PIKA REYNOLDS

Crítica de 'Pokémon: Detective Pikachu', aceptable café el que me sirves

La primera película live action de la franquicia de Nintendo consigue atrapar la ilusión de los fans, pero como película individual no logra destacar en gran medida.

Por Daniel G. Astarloa 14 de Mayo 2019 | 11:30

Me encanta el café. A ti puede que también te guste: da energía, despierta bien por la buena mañana y su aroma alegra las caras de muchos clientes que buscan un momento de relajación en cualquier cafetería que encontremos en nuestra ciudad. También me gusta 'Pokémon', sin lugar a dudas una de mis franquicias favoritas en más terrenos que sólo los videojuegos: el anime, los juegos de cartas coleccionables, peluches... Son dos cosas estupendas que me alegran la vida. Pero no juntaría ambos porque el resultado podría ser, cuanto menos, extraño. No le daría a un Pikachu una taza de café no vaya a volverse un adicto y le afecte negativamente a su salud. Las cosas buenas están bien separadas: café por un lado, videoconsola por el otro.

Pero aquí estamos, en pleno año 2019, y todo el mundo está más sorprendido de lo que debería porque Nintendo ha hecho lo imposible: dar café a un Pikachu. Nadie pensaba que fuera buena idea, no podían pegar uno con otro. Algunas asociaciones podrían alertarse de este maltrato y seguro que nos llevaba a años de discusión acerca de si debería siquiera permitirse que la adictiva bebida se dé a queridos personajes de nuestro medio. Porque a 'Sonic the Hedgehog' el café no le ha sentado bien. Qué demonios: según Internet a nadie en los videojuegos le sienta bien.

Fragancia de café oscuro

Un buen café no es tan fácil de hacer como muchos hacen que parezca. Hace falta una buena máquina, técnica y estilo: cualquiera de nosotros puede ir a una cafetera de máquina y tomar lo primero que nos salga. Es dinero fácil que conseguir de la gente necesitada, pero no hay alma ni esfuerzo. Es lo que muchos imaginarían que pasaría con 'Pokémon: Detective Pikachu', cuyo café que toma perfectamente podría ser de una dispensadora marca blanca con leche podrida y una galletita rancia y polvorienta como regalo.

No es que el café de máquina sea malo per se, pero muchas veces me he visto necesitado de él. Recuerdo que necesité alguno para aguantar algunas películas como 'Assassin's Creed' o 'Resident Evil'. Pero en esta ocasión creo que he tenido una experiencia diferente. Durante la película no dejaba de sorprenderme cómo la bebida que Pikachu bebía hacía que un energético Ryan Reynolds brillara con una chispa especial. Sin lugar a dudas nos da las mejores líneas y momentos cómicos, con un guión que muy probablemente reescribió él mismo para desencadenarse y entregar su estilo de chistes favorito. Hacia el final de la cinta comienza a hacerse algo viejo y no tan efectivo, igual que sucedería si bebiésemos el mismo café cada día.

El resto de actores no saben encontrar el punto perfecto antes de quemar la leche o dejarla demasiado fría. Justice Smith llega a ser en ocasiones algo insoportable, y en general las tramas humanas son las que pasan más desapercibidas en la película y no encuentran el tono adecuado para mantener el suspense del público. Son los Pokémon, esas criaturas irreales que en teoría no deberían funcionar en pantalla, las que logran captar el interés continuo de la gente. Siento como si me hubiese acercado a un Starbucks antes de entrar al cine y hubiese comprado un largo y ciertamente delicioso café... Sólo que lo ha hecho la máquina, no nadie en la barra.

Granos de café, hazte con todos

Como menciono, los Pokémon son la mejor parte de la película sin lugar a dudas. Cada uno de ellos es como un grano de azúcar más para enriquecer nuestra bebida, con cientos de ellos repartidos por toda la taza y diferentes funciones. Como un buen café que encuentra la armonía entre los contradictorios sabores dulces y amargos que lo componen, podemos ver que las criaturas creadas por GameFreak han encontrado su propósito en la ciudad de Ryme City y crean un mundo maravilloso de ver: no el de los combates que apreciamos normalmente en los juegos, sino uno más cercano al espectáculo que Hollywood quiere enseñarnos normalmente. Los Squirtle ayudan a los bomberos, los Bouffalant sirven en los ranchos y los Lickitung, por algún extraño motivo, sirven de apoyo psicológico y emocional cuando estamos tristes lamiendo nuestras lágrimas.

Es sorprendente que este sea el aspecto más atractivo de la película, puesto que en un mundo en el que el CGI está a la orden del día y no parece que pueda sorprendernos mucho más llega con este abanico de sabores que tan bien funciona en pantalla. Hay algunas excepciones puntuales, por supuesto, como Mewtwo quien se nota el más artificial de todas las criaturas; pero quitando esos casos la pantalla no abruma con excesivos efectos especiales que harten al espectador, sino que dan la medida justa y necesaria para poder disfrutar de su mundo sin que nos sintamos unos intrusos. Desearás salir de la sala de cine y tener cerca un Trubbish al que tirar el resto de tus palomitas.

Pero incluso con estos dulces sabores no podemos eliminar la amargura del café de la ecuación. No pasa nada: los productores de la cinta nos tienen cubiertos con algo de leche para hacer más accesible la experiencia. Cubiertos, sí, porque han volcado toda la jarra en nuestra taza hasta el punto de que no sabes cuánto deberías beber. El misterio que se nos presenta para conducir la trama está aguado y apenas nos ofrece sorpresas que no podamos predecir: quizás un niño lo vea como una aventura policíaca llena de intrigas y giros increíbles, pero este es su primer café. No puedes esperar otra cosa más que el hecho de que se pase la noche pegando saltos sin que pegue ojo. Mejor no des café al niño a menos que tú también lo quieras, porque como seas un padre irresponsable que ni siquiera le gusta la franquicia... Tienes una larga noche por delante.

Los caminos del café son inescrutables

Con una trama algo descafeinada y unos actores humanos que apenas logran provocar nuestro interés y hacen que la leche esté algo pasada nos quedamos con un extraño resultado. La experiencia ha sido positiva, incluso se podría decir que a su modo relajante: hemos visto a un Pikachu beber un muy largo sorbo de café y no ha explotado con ello. No se ha convertido en el siguiente elemento a ser apaleado en la comunidad ni tampoco se convertirá en algo que recordemos dentro de unos años más allá de un simple dato curioso.

Hay gente que admira lo que ha sido capaz de conseguir 'Pokémon: Detective Pikachu'. Es desde luego un experimento curioso que servirá de perfecto entretenimiento para los niños, y aquellos que amen la franquicia encontrarán detalles que enriquecerán la experiencia de manera considerable... Pero si dejamos de lado esas gotas de nostalgia que han sido exprimidas para la cinta, lo cierto es que tenemos con nosotros un café bastante olvidable. Es poco inspirador y no logrará motivar a nadie para cambiar la industria del cine ni a hacer mejores cafés en el futuro. Porque queramos o no, esta película sigue siendo ese café de máquina que mencionábamos: podrás tener una conversación divertida con tu comunidad de amigos con ese café en las manos, calentándotelas y protegiéndote de la lluvia que hay fuera, pero eso no lo convierte en un buen café. Eso lo haces tú.