a 'Una Nueva Esperanza', planteando al fan de a pie cómo los planos de la archiconocida Estrella de la Muerte, arma capaz de destruir planetas completos, acabaron en manos de la Alianza Rebelde. Aunque esta premisa pueda parecer poco prometedora en un principio resulta bastante interesante al analizarla de cerca, ya que aclara algunos de los puntos más oscuros en torno a la construcción imperial que los fans más habían pedido durante años.
La premisa funciona, y la consigue llevar adelante llevando el planteamiento de la saga a un nivel más realista. Aquí no contamos con los poderes de la Fuerza, sino una confianza ciega en ella, casi como si se tratara de una religión o una energía que nos envuelve a todos. Este detalle se suma al hecho de que los personajes principales luchan a un nivel terrenal, casi inmundo. Esta es una cinta muy bélica, menos mística que sus compañeras y más centrada en la batalla de a pie. No existe la magia, sólo las armas, la munición y las explosiones con las bajas y el horror de la batalla.
No puedo dejar de expresar mi asombro para señalar que, pese a este brusco cambio de planteamiento, la cinta logra sentirse como una película más parte del universo de 'Star Wars'. La banda sonora se ha asegurado de ser original pero siguiendo las pautas de sus antecesoras, y la ambientación sigue siendo digna de cualquiera de sus otras siete películas. Incluso sin los constantes cameos, en ocasiones cargantes, se podría identificar como parte del universo sin apenas dudar.
Al hacerla más terrenal también vuelve más oscura la película. Los personajes principales y secundarios, así como la mismísima Alianza Rebelde, se envuelven en un aura mucho más grisácea que en anteriores películas. El concepto del bien y el mal apenas se logra distinguir: el fin justifica los medios para muchos, y eso hace que algunos crímenes tengan que ser cometidos. Este planteamiento me parece ideal para un spin-off de la saga, que matiza los tonos oscuros que faltan en las principales cintas.
Desgraciadamente, aunque estos puntos encajan a la perfección en la franquicia, el largometraje se ve muy dañado a causa de algunos de sus aspectos más importantes. Uno de los más importantes de destacar son sus personajes. Felicity Jones ('Inferno', 'La teoría del todo') como Jyn Erso, principal protagonista de la película, está magnífica y logra un papel a la altura sin apenas fallas, pero el resto de su equipo se queda corto con respecto a ella. Diego Luna ('Mi nombre es Harvey Milk', 'Elysiym') es apenas destacable, Donnie Yen ('Ip Man 3', 'Crouching Tiger, Hidden Dragon: Sword of Destiny') es poco convincente y Jiang Wen ('New York: I love you') pasa completamente desapercibido. Ben Mendelsohn ('Exodus: Dioses y Reyes', 'Cruce de Caminos'), que interpreta al villano, no consigue centrar su papel y su actuación es ambivalente y poco clara a lo largo de la película.
Me gustaría decir que sus papeles están todos bordados, pero ninguno de ellos consigue el calificativo de memorable, con la excepción de la ya mencionada Jyn Erso y K-2SO, el androide al que pone voz Alan Tudyk ('Zootrópolis', 'Vaiana'). Parte de la razón de ello no es culpa de los actores, sino de una falta enorme de transfondo y nula química entre ellos. Eché en falta algún tipo de relación entre los personajes para que lograran conectar debidamente, y también la historia oculta tras cada uno de ellos, que se nota que existe pero no se revela ni se dejan caer pistas sobre sus pasados. Sólo podemos conocer el de Saw Guerrera, interpretado por Forest Whitaker ('El Mayordomo', 'La Llegada'), y eso es porque el personaje ya era conocido con anterioridad en la franquicia. Resulta muy difícil empatizar con el grupo principal cuando son tan desconocidos tanto entre ellos como para el espectador.
Y eso lleva al mayor de los problemas: el montaje final de la película. El largometraje ha tenido que pasar por algunos reajustes y que volver a rodar, y se nota mucho en el resultado final. La relación entre los personajes existe y se puede percibir ligeramente, pero no se llega a ver y su carencia afecta directamente a la historia. Sus cambios de dirección y falta de información son especialmente notorios en puntos clave del argumento: algunos personajes toman decisiones que van en contra de lo que hemos visto de ellos hasta el momento y no recibimos explicación de por qué. Sólo podemos ajustarnos a la conveniencia del guión, lo que no deja un buen sabor de boca al terminar la sesión, ya que deja muchas cuestiones detrás.
También el guión, en ocasiones, puede fallar bastante al dejar al espectador frente a algunas situaciones que rozan lo inverosímil y que, sin embargo, espera que se aceptemos ciegamente. Como ejemplo están los disparos de las tropas imperiales: mucho se ha bromeado sobre su capacidad para acertar en el blanco, pero en este largometraje alcanza un nuevo nivel con situaciones como señalar al enemigo con tiro claro y ser aún así incapaces de siquiera acercarse con el disparo, o incluso de disparar a un compañero por error apuntando a un enemigo. Esto es sólo un ejemplo de lo que sucede en la película, pero por el bien de las sorpresas argumentales no entraré en detalles más profundos.
Todo ello se puede pasar por alto si decidimos disfrutar del filme como lo que es, una cinta de acción con toques bélicos y de ciencia ficción ambientada en una galaxia muy lejana. Incluso sin la presencia de los Jedi la acción es soberbia. Las batallas estelares en naves son espectaculares, con conceptos que no habían sido llevados antes a la saga, maniobras y un caos de batalla sin igual, y que demuestran el terrible poder que pueden tener los famosos destructores imperiales. Los tiroteos a pie con blásters en los planetas contra sencillos soldados imperiales también destaca muy notoriamente. Consigue mantener un buen nivel en este aspecto, y es especialmente destacable la presencia de los gigantescos AT-AT, que se sienten terroríficos vistos desde tierra. El trabajo de Gareth Edwards como director con anterioridad en 'Godzilla' se nota especialmente al presentar a estas bestias cuadrúpedas.
En conclusión, este es un largometraje poco convincente, pero que no por ello deba ser del todo desmerecido. Es un buen intento para que la saga galáctica conozca nuevas fronteras y se expanda más allá de lo ya conocido, y en el terreno de la acción sigue mereciendo la pena. Quizás 'Rogue One: Una Historia de Star Wars' no esté hecho de la mejor calidad, pero como entretenimiento y hueco dentro de la franquicia cumple de forma correcta.