En el año 2010, el director James Wan presentó 'Insidious', una película de terror que consiguió sorprender y sobrecoger al público. No solo por la historia en sí mismo, sino también por la fuerza que tuvo su banda sonora en algunos momentos. Hubo escenas que consiguieron hacer que el público se echara las manos a la cabeza y tuviera realmente miedo; eso hizo que la crítica se volcara y acabara recibiendo unas muy buenas evaluaciones.
Tan solo tres años más tarde, James Wan decidió darle a los seguidores de 'Insidious' un segundo capítulo, y quiso proseguir con la historia. Si la primera consiguió buenas críticas, esta segunda parte hizo otro tanto de lo mismo; hubo quien incluso llegó a señalar que esta secuela había llegado a superar con creces la primera parte. Porque mantuvo la misma emoción, continuó con la historia y fue capaz de transmitir la misma fuerza.
No obstante, en el 2015, con la llegada de la tercera parte de 'Insidious', todo cambió. Quizás tuvo algo que ver que James Wan ya no fuera el director, sino que pasara a ocupar un puesto en la dirección; Leigh Whannell fue el nuevo encargado de dirigir la película. Las críticas que consiguió no fueron tan boyantes, ni mucho menos; tuvo algunas escenas memorables pero, en sí, la película dejaba bastante que desear. Nada que ver con las anteriores.
Y ahora, en enero de 2018, ha llegado a nuestros cines 'Insidious 4: la última llave', dirigida por Adam Robitel. Del guión se ha encargado el anterior director, Leigh Whannell, y James Wan continúa estando encargado de la producción; no obstante, el fiasco ha sido incluso mayor que el de la anterior película. Aún así, es cierto que como película de terror cumple: tiene sobresaltos, mantiene en tensión, y es capaz de hacer que el espectador aguante (o no) las ganas de gritar en algunos momentos.
Una trama demasiado trenzada
La película comienza con garra. Nos cuenta parte de la infancia de Elise Rainier, la antigua protagonista de las anteriores películas; nos sitúa en su niñez, y nos hace sentir cierta empatía hacia ella y hacia todo lo que tuvo que vivir por tener esa especie de don. Además, vivía en un hogar nada halagüeño: al lado de una cárcel donde electrocutaban a presos constantemente. Los espíritus llenaban su casa, y eso hacían que ella estuviera constantemente en contacto con ellos.
Pero su padre no acepta sus poderes, su don. Quizás por el miedo, cree que todo eso no es más que algo que hay que acallar a base de golpes... Y justo así es como actúa. La golpea constantemente, intentando así hacerla olvidar sus visiones. La convence de que todo es culpa suya, que si tiene esas visiones es porque ella quiere, y no porque esos fantasmas realmente la busquen.
Una noche todo se complica más de la cuenta, y Elise acaba castigada en el sótano por haber tenido visiones. Es entonces cuando se le aparece una especie de entidad demoníaca (interpretada por Javier Botet), y todo se trunca considerablemente... Y la madre de Elise (interpretada por Tessa Ferrer) fallece. La infancia de Elise ahora sí que se ve completamente alterada; no podemos ver más que pinceladas de lo que sucedió a continuación, pero es más que suficiente para saber que Elise es una persona que ha conseguido forjarse a sí misma.
Todo este inicio permite que creemos una especie de empatía con la Elise niña que, por desgracia, se rompe completamente cuando esta pasa a ser una adulta. Es como si con la Elise adulta no tuviéramos la misma capacidad de empatizar, como si sintiéramos que ella es lo suficientemente fuerte como para enfrentarse a prácticamente cualquier cosa. Aún así, es cierto que el personaje gana bastante en esta especie de presentación.
El problema principal de la película es que se entremezclan demasiados temas, haciendo que el espectador a veces sienta confusión, y tenga dificultades a la hora de seguir el discurso principal. Se habla de esta entidad que acabó con la vida de la madre de Elise, pero también se habla de otros casos que, pese a relacionados, al principio parecen totalmente distintos; las puertas rojas vuelven a cobrar mucho protagonismo, pero aún no se nos explica exactamente cuál es su función y en qué consisten.
Pese a todo, la trama mantiene relativamente el interés. El ritmo no es el que se espera en una película de terror, y da la sensación de que no termina de romper en ningún momento. Cuando al final decide romper, es como si todo fuera demasiado vertiginoso y no te permite disfrutar de esa tensión, de ese miedo, de ese entusiasmo.
La banda sonora, como en cualquier película de terror habitual, no llama la atención. Eso sí: los sobresaltos a base de ruidos estridentes están ahí como una constante del cine de terror.
Una precuela que no consigue captar la atención del espectador al completo
El principal problema de la película es que no termina de crear la emoción necesaria. Funciona como película de terror, por supuesto, pero si la comparamos con las dos primeras partes de la saga es fácil apreciar que ha decaído bastante. Pese a que el elenco continúa funcionando, y pese a que la historia está bastante bien, no consigue generar en el espectador lo mismo que consiguieron las primeras.
Elise es un personaje que funciona, pero que necesita añadidos para hacerlo a la perfección. Ella, como protagonista, es bastante insulsa. Quizás si se nos hubieran dado más pinceladas de su infancia, si se hubiera indagado mucho más en cómo consiguió desenvolverse pese a tener ese don y ese progenitor... Pero la película decide que es mejor tirar por otros derroteros.
Aún así, es una película de terror que, como hemos dicho, funciona como tal. Entretiene, consigue que el espectador se asuste en algunos momentos, y hay incluso puntos con bastante intensidad (pese a que estos sean más rápidos de lo que quizás debería).
James Wan hizo un trabajo exquisito con las dos primeras partes de 'Insidious', consiguiendo una historia sin igual, que realmente daba pavor contemplar, con la que se podía disfrutar pasando miedo. Pero ya se sabe que cuando algo se alarga demasiado, acaba pasando lo evidente: deja de funcionar. Quizás es el momento perfecto para que Elise se tome un descanso.
Historia compleja, pero sin las suficientes explicaciones
Personalmente, hay algo que soy incapaz de perdonarle a una película, sea esta de terror o de lo que sea: que no me expliquen las motivaciones de sus personajes. Que no consiga ver al malo, por ejemplo, como algo más que un simple ser que busca causar daño. Y esta es la sensación que tuve con 'Insidious 4'.
La entidad maligna apenas tiene presentación, pese a ser el supuesto enemigo principal. No tiene un pasado, no tiene una historia: simplemente busca consumir almas. Durante toda la película, me estuve debatiendo internamente entre si merecía que le diera un aprobado, o si debía conformarse con un 4'5. Porque esa sensación de irme del cine sin haber terminado de comprender la película es algo que, a nivel personal, no soporto. Sobre todo cuando es una película tan sencilla como esta, que lo único que busca es despertar nuestros temores internos. Y aunque en parte lo consigue, quizás el final sea poco acertado.
Es un film que, sí, consigue lo que busca, pero no va más allá. Se para demasiado en detalles que pudiéramos considerar insignificantes, y no es capaz de centrarse en lo que al final sí que hubiera tenido verdadera repercusión. Aún así, se deja ver. Así que si os estáis planteando verla en el cine, y sois fans de la saga en sí, ¡podéis ir sin problema! Os reencontraréis con algunos conocidos que os resultarán de interés.