El 29 de Julio 2016 | 00:08
La vida de un famoso levanta cierto interés de manera inherente. La vida de un famoso real, no de un papagayo de Sálvame. La crónica de la decadencia en la fama de Los Ángeles es ya un género en toda regla, y uno muy nutrido. Casi por naturaleza sentimos cierto gusto por el voyeurismo que nos permite, al menos, tener la oportunidad de asomar el ojo por la mirilla de la puerta de una estrella de la televisión o el cine para descubrir que tras ella se esconde la opulencia y el exceso envueltos en interminables rayas de coca, que los yonkis de mi barrio llamarían "buenos filetes". Existe, además, gusto por la crónica de la decadencia, disfrutando de manera morbosa y malsana viendo la brillantina del famoseo empanarse en lo más mugriento cloacas, y casos muy recientes y morbosos encontramos en el golfista Tiger Woods o el luchador Hulk Hogan. Ambos estrellas de otro tiempo, hoy de segunda fila, que en cuanto conocieron el escándalo que acabó rotundamente con sus longevas carreras, vuelven a ser interés de primera línea. 'BoJack Horseman' es una serie creada con estos placeres culpables en mente, y pensada para con una orgía de excesos la decadencia de un actor de serie casposa y masiva, BoJack. La creación de Raphael Bob-Waksberg venía de plasmar dos temporadas increíbles, y vuelve ahora con una tercera, que si bien sigue siendo imprescindible, ha perdido el regusto explosivo que me enamoró del caballo vicioso de Netflix.
La animación americana de culto está en ese momento dulce en el que se permite ser lo suficientemente masiva para abrir un abanico prolífico, con series como esta, 'Rick & Morty', 'Archer', 'Animals.'... y estos son sólo ejemplos de uso común, a la vez que sigue permitiéndose ser irreverente. 'BoJack Horseman' es una serie muy particular, con la excentricidad de un mundo en el que conviven humanos y animales antropomorfizados sin ninguna pauta aparente. A la vez se aleja del chiste y el gag para cobijarse en un humor más sutil, más insinuado, y con el carraspeo constante de un poso muy dramático. 'BoJack Horseman' es una serie seria y dura que se esconde tras el chiste perpetuo. A bofetones, lo brillante que ha acompañado a la ficción desde los primeros capítulos es sacarnos una carcajada en el momento en el que resulta más incómodo reírse. Sabe llevarnos a temas duros y sensibles, para frivolizar una y otra vez.
Tercera temporada
Choca e hipnotiza en los primeros mordiscos, y esa capacidad de arrastrarnos por la desdicha del ser humano para ironizar con acidez se mantiene perpetua en todas las temporadas. La tercera temporada sigue fiel a ese dogma, quizá incluso más evidente en ese sentido que temporadas previas, y sólo por el festival de frivolidad merece la pena ver la tercera de 'BoJack Horseman' hoy mismo.
En las temporadas previas vivíamos la desdicha y luego el vago intento de levantamiento de 'BoJack'. Este caballo es una estrella de la sitcom ochentera Retozando. Retozando es una típicas series que atestaban la televisión en mi infancia, con ejemplos repugnantes como 'Cosas de casa'. Series horribles, que hoy día son material de "Yo fui a EGB", pero que no guardan ningún valor. Historias reaccionarias que se servían en dosis abusivas como pasto para la moralina más rancia americana, y que por un ímpetu expansivo de la americanización en Europa aquí nos tragábamos pensando que estábamos viendo lo mejor desde que Curro Jiménez cabalgaba con Pepe Sancho. El éxito de estas sitcom facilonas, al menos de algunas de ellas, fue abrumador. Apabullante. Retozando, en el universo de ficción de 'BoJack Horseman' fue uno de estos éxitos increíbles, y 'BoJack' era la gran estrella del show. Durante los años que duró la serie, el caballito vicioso se había acostumbrado a la vida de fama, a los elogios en los bares y a los flashes de las cámaras. Se había enamorado de su ego, haciendo del narcisismo relación sexual masturbatoria, más o menos como Charlie Sheen en la actualidad. Sin embargo, la serie acabó, su fama se apagó como la llama de un mechero sin gas, y en su momento más bajo de su vida es en el que iniciamos la andadura en la temporada uno. Durante las dos primeras temporadas todo gira en torno a 'BoJack', el caballo es la estrella, su decadencia, su incapacidad para mantener relaciones personales naturales, su constante inseguridad, y sus baños de drogas y alcohol para escapar justamente del tormento de la inseguridad. En esas dos temporadas, 'BoJack' vuelve a encauzar su carrera con una película llamada Secretariat. Un camino que realiza de la mano con los otros principales de la serie: Princess Carolyn, su compañero de piso Todd interpretado por Aaron Paul, Diane y Mr. Peanutbutter. Estos cuatro personajes en la temporada uno y dos eran los secundarios para narrar la vida de 'BoJack', sin embargo, y aquí está el problema, en la nueva temporada todos ellos son protagonistas de la ficción en un grado similar.
