Mira el tráiler de 'iBoy', vomita, y vuelve. No es lo que parece. Al menos, no es todo lo que parece. Veo muchos tráilers. Veo tráilers por encima de mis posibilidades, y, en realidad, no me suelen gustar o les suelo hacer poco caso. Pero, el tráiler de 'iBoy' está a otro nivel. Por momentos pensé en dejar la película pasar: "no merece la pena para Zonared", se me llegó a cruzar por el pensamiento. La curiosidad y una tarde lluviosa de domingo me arrastraron una vez más al Netflix and chill, y finalmente arrancaron los créditos de la última película de Netflix, protagonizada por Bill Milner (Tom) y Maisie Williams (Lucy), Arya en 'Juego de Tronos'. En realidad, a partir del momento en el que supe que Maisie Williams estaba involucrada en el proyecto el magnetismo se despertó: una de mis actrices favoritas de la serie de HBO en una película de ciencia ficción británica es una obligación ética más impetuosa que ceder el asiento a una mujer embarazada en el autobús.
Con la expectativa increíblemente baja me topé, de pronto, con una película entretenida, que incluso tiene un par de ideas destacables. El director en este caso es Adam Randall, un joven cineasta que estrenaba el pasado verano 'Level Up', y que nos propone una mirada radicalmente diferente al mundo de los superhéroes.
La cultura británica tiene una trayectoria con el cómic y el superhéroe relativamente desconocida fuera de sus fronteras, pero muy rica y alejada del mainstream norteamericano. Revistas como 2000 AD son los clásicos reconocibles de la publicación en viñeta inglesa, y nombres como el de Alan Moore o Grant Morrison surgieron de esa escuela. La mirada europea al superhéroe es menos grandilocuente, más pegada al día a día, y a los verdaderos problemas. Si tratamos de trazar una línea con la correspondencia en el USA, los héroes urbanos son la referencia más similar. De hecho, 'iBoy' tiene bastante que ver con 'Daredevil'. Y si la serie Netflix de Matt Murdock no existiera, probablemente 'iBoy' sería una película muy diferente.
Es necesario todo este contexto para desarrollar una sinopsis que tenga cierta correspondencia con la película que nos proponen, ya que hablar de superhéroe rápidamente nos arrastra a 'Los Vengadores' marvelitas, y aquí el disparo va en otra dirección. Lo que tenemos en 'iBoy' es una pandilla de adolescentes británicos hijos de barrio obrero, muy pegados a los callejones, el tráfico de drogas, y poca esperanza de aspirar a algo que no sea vivir de, en y para las calles. Los protagonistas, Tom y Lucy, se ven envueltos "sin comerlo ni beberlo" en un lío de bandas, donde él recibe un disparo que le roza el cráneo y ella es víctima de una violación. El disparo incrusta en Tom restos del móvil por el que estaba hablando en su masa cerebral, lo que le otorga poderes mentales de hackeo. Con estos poderes, que le permiten acceder a cualquier dispositivo de comunicación, sólo tiene el objetivo de vengar la agresión sufrida por su amiga. Una premisa que recuerda, a priori, a la 'Lucy' de Luc Besson, pero que en la práctica es una representación fílmica del juego 'Watch Dogs'.
Influenciada por los videojuegos
Igual que Marcus en 'Watch Dogs 2', Tom accederá a los registros de móvil de los maleantes de la zona, les manipulará con mensajería instantánea, accederá a sus cuentas bancarias, y al fin pondrá patas arriba la vida y negocios de los pandilleros de la zona.
De esta forma la película se desarrolla como una cinta de acción de consumo rápido y sin grandes alardes de guión. Cae fácilmente en los tópicos, en la secuencia que el cine de acción de buenos y malos lleva décadas desarrollando como una plantilla perpetua película a película: el malo que no es tan malo, el que a priori parece bueno y finalmente no lo es, momentos en los que parece que nuestros protagonistas están acabados... ni un sólo fotograma pegará un giro sobre lo que cabe esperar de una película como esta. Sin embargo, sustituir la acción de patada y puñetazo, por escenas de acción donde las capacidades de hackeo son las que guían los acontecimientos, sí tiene cierto tono refrescante, al menos por el momento.
No soy un gran creyente en las películas de hackers, porque encuentro que es un universo lo suficientemente abstracto como para caer en el ridículo fácilmente al pasar a la pantalla. Sin embargo, hay un par de películas que entiendo que lo utilizan bien, o al menos no resultan molestas. Una es esta, que se no arriesga especialmente, y resulta efectiva, y a otro nivel está 'Open Windows' de Nacho Vigalondo, que es, sin embargo, una obligada. Con Sasha Grey y Elijah Wood como protagonistas, el de Cabezón de la Sal arriesga muchísimo en el formato con 'Open Windows', para configurar un thriller distópico que acaba por revolver las tripas del espectador; no por lo escatológico de ninguna escena, sino por la sensación vomitiva de descubrirse rodeado de cacharros electrónicos que tienden a escapar de nuestro completo control.
'iBoy' no se molesta, ni por un instante, en plantear ningún debate sobre la tecnología. El hackeo en la película de Adam Randall, por contra, es una herramienta para anclar a la realidad "los poderes mentales" pero la capacidad de Tom, en la práctica, no difiere especialmente del que puede desarrollar Magneto. Sin embargo, lo que nos quiere mostrar el director británico, es el drama adolescente que impregna la cinta. La trascendencia de la problemática a la que se enfrentan estos jóvenes ingleses es el verdadero meollo de la película, y es lo que en último término aporta valor a la propuesta: valor en lo concreto para enriquecer los 90 minutos de metraje, y valor como elemento reflexivo sobre el género heroico.
El género heroico
En cine, el género de superhéroe tiende a ser blanco como la sábana de un buen hotel. Alejado de los problemas concretos de las personas, para someter el poder heróico a villanos inverosímiles que ponen en peligro el planeta, cuando no la galaxia. La mirada europea, como ya hacía en la imprescindible 'Misfits', acerca al héroe al barrio, a la gente, a los problemas palpables y tangibles, incluso a las situaciones más deprimidas del ciudadano a pie, que es donde más necesarios serían los valientes encapuchados. Acercar los héroes a este plano de concreción aporta una verosimilitud muy valiosa, que incluso hace que películas muy normalitas, como 'iBoy', terminen resultando atractivas.
No quiero terminar sin hablar de la interpretación de Maisie Williams, con el papel mejor escrito de la película -se nota que es el nombre de relumbrón en la producción-. Peor parado sale el protagonista, Bill Milner, que se pasa de intenso. Del lado de los pandilleros ninguno logra destacar, entre un desfile de tópicos que se nos harán difíciles de diferenciar entre sí.
En conclusión, un entretenimiento más en Netflix, que produce contenido como una máquina expendedora, y esto lo digo en el mejor de los sentidos. No tratéis de buscar una lectura con reproche, porque sólo la hay agradecimiento. Más allá de esto, cualquier fan del género de superhéroes en la gran pantalla, de tomar 'iBoy' casi como una pieza experimental, que juguetea con la idea de pensar en un cine de superhéroes de factura europea más que digno. Es valiente hacer una película como esta, y el resultado es indiscutiblemente entretenido.