'Joker' ha sido todo un acontecimiento, tanto antes -con una histeria colectiva completamente estúpida que dice mucho de la sociedad, especialmente la estadounidense, y nada de la película- como después –con centenares de opiniones y declaraciones, del director incluido, que dan tanta vergüenza ajena que da pena que dañen un producto tan redondo que ese mismo director ha creado-. Más allá de esta nota sobre el contexto social en el que se ha estrenado 'Joker' (este artículo habla mucho más extensamente y mejor sobre el tema), nos vamos a centrar exclusivamente en lo cinematográfico.
'Joker' forma parte del cambio de rumbo tomado por Warner hace unos años para conseguir que sus películas de cómics tuvieran una personalidad propia y dejar de copiar la fórmula Marvel. De ahí salió 'Shazam!', una cinta ligera y fresca que no se esforzaba en crear un universo más grande que ella misma ni en introducir cientos de referencias a películas pasadas y futuras. El siguiente paso es 'Joker', que va más allá y ni siquiera pertenece al mismo universo que el Superman de Henry Cavil o la Wonder Woman de Gal Gadot. Ni falta que hace, porque 'Joker' no tiene la necesidad de depender de nadie ni de nada. Es más, ni siquiera tiene la necesidad de que su protagonista sea uno de los villanos más populares del cómic, aunque ayuda a enriquecer sus numerosos retratos en diferentes medios.
Detrás de 'Joker', encontramos a Todd Phillips como director y coguionista, junto con Scott Silver, nominado al Oscar por su trabajo en 'The Fighter'. Viendo el historial cinematográfico de Phillips, las dudas comenzaron a saltar entre el público, incluso llegando a pensar que simplemente era un director marioneta controlado por la productora. Nada más lejos de la realidad, 'Joker' ha resultado ser una auténtica película de autor, una rara avis dentro del cine de cómics, y que bebe tanto de la estructura de 'Taxi Driver' de Martin Scorsese y utiliza recursos y mecanismos de 'El rey de la comedia' (e incluso homenajea a uno de sus protagonistas) de Martin Scorsese, que duele un poco escuchar a Martin Scorsese decir que esto "no es cine".
Todd Phillips hace en 'Joker' un desgarrador retrato de la enfermedad mental, en un primer plano, pero, detrás de esto hay mucho más, una crítica furibunda a un sistema de clases, en el que ni sus instituciones ni sus miembros tienen algún aprecio por la vida humana. Este sistema es el que cae una y otra vez sobre Arthur Fleck, sin importar cuáles sean sus circunstancias. Aunque la ciudad de Gotham sea ficticia, es imposible no pensar en su verdadero origen y en lo que en realidad representa (Nueva York y, en general, Estados Unidos).
Estamos acostumbrados a ver Gotham a través de los ojos de Batman, ese justiciero con tanto dinero que para hacerse con una casa hipotecada no paga la hipoteca, sino que compra el banco. Bruce Wayne veía la situación desde una posición privilegiada, desde lo alto de su mansión y de sus fiestas de alta alcurnia. Mientras tanto, el punto de vista de Arthur es desde lo más bajo de la sociedad, desde el fango. A la larga, estas diferencias son las que potencian la visión política de la película, que peca de ser demasiado maniqueista, aunque no deja de ser una base interesante para insuflar vida a un debate posterior, fuera del cine. Y es que ésta es una de las principales virtudes que encuentro personalmente a esta cinta: la capacidad que tiene para generar una necesidad de comentar con alguien lo que acabas de ver y pasar minutos, e incluso horas, debatiendo sobre sus ideas.
La fotografía de Lawrence Sher, viejo conocido de Todd Phillips, ayuda a transmitir esta sensación de suciedad, alejada de la oscuridad de Zack Snyder y la sofisticación de Cristopher Nolan. Además, Joaquin Phoenix es capaz de defender todos los primeros planos con soberbia, especialmente el inicial de Arthur forzando su sonrisa mientras se le cae una lágrima (algo no planificado en el guion) y que describe a la perfección el viaje que estamos a punto de vivir. La posición y los movimientos de cámara también resultan simbólicos y ayudan a acompañar a Arthur en su descenso a la locura a varios niveles e incluso revisitar la película para percatarse de estos pequeños detalles.
En muchas ocasiones, sobre todo a la hora de analizar la maravillosa 'El Caballero Oscuro', se habla de la simbiosis que hay entre Batman y Joker (esa misma película trata sobre ello), que uno no puede existir sin el otro. Sin embargo, Todd Phillips ha demostrado que el payaso trasciende al murciélago y que su personalidad va más allá de un nihilismo incontrolable (del que Joaquin Phoenix da algunas pinceladas). Phillips consigue con 'Joker' ponerle cara, nombre y razones de esa locura tan característica del personaje. Estábamos tan acostumbrados a describir con desdén y sin mayor preocupación que "el Joker está loco" que no nos habíamos parado a pensar de dónde venía esa locura... hasta ahora.
Mucho se ha hablado de la interpretación de Joaquin Phoenix y poco más hay que añadir, porque realiza un papel sublime, con la risa más triste que nunca hayamos escuchado. No sólo consigue transmitir la fragilidad de Arthur y su transición de víctima a villano (que ya ha dado mucho que hablar sobre cuáles son las causas reales de esta conversión), sino que la simple visión de su raquítico cuerpo ya consigue poner los pelos de punta. El resto del reparto, incluso Robert de Niro dando vida a un presentador de late night, se quedan a su sombra.
Conclusiones
En definitiva, Warner ha conseguido crear una película con personalidad propia y capaz de destacar por encima del resto, a pesar de todos los condicionantes externos que parece que no le han afectado negativamente a la taquilla mundial (camino de ser la película calificada para mayores de 18 años más taquillera de la historia). No sólo se ha convertido en un vehículo propio para Joaquin Phoenix camino del Oscar, sino que Phillips ha sido capaz de perfilar una película con alma, desgarradora y menos profunda de lo que intenta aparentar.