MILGRAM

Crítica 'Experimenter: La historia de Stanley Milgram', la ciencia del Holocausto y la obediencia

El biopic de uno de los investigadores sociales más destacados, con la firme intención de explicar de manera científica el Holocausto.

Por Xose Llosa 30 de Agosto 2016 | 00:55

Me siento frente al teclado a escribir sobre 'Experimenter' hecho un manojo de dudas. Oí hablar de esta película por primera vez tras su ovación en Sitges. La vuelta de Winona Ryder, en una película protagonizada por Peter Sarsgaard en el papel de Milgram, para dar vida a uno de los investigadores sociales más relevantes de la historia.

Soy psicólogo social, y esto, en los tres o cuatro años que llevo escribiendo en Zonared, nunca jamás ha importado ni un ápice. Pero hoy sí es muy relevante, y es que Milgram y sus experimentos son algo que me apasiona hasta límites difíciles de discernir. Desde mi punto de vista Milgram es una de las mentes más lúcidas y audaces de nuestro tiempo, y, sin duda, el hombre que más ha hecho por explicar el nazismo en todos sus matices. Ha explicado el nazismo desde la psicología social, y con una teoría sobre la obediencia fundamental: cualquiera de nosotros podría haber sido un soldado que abriese la llave de paso de las cámaras de exterminio hitlerianas. Esa es la premisa básica de todos sus experimentos sobre obediencia, y así ya he logrado captar vuestra atención, supongo, para continuar arrastrando vuestros ojos a lo largo del texto. El hecho es que soy devoto incontestable de estos experimentos, y me cuesta discernir si la película me ha fascinado sólo por eso, o porque directamente es una película maravillosa. Cada uno es sus circunstancias, así que rehusaré plantearme de nuevo la pregunta y simplemente puedo afirmar que sí, 'Experimenter', de Michael Almereyda, es una película fascinante. Un repaso a los experimentos más sonados de Milgram en apenas dos horas, que me ha mantenido perplejo e hipnotizado, igual que un niño viendo como su padre recubre de chocolate un enorme bizcocho, frente a la pantalla.

Cuando alguien ya está tan condicionado de partida como estaba yo con 'Experimenter' es muy fácil, sin embargo, caer profundamente decepcionado. Si la cinta hubiese pretendido ser casposa, fantasiosa... si hubiese arrojado un mensaje reaccionario sobre algo tan proclive a la discusión ideológica como los experimentos de obediencia, vendría a escribir enfurecido. Pero la película de Michael Almereyda es fiel como un documental, y guarda, de hecho, una estructura mucho más cercana a la del documental que a la ficción, proponiendo un biopic que recorre en una proporción 80-20 la vida profesional y personal de Milgram respectivamente. La fidelidad y sencillez con la que narra los experimentos del investigador es simplemente afilada, y su investigación experimental es tan audaz que no precisa de teatralidad para enriquecer la puesta en escena.

Un biopic centrado en los experimentos

El experimento de obediencia de Milgram dispone a dos participantes en dos salas contiguas. Uno de ellos ejerce como profesor y el otro como alumno. El profesor debe administrar pequeñas descargas eléctricas a modo de castigo al alumno, al cual no puede ver, sólo oír a través de la pared. Cada vez que el alumno falla la descarga es de mayor voltaje, y el grito de sufrimiento del alumno de la habitación de al lado también mayor. Sin embargo, y pese al sufrimiento infligido, el profesor tiende a seguir aplicando descargas de mayor voltaje por la mera presencia de una figura de autoridad, el investigador que está en la sala. La mayoría de profesores seguían aplicando descargas cada vez mayores hasta el final de la prueba, a pesar de los gritos de dolor. La mayoría seguía obedeciendo. En el experimento de Milgram sólo había un participante real, el profesor. Todos los demás implicados eran personal de la universidad, y nadie recibía ninguna descarga. Lo único importante es que una persona creía causar daño a un desconocido inocente simplemente obedeciendo órdenes.