En la tercera temporada de 'BoJack Horseman' Bob-Waksberg nos quiere mostrar cómo 'BoJack' trata de entrar de nuevo en los ciclos de primera línea del mundo hollywoodiense. Nos quiere contar, como Cronenberg en 'Maps to the Stars', la cara más pérfida del "actoreo", pero a la vez nos quiere mostrar un montón más de cosas que, en realidad, son mucho menos interesantes. Se abren aquí un montón de tramas que conviven en equidad con la historia de 'BoJack': los fantasmas de instituto de Todd, la carrera profesional de Princess Carolyn, la vida de pareja de Diane y Mr. Peanutbutter... Todas estas historias en un momento u otro se cruzan con la línea de 'BoJack', pero es un choque tangencial, casi fortuito. Existe una desconexión, un paralelismo entre las diferentes tramas, que dejan una sensación de pastiche desagradable a esta última tanda de episodios. Cierro con la sensación de que se hablan de muchas cosas que no me interesan absolutamente nada, como la aventura empresarial de Todd y Mr. Peanutbutter; mientras que otros puntos que me habían dejado con las ganas en la segunda, como por ejemplo la relación entre BoJack y Diane, pasan completamente desapercibidos.
La relación entre los personajes
'BoJack Horseman' es en su tercera temporada una serie brillante como elemento irónico con los "problemas del primer mundo"; pero tras dos temporadas se han creado vínculos con los personajes, y a la hora de desarrollar esas relaciones estos últimos episodios todo se queda muy por debajo de las expectativas. 'South Park', por ejemplo, es otra serie incombustible, que hace de esa intención de frivolizar con la "basura blanca" leitmotiv, pero 'BoJack Horseman' bailaba en ese doble juego de mezclar el desfase decadente del Hollywood narcisista, a la vez que cuidaba los personajes y sus relaciones. Ese segundo elemento en esta temporada queda descuidado.
Es una serie que hay que ver
He terminado de ver la temporada hace unos días, de hecho, y he preferido esperar para escribir la crítica porque terminé con un regusto amargo, pero no era capaz de localizar o verbalizar qué era exactamente lo que no me encajaba en estos últimos episodios. Ahora sí lo tengo claro, y es que la sensación que deja es que han tratado de ser muy ambiciosos en esta temporada, abriendo el arco con más peso para los personajes secundarios dejando ser una serie centrada en 'BoJack', para tratar de dibujar un retrato coral de la sociedad occidental. Sin embargo, en esa ambición se ha perdido, en buena parte, el hilo conector de la serie. Sigue siendo increíble, y creo que ya me repito, pero simplemente no es tan buena como las temporadas uno y dos. Por suerte la cuarta temporada está confirmada, y el hecho es que 'BoJack Horseman' es una de las mejores series que se pueden ver hoy día.
Por cerrar con una nota en positivo. En esta temporada a nivel técnico tenemos la aportación más brillante. Tras las voces originales seguimos encontrando muchas interpretaciones conocidas, como la de Aaron Paul para Todd o Alison Brie para Diane, y además el humor visual pega un paso adelante. Muchas escenas tienen varias capas narrativas, y en el revisionado de capítulos descubriréis que frecuentemente, además de la escena que se mostrando en primer plano con los personajes principales, se están desarrollando por detrás otras mini historias con personajes que funcionan como simples extras.
Lo mejor:
- Sigue siendo frívolo humor negro que me encanta. - A nivel técnico es la temporada más cuidada. - Los episodios "Como pez fuera del agua" y "El Show de BoJack Horseman son increíbles.
Lo peor:
- Hay cierta desconexión entre las tramas que abre. - No profundiza en algunas relaciones clave entre personajes que tenía ganas de ver.