Crítica 'John Wick: Pacto de Sangre'

MITO Y LEYENDA

Crítica 'John Wick: Pacto de Sangre'

Daniel G. Astarloa Por Daniel G. Astarloa

El 21 de Abril 2017 | 10:55

La secuela de una de las obras de culto más sonadas en el género de la acción en los últimos años cumple con nota sobresaliente lo que se propone: acción desenfrenada.

¿Quién es John Wick? Esta es una pregunta que se hace mucha gente tras ver el tráiler de la nueva película de acción dirigida por Chad Stahelsi. Es un caso curioso e incluso extraño, ya que se trata de una segunda parte de un largometraje que en España no dio tanto bombo en su estreno, que ni siquiera llegó a ver las salas de cine. Y sin embargo en los últimos tres años se ha levantado cierto respeto y culto hacia ese nombre que no es conocido de manera universal.

Esta secuela no es una oportunidad para sacar provecho de una licencia excesivamente conocida y salir airosos indiferentemente de lo que ofrezca el producto. 'John Wick: Pacto de Sangre' quiere llevar un paso más allá el culto por el asesino más peligroso del mundo y darlo a conocer a una escala mucho mayor que su predecesora. Ya no como el mito que fue en su día, sino como la leyenda que será en el futuro: una labor muy difícil de lograr, y que sin embargo logra alcanzar.

Nuestro protagonista

El héroe de acción

Interpretado por Keanu Reeves, en esta franquicia pasamos a conocer a John Wick, ex asesino a sueldo admirado y sobre todo temido por todos aquellos que viven entre las sombras de la ilegalidad. Sin embargo, una noche sufre la mayor de las humillaciones y le roban su coche más preciado y asesinan a su perro, razón por la que desata la mayor vendetta que jamás haya conocido el mundo sobre los culpables y la familia de su jefe.

Esta explicación se salta muchos elementos clave del personaje, como la auténtica importancia emocional que tiene el animal para el personaje o la interrupción que supone este ataque en su vida, pero capta la esencia básica de lo que el guión quiere transmitirnos: acción. John Wick no es un personaje dramático con un trasfondo y una actuación soberbia, sino que es un hombre dirigido por el sentimiento de venganza y la necesidad del espectador de liberar adrenalina y emocionarse con cada movimiento de planos. Recuerda en este sentido a las películas del género de otra época en la que no predominaba la agitación innecesaria de la cámara y cada ataque y movimiento defensivo de los personajes era sumamente importante.

Esta secuela sigue esa tendencia y la eleva al cubo. Desde el primer momento la película se dirige hacia la acción desenfrenada y muy clara, con movimientos precisos, planos exactos que nos permiten entender qué está sucediendo sin confusiones y muchas armas de fuego. Cada vez que se entra en un conflicto abierto pasamos a ser testigos de un espectáculo digno de los mejores héroes de acción de la gran pantalla como Jackie Chan o Bruce Willis, o incluso mejor. Keanu Reeves tiene serios problemas para expresar emoción y actuar debidamente, pero su conocimiento de estilos de lucha y capacidad para adaptarse a coreografías excelentes de combate le hacen grande en pantalla.

Nuestro villano

El asesino perfecto

No puedo dejar de remarcar el papel de la cámara en este largometraje, pues su importancia parece haberse perdido en el cine en los últimos años en el género de la acción cuando se trata de uno de los elementos más importantes que hay que cuidar. Cada escena forma parte de un baile preciso que deja claros los pasos que se han seguido para llegar hasta el punto en el que se está. Cada ángulo expresa el momento y el ritmo que siguen los enfrentamientos. Todo forma parte de un círculo de acción sin fallas.

Eso lleva a la fotografía, la cual es, sin miedo a decirlo, perfecta. No sólo cada escena es perfecta para ser detenida y sacar una captura perfecta para ser rememorada, sino que el equipo tras la película no ha desperdiciado la ocasión para grabar escenas preciosas de ver y dignas de admirar. Juegos de sombras en la oscuridad, escenas con espejos infinitos que confunden a los personajes pero son claras con el espectador, escenarios llenos de carisma o sucios pero atrayentes. 'John Wick: Pacto de Sangre' no pierde ninguna ocasión para dejar una buena marca memorable en el espectador.

A esto hay que sumar a los actores, que aunque quizás fallen de manera individual son capaces de dar personajes muy fáciles de querer y que derrochan carisma por todos lados. Keanu Reeves como John Wick no sobresale por su papel dramático, pero como asesino que no deja pasar sus emociones por un filtro para mostrarse indiferente lo hace de forma excelente. Los personajes que regresan de la primera cinta continúan siendo magníficos y muy fáciles de querer, con una personalidad muy marcada y fácil de seguir.

Otras tantas nuevas adiciones también son excelentes, como Ares, una asesina muda interpretada por Ruby Rose con gran presencia; o Cassian, guardaespaldas al que le da vida Common Sense y que no descansará hasta dar caza en persona a Wick, y que se convierte fácilmente en uno de los mejores personajes de la cinta. La pena es que el personaje de Riccardio Scarmacio, Santino D'Antonio, sea uno de los más flojos en toda la película pese a ser el villano central. Es principalmente a causa del actor, que es incapaz de darle la suficiente energía a un enemigo de tanto peso.

Acción perfectamente medida

Mito y leyenda

'John Wick' nos dejaba entrever un universo con grandes posibilidades en el que los asesinos y las mafias viven en una sociedad secreta que le daba elegancia y admiracion a todo lo que rodeaba al ex asesino. La secuela quiere expandirse y mostrar mucho más sobre esa sociedad, cosa que consigue con paciencia. Tanto el argumento como muchas de las escenas están dirigidas a mostrar al espectador algo más de ese submundo oculto al que sólo llegan los más talentosos. Se muestra cómo estos asesinos preparan sus planes, la forma de presentar y adquirir armas, incluso el origen y la elegancia tras los sofisticados trajes que visten.

Este universo y los conceptos son investigados a fondo y demuestran un gran potencial, pero las razones reales por las que se puede hacer son preocupantes. 'Pacto de Sangre' deja muy claro que quiere hacer de este largometraje una parte de una gran franquicia, al igual que otras cintas de acción de los últimos años. El propio final, sin entrar en spoilers, indica hacia futuras secuelas de las que sacar más provecho del nombre de nuestro protagonista o incluso poder seguir investigando este mundo con otros personajes.

Aunque a la larga quizás esto salga muy bien para largas maratones, la verdad es que estos elementos le restan valor como película individual y deja la incertidumbre sobre qué sucederá en el futuro. De hecho también hace que 'Pacto de Sangre' no se pueda disfrutar de la misma manera sin tener la primera entrega lo suficientemente fresca, formando una parte de un todo que exige la atención absoluta de los espectadores.

Carisma a raudales

Conclusiones

'John Wick: Pacto de Sangre' es una película excelente. Cumple aquello que promete y ofrece una de las mejores cintas de acción de los últimos años, superando incluso a la original con una mayor profundización en el universo de asesinos secretos en el que existe. No tiene un argumento profundo ni unos actores protagonistas sobresalientes, pero no es lo que necesita: quiere la mejor acción, los mejores escenarios y el mejor guión para reforzar esos puntos. Al final Wick consigue lo imposible para muchos otros: pasa de mito a leyenda.

Lo mejor:

- Acción clara y emocionante.

- Personajes muy carismáticos.

- Universo expandido e investigado a fondo.

- Ritmo excelente.

Lo peor:

- La actuación dramática de algunos actores.

- Parte de una franquicia que exige producir más películas para un final satisfactorio.

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