La sangre siempre ha sido un elemento anatómico con cierto sentido místico y espiritual. Un elemento ritual y mágico del que numerosas religiones y culturas han construido representaciones y construcciones mitológicas sobre la misma que se han legado tras generaciones, sirviendo de base para cientos de historias y mitos.
La más clásica es, sin lugar a duda, la existencia del vampiro. Ese ser mitológico que, pese a tener diversas formas y representaciones, siempre se ha mostrado bajo el mismo espectro durante siglos. Un ser que se alimenta únicamente de sangre y que responde a algunos de los miedos más clásicos del ser humano y que nos ha llevado a transportar su presencia a cientos de obras, ya hablemos de poesía, literatura, música o, por supuesto, videojuegos.
Gobernando la noche
Así lo demostraba Dontnod Entertainment con 'Vampyr'. Una propuesta que, con sus luces y sombras, aparecía sin demasiada gloria hace poco más de un año y que ahora vuelve con una propuesta portable —si queremos ser más coherentes— con un port que lo lleva directo al software de Nintendo siguiendo esa premisa creciente de que, si no estás en Nintendo Switch, no existes.
Así, pese a encontrarnos con una versión 1:1 de la obra original, 'Vampyr' tiene mucho que decir. No importa si te enfrentas a sus miedos por primera vez o si ya has pasado antes por él. La obra de Dontnod es una experiencia de rol con tintes clásicos que no debería faltar en cualquier biblioteca. Una entrega que nos llevará a las calles londinenses de principios del siglo XX. Lugares azotados por la pobreza y la enfermedad de un mundo que, si bien mueve sus engranajes con fuerza en dirección a la tecnología, aún se encuentra en su más tierno albor.
Calles con las que nos adentraremos, no en nuestro propio nombre, sino en el de Jonathan Reid. Médico y soldado, nuestra historia empieza por el final: con nuestra muerte. Es así como, cuando abrimos los ojos convertidos en un ser de la noche, todo lo que el título nos permite hacer es arrebatar nuestra primera vida. No hay otra posibilidad. No hay más soluciones. Debemos alimentarnos y eso es lo que haremos. Del cuello de su propia hermana. Un choque narrativo que sirve para ponernos en situación con una pequeña huida que sirve las veces como tutorial y contexto para situarnos sobre la escena. Para hacernos entender que Jonathan ya no es quien era. Ahora somos nosotros quienes decidiremos como se desarrolla su vida.
Un gran experimento narrativo
Y es que, en esencia 'Vampyr' se podría resumir en eso: decisiones. Un título con componente narrativo extremadamente cuidado que nos permite modificar el mundo a través de nuestras decisiones que, a su vez, se ven condicionadas por los sucesos de su historia y el desarrollo de un gran estudio de personajes que atiende a tantos detalles que cuesta creer que nos encontremos frente a la pantalla de la híbrida de Nintendo.
Así el juego edifica un complejo sistema moral que dista leguas del clásico sistema de karma. Cada uno de los personajes que componen sus enredaderas tiene cierto valor numérico calculado en forma de experiencia. Dichos valores dependen de otros menores: lo que sabemos de ellos, su estado de salud, relaciones, posición... Así 'Vampyr' nos tienta constantemente a conocer a sus personajes y aumentar esos niveles de relación. Pero también a devorarlos y hacernos con una experiencia que resulta necesaria para nuestras habilidades físicas que, a su vez, son menester para sobrevivir a la noche.
Un sistema complejo, que se antoja como una larga red de puntos interconectados entre sí. Pues el nivel de cada distrito variará según el estado de salud de sus habitantes y cuando más bajo sea más peligros supondrá para nosotros, obligándonos a obtener experiencia para poder sobrevivir a las cacerías y ataques. Un factor que funciona especialmente bien, pero que no parece acabar de encajar.
Y es que, pese a que 'Vampyr' brilla con presteza en lo argumental e incluye mecánicas especialmente interesantes en la dicotomía en la que encaja a Jonathan como vampiro y médico a la vez —como el hecho de tener la posibilidad de sintetizar y otorgar remedios a los ciudadanos enfermos—, lo cierto es que acaba por convertirse en algo ciertamente tosco e incluso desactualizado, perdiendo puntos en lo puramente mecánico y entorpeciendo, con ello, también su brillante apartado narrativo. Toda una lástima que acaba por dañar la imagen general de un juego con enormes pretensiones pero una puesta en escena, quizás, algo torpe.
Londres en nuestro bolsillo
Y, por desgracia, es un punto que se hace notar todavía más en su llegada a la híbrida. Un hecho que se entiende, de nuevo, sobre la necesidad actual de llevar todo a la consola de la gente de Kyoto. A la obligatoriedad de hacer de lo portátil una necesidad y que nos lleva, una y otra vez, a no pensar en las posibilidades que ofrecen sus características, sino a intentar incluir en ella obras que ganan cierto potencial en la pantalla grande.
Y es que, si bien 'Vampyr' no sale del todo malparado en la versión de Switch, nos hace remarcar puntos similares a los que vivimos con la llegada de 'The Witcher 3'. Si bien podemos disfrutar de su experiencia en cualquier lugar y momento, sus sacrificios se hacen evidentes y resultan una versión descafeinada de la original que solo resulta realmente recomendable si realmente es imposible jugarlo en otra plataforma — aunque el recorrer las calles de Londres en pleno metro es algo, para que mentirnos, plenamente satisfactorio.
Como ya ocurría con el anterior título citado, la obra pierde algunas de sus particularidades más importantes en el modo portátil, sacrificando parte de ese tinte oscuro que tanto hace temer la noche en el juego y restando potencial a un apartado interpretativo que ya tenía ciertas carencias en el juego original (pero que la bajada a nivel gráfico le sienta peor en esta versión). El modo sobremesa, una vez más, muestra su peor cara y algunos descosidos al adaptarse a la pantalla grande. A ello debemos sumar un costoso rendimiento que lleva al juego a parones casi constantes que se solucionan, eso sí, con un breve tiempo de carga y algunas inestabilidades en su tasa de fotogramas por segundo que, si bien no rompen la experiencia, si la hacen incómoda de más. Mantiene, eso sí, la magia de las piezas