Hay que reconocerlo: Batman siempre ha sido tratado muy bien por el mundo de los videojuegos, desde que hace casi tres décadas se lanzase el primer programa basado en el hombre murciélago. Por eso cuando por el año 2009 fue lanzado 'Batman: Arkham Asylum', los aficionados del héroe de DC no pudieron hacer otra cosa más que congratularse, ante un título que, pese a ser un sleeper aquel año, se colocaba entre los mejores protagonizados nunca por el Caballero Oscuro. Aquel título sirvió, además, para mostrar todo de lo que era capaz un estudio como Rocksteady, que hasta entonces había demostrado poca cosa.
A 'Arkham Asylum' le siguió en 2011 una excepcional secuela, 'Batman: Arkham City', que terminó de consagrar a Rocksteady, y que, para la prensa especializada, es uno de los mejores juegos de la actual y a punto de finar generación de consolas. Pero como diría Bob Dylan, Things Have Changed, y tras el rotundo éxito de las dos primeras entregas, Warner Bros decidió que fuese WB Montreal el que desarrollase el tercer episodio. Ya sea por el cambio de estudio, por el agotamiento de la franquicia, o por otras razones, lo cierto es que 'Batman: Arkham Origins', siendo un buen título, no puede competir con sus predecesores.
El amanecer de un héroe
'Batman: Arkham Origins' nos presenta a un Caballero Oscuro más joven, más salvaje, y más inexperto, que aun está iniciándose en la lucha contra el crimen. Toda la trama se desarrolla en una única noche, la de Nochebuena, cuando Batman descubre que un mafioso conocido como Black Mask ha puesto precio a su cabeza, concretamente, 50 millones de dólares, y ha contratado a ocho expertos asesinos para lograr capturarle. Así, Batman decide dejar a un lado el típico asado navideño, y recorrer las calles de Gotham en pos de semejante panda de villanos.
Estas son las líneas básicas con las que se inicia la trama, la cual muestra un nivel de espectacularidad por debajo de sus anteriores entregas, aunque es cierto que es capaz de mantenerse a un ritmo constante con momentos de clímax muy bien conseguidos. A que la trama no sea tan buena contribuye, en cierta medida, la falta de personalidad de alguno de los supervillanos a los que tendremos que enfrentarnos, que, de nuevo, se quedan lejos de lo visto en entregas anteriores. No es así con todos; enfrentarse a Deadstroke, Bane o el Joker es, sin duda, un espectáculo. Pero no ocurre de este modo con otros, como Electrocutor o Deadshot, que están poco trabajados y no dejan de ser meras comparsas, dando la impresión que su inclusión es más un relleno que una necesidad argumental.
Uno de los aspectos más importantes de un juego de aventura y acción como éste es, por supuesto, el escenario. Tras los primeros compases del juego, Gotham se abre en todo su esplendor (o en toda su tenebrosidad) ante nosotros. WB Montreal recoge parte del trabajo hecho por Rocksteady en 'Arkham City' para ofrecernos el escenario más grande de las tres entregas. Uno de los grandes méritos de este título es la sensación que queda al desplazarse por la ciudad, de azotea en azotea, utilizando la batgarra o planeando. La libertad y posibilidades de interacción con el escenario son enormes. No obstante, tampoco es ocioso destacar algunos aspectos. Aunque el apartado artístico es muy bueno, y cada barrio de Gotham es perfectamente reconocible y diferente de los demás, por momentos no dejamos de tener la sensación de vaciedad, de que no hay nada que hacer. Hay que tener en cuenta que, pese al escenario abierto, 'Arkham Origins' no es un sandbox, es un juego de aventuras, de modo que lo vacio lastra más que añadir.
En cuanto a los escenarios interiores, o mazmorras, cuentan con gran nivel de detalle y son un desafío en sí mismos, no a nivel jugable, sino en términos de ingenio, puesto que en algunos casos tendremos que devanarnos los sesos para averiguar cómo continuar. Es cierto que la visión de detective (una especie de visión infrarroja que nos mostrará tanto los enemigos como los elementos del entorno con los que se puede interactuar) ayuda, pero aún así será necesario pensar y explorar bastante.
Un diseño de enemigos lamentable
Otro punto a destacar para mal son los enemigos. La ciudad está estúpidamente plagada de ellos, lo que hará que cada vez que queramos desplazarnos de un sitio a otro tengamos que, o bien abrirnos paso a mamporros, o huir constantemente. Esto se ve acrecentado por un respawn que funciona de forma absurda, y que hará que nos estemos enfrentando a los mismos tipos una y otra vez, ya que los enemigos reaparecerán en cuanto abandonemos un lugar. Mención especial merecen los francotiradores, situados en algunas azoteas, y que por momentos nos harán la vida imposible. El mayor problema es que su localización no está justificada. No es que cuando tengamos que entrar en un sitio especialmente protegido haya francotiradores para defenderlo, es que simplemente están desperdigados por la ciudad, de modo que, ocasionalmente, mientras vamos tranquilamente planeando, de repente veremos un laser rojo y nuestra vida habrá disminuido en un cuarto. Porque además da igual que nos movamos o no, simplemente son infalibles. La sensación es la misma que si en un partido de futbol, el árbitro decide expulsar a cinco jugadores y pitarle cuatro penaltis en contra a un equipo simplemente porque le apetece. Es tan absurdo y aleatorio que ni siquiera llega a ser frustrante.
En cuanto a la jugabilidad, a parte del tiempo que empleemos en desplazarnos, lo más importante son los enfrentamientos contra los enemigos. Estos se pueden dividir en dos tipos: combate abierto y sigilo. Las fases de combate abierto se desarrollan como ha venido siendo tradicional en la serie; esto es, estaremos rodeados de un montón de enemigos, y deberemos repartir tortas al tiempo que esquivamos ataques. La clave para vencer no es encadenar complejos combos, que no los hay, sino el timing, es decir, pegar cuando podamos, pero sobre todo estar muy atentos a cuando esquivar y contraatacar. La dificultad radica en tener controlados a todos los enemigos al mismo tiempo y saber de dónde nos vienen los golpes. En las fases finales del juego estos enfrentamientos pueden llegar a ser realmente desafiantes, tanto por el número de rivales como por su variedad.
Las fases de sigilo (llamadas de depredador en el juego), por su parte, se caracterizaran por tener que utilizar distintos elementos del entorno, como rejillas, conductos de ventilación o soportes en el techo para ir eliminando a nuestros enemigos sin ser detectados. Tampoco hay mucha variedad respecto a entregas anteriores, y los gadgets que estarán a nuestra disposición para ayudarnos en tal tarea serán básicamente los mismos. Cabe señalar que las fases de acción y sigilo no son intercambiables; será el desarrollo del juego el que nos marque como actuar en cada caso, lo cual es decepcionante no solo porque resta libertad de acción, sino porque las fases de sigilo se han visto postergadas a un segundo plano, de modo que principalmente avanzaremos por los escenarios a tortazos.
En cuanto al enfrentamiento con los jefes finales, la sensación es agridulce, y es que si bien alguno está bien conseguido y desarrollado, otros se basaran en mecánicas repetitivas y tediosas, lo cual desluce bastante lo que deberían ser los momentos cumbre del título. Además, la curva de dificultad no está todo lo bien ajustada que debiera, de modo que no notaremos una dificultad incremental a medida que avancemos, porque desde el principio los jefes son bastante complicados, y es más, a medida que avanzamos, su dificultad es incluso decreciente. Si a esto se le une que la oportunidad de aparición de algunos jefes es, en términos argumentales, cuestionable, los enfrentamientos no terminan de ser ese gran espectáculo que deberían.
Nuevos modos de juego
En términos de duración el juego alcanza tranquilamente las 20 horas, entre la trama principal y las misiones secundarias. El juego estará plagado de estas últimas, que serán razonablemente variadas. Así, contamos con las clásicas misiones de búsqueda y exploración, por ejemplo, para destruir los alijos de armas de El Pingüino o encontrar los paquetes que Enigma ha escondido por la ciudad; otro tipo de misiones serán las que nos enfrentarán a otros supervillanos que van en pos de la recompensa por la cabeza de Batman, y también tendremos otras en las que deberemos ir al escenario de un crimen y resolverlo, capturando al culpable. Y mientras hacemos todo esto podremos resolver delitos callejeros que aparecerán aleatoriamente por el escenario. Esto consistirá en ir al lugar que se nos marca con una flecha y apalizar a los sujetos que por allí pululen, sin que se nos de ninguna explicación del delito que estaban cometiendo, lo que nos deja un sentimiento de indiferencia. Lo mismo decir de las sidequest en general: algunas están bien logradas y son interesantes, otras nos dejan la sensación de ser otro día en la oficina.
Además de la historia, una de las grandes novedades es la inclusión de un modo multijugador, desarrollado de forma independiente por Splash Damage. El multijugador tiene un único modo de juego, en el que ocho jugadores se dividen en tres grupos: uno con dos héroes y dos con tres gánsteres, que se enfrentarán todos contra todos. Los gánsteres, que se controlan como en un shooter en tercera persona (como 'Gears of War' o 'Army of Two'), tienen problemas por un manejo impreciso. Por otro lado, la unicidad de modos de juego y escasez de escenarios hacen presagiar una vida exigua del multiplayer. Cabe pensar en la necesidad de incluir multijugador en un juego como éste. Si bien es cierto que cuanto más mejor, también lo es que lo que ha hecho grande a la saga es su campaña, de modo que el multijugador no es, en ningún caso, un incentivo para adquirir el título.
En el apartado técnico, el juego alcanza unas cotas de calidad impresionantes. Es cierto que el motor gráfico apenas ha cambiado, pero también lo es que el nivel del original era muy alto, con unas texturas perfectamente definidas, un nivel de detalle altísimo, unos efectos de luces notables y una tasa de frames que se mantiene constante a lo largo del título. También en el aspecto sonoro, el doblaje tiene un nivel auténticamente profesional. Las voces, especialmente en ingles, son una delicia, pese a que alguno de los actores de doblaje de los personajes principales ha cambiado.
Por otro lado, es necesario destacar que el juego ha venido con algunos bugs, lo cual es especialmente lamentable si atendemos al nivel de cuidado y perfección técnica de entregas anteriores. Aparte de alguna congelación ocasional, o que el juego a veces no se entere de que hemos acabado con todos los enemigos de una zona, impidiéndonos avanzar y obligándonos a cargar un checkpoint anterior, hay otros que son críticos y que a algunos usuarios les ha impedido continuar la partida, ya que el juego se basa en un sistema de autoguardados que hacen imposible retroceder. Si bien es cierto que ya se ha lanzado un parche para corregir la mayor parte de estos problemas, la sensación que queda es que los usuarios nos estamos convirtiendo en betatesters.