Este mismo principio de obediencia a la autoridad es el que rige buena parte de nuestra conducta en cualquier ámbito jerarquizado, donde entramos en un estado de agencia en el que la responsabilidad de nuestros actos la depositamos sobre esa figura de autoridad, en este caso el investigador. Hay una frase recurrente entre las autoridades que siempre me ha resultado paradigmática, porque es el ejemplo práctico de las investigaciones de Milgram. Habréis escuchado en mil películas el policía que confiesa, justo antes de dejar en suspensión la moral, aquello de "yo solo estoy cumpliendo órdenes".

Milgram afirmaba que la conducta de los soldados nazis en el extermínio se explica bajo este principio de obediencia a la autoridad, y asume que el ser humano social puede llegar a límites insospechados en estado de agencia.

La investigación

Esta es la investigación de Milgram, y a partir de este punto nace la película de 'Experimenter', que rompiendo sistemáticamente la cuarta pared establece un diálogo crítico y ético con el espectador, en el que Milgram evalúa y reevalúa sus estudios de obediencia a la autoridad, además de otros experimentos sociales mucho menos impactantes que fue realizando con el curso de su carrera a través de diferentes universidades.

Los experimentos de Milgram hoy día hubiesen sido muy difíciles de llevar a cabo, porque el componente ético en el tratamiento experimental con personas es especialmente estricto. De hecho, uno de los meollos de la película es justamente cómo el experimento, pese a la incontestable relevancia, se vio envuelto en un torrente de juicio deontológico que vemos evolucionar junto a la vida y carrera de Milgram a través de varias décadas que recorremos con el filme.

La narración de Michael Almereyda, no sólo es ágil y didáctica, sino que hace uso de recursos originales. El más chocante el uso de la cuarta pared, para dar movimiento a una película de muy pocos personajes y básicamente construida en monólogos. Logra imprimir en su recreación de los años 60' y 70', de contraste muy bien recogido en fotografía y vestuario, una película eminentemente carismática. Es difícil, pienso, ver la línea de créditos de 'Experimenter' y no tener nada que decir. Es una de esas aproximaciones que deben quedar durante días rodando en tu pensamiento, y ha de saber el espectador que todos los datos aportando de los experimentos en la película son completamente reales.

Un Milgram moderadamente excéntrico

Peter Sarsgaard logra representar un Milgram moderadamente excéntrico e indudablemente brillante, una suerte de Van Gogh moderno que no encontró en vida el reconocimiento pleno a su obra. El trabajo cinético que tiene su personaje es digno de mención, viendo en los movimientos de Sarsgaard claramente representado el paso de los años en la vida del científico. El papel de Winona, sin tener una extensión de metraje ni mucho menos abundante, es radicalmente agradecido. De diálogo afilado, la película goza del ingenio necesario para narrar la naturaleza de unas investigaciones de este tipo. Era muy fácil caer en el pedantería, hablar del holocausto tiende a arrastrarnos irremediablemente en esa dirección, pero Almereyda se mantiene firme. Durante la primera parte del filme, una media hora en la que fundamentalmente se recrea el experimento en diferentes fases y contextos para que el espectador comprenda todas las aristas de la investigación, gracias al humor negro de Jim Gaffigan y a un montaje muy ágil, logran el alivio.

'Experimenter' me parece un biopic fascinante, comedido, construido desde el verdadero interés sobre la obra de Milgram, y alejado de la caspa en la que se podría haber profundizado. La película gira en torno a las investigaciones, mientras que de manera tangencial habla de la vida familiar de Milgram, aparentemente convencional, y de los enfrentamientos deontológicos del científico. Si pienso en 'La Red Social' de Fincher, la película rebusca entre la casquería del enfrentamiento legal y personal entre los fundadores de Facebook; Michael Almereyda es mucho más sutil, y todo ello sin dejar a un lado la cara más polémica de toda esta historia, ya que el interrogante ético envuelve el filme del principio al fin dejando la respuesta abierta para que sea el espectador el que considere el resultado.