DEL MANGA AL CINE

Crítica de 'Alita: Ángel de Combate', destinada a ascender

Robert Rodriguez toma las riendas del proyecto pasional de James Cameron, demasiado ocupado con 'Avatar', en un blockbuster de manual.

Por Rodrigo Aliende 25 de Febrero 2019 | 18:00

'Alita: Ángel de Combate' es la combinación de varias importantes figuras de la industria del cine: Robert Rodriguez como director, con un presupuesto que no habría podido imaginar ni en sus mejores sueños; James Cameron como productor y principal interesado en llevar a cabo la adaptación; y Peter Jackson con su empresa de efectos digitales Weta Digital. A estos podemos añadir a Guilllermo del Toro, que fue quien dio a conocer a Cameron el material original, el manga escrito y dibujado por Yukito Kishiro, del que se quedó enamorado y comenzó a mover hilos para llevarlo al cine. La unión de todo esto es un blockbuster prácticamente de manual (con lo bueno y lo malo que ello implica), con una factura técnica extraordinaria.

Por desgracia (o por suerte, para evitar comparaciones odiosas que acaban desprestigiando la adaptación), no conozco el manga original, 'GUNNM' o 'Alita, ángel de combate', con lo cual no puedo valorar cómo le sienta a Alita y su mundo post-apocalíptico cyberpunk el salto entre los diferentes medios. Cameron sí que la conoce desde hace mucho tiempo, ya que fue en 2000 cuando comenzó a poner en marcha este proyecto. Casi veinte años después, la película por fin ve la luz en todo el mundo. Este tremendo retraso se debe principalmente a 'Avatar', su producción y su éxito de gigantescas proporciones que tendrá a Cameron ocupado durante la próxima década. Por eso, Rodriguez fue quien tomó las riendas del proyecto y se puso a la cabeza de un presupuesto estimado de 200$ millones, algo que pasará factura a Fox a la hora de recuperar la tremenda inversión realizada. También pone en serias dudas la continuación de 'Alita' como franquicia y eso que su final no podía ser más abierto. No en vano, Cameron tenía en mente dos secuelas.

'Alita' se ambienta en la Ciudad de Hierro, un lugar polvoriento, sucio y peligroso, sobre el cual se eleva otra ciudad llamada Zalem, la arquitectura clásica de este tipo de ambientaciones para señalar las diferencias entre ricos y pobres de manera demasiado evidente. Sin embargo, 'Alita' prescinde prácticamente de cualquier subtexto de crítica social y/o política típica de este tipo de películas. Es un blockbuster hasta las últimas consecuencias. La recreación de este mundo post-apocalíptico no es especialmente imaginativa, con muchos lugares comunes, e incluso recuerda a otro film recientemente estrenado, 'Mortal Engines'. La dirección artística no destaca, pero sí que se ve de maravilla, no se podría esperar otra cosa teniendo a Cameron como productor y Weta Digital como principal encargada de los efectos visuales.

Dentro de la Ciudad de Hierro, la historia gira en torno a Alita, una ciborg encontrada por el doctor Dyson Ido, interpretado por el oscarizado Christoph Waltz. Alita ha perdido su memoria y debe encontrar su posición dentro de la ciudad. Esta evolución del personaje, desde una niña perdida e inocente a una auténtica máquina de matar, está perfectamente realizada gracias al talento de Rosa Salazar. La actriz de ascendencia peruana es capaz de dar vida a un personaje complejo e interesante, sin duda la mejor parte de la película es la protagonista que le da nombre.

Además, Alita, creada a partir de la captura de movimiento de Salazar, está muy bien integrada dentro de ese mundo y a la hora de interactuar con el resto de actores de carne y hueso. Mi mayor preocupación eran los ojos tan grandes y característicos de Alita, que puede que produzca algún reparo a algunas personas. Nada más lejos de la realidad, en el producto final funcionan perfectamente y ayudan a transmitir aún mejor los sentimientos de la protagonista. Waltz cumple con su trabajo, sin destacar ni necesidad de recurrir a su gran capacidad actoral. A éste se le unen otros dos nombres de alto nivel: Jennifer Connelly y Mahershala Ali. Cabe destacar el diseño de vestuario de estos dos últimos.

Se echa en falta poder apreciar algunas de las características del estilo cinematográfico de Robert Rodriguez, enterrado bajo los millones de dólares del presupuesto, al contrario que lo que ocurrió con Guy Ritchie y su reinterpretación moderna del mito del Rey Arturo. Y no, la ambientación claramente latina de la ciudad (personajes hablando en español o carteles y anuncios en ese mismo idioma) no fue una decisión del mexicano. James Cameron explicó que, para que la ciudad de Zalem sostenida por un elevador espacial tuviera cierto sentido científico, la ciudad debería estar situada en algún punto del Ecuador. Podría haber sido Singapur, pero terminó siendo Panamá.

Las escenas de acción, tanto las peleas como ese deporte tan popular llamado Motorball, se ven de auténtico lujo. La combinación de los increíbles efectos visuales con un manejo de la cámara firme y claro hace que el espectador disfrute con creces de estos momentos, que no son pocos, porque Alita tiende a atraer las broncas, especialmente cuando el resto de personas no la toman en serio.

La espectacularidad visual de 'Alita' intenta cubrir un guion irregular lleno de agujeros y clichés. Al igual que el universo creado para la ocasión no se siente que tenga una gran profundidad, la historia de Alita tampoco. No es más que una secuencia troceada y esparcida en el tiempo para añadirle algo de dramatismo. En ningún momento da la sensación de que ese mundo y su protagonista tengan un bagaje adquirido a lo largo de los años. Por si no fuera poco, el final es la definición de coitus interruptus. Quien parecía que iba a ser el villano de la película es realmente un cameo (de un actor muy famoso que ni siquiera está acreditado) y Alita se queda en la escena final pidiendo una secuela a gritos que quién sabe si veremos algún día.

Conclusiones

'Alita: Ángel de Combate' se mantiene en un extraño equilibrio entre un guion de evidente baja calidad y un aspecto visual espectacular, culminado en los momentos de acción. El motor que hace que todo avance y el nexo que mantiene todo este heterogéneo conjunto unido es Alita, con una poderosa actuación de Rosa Salazar (y la magia digital de Weta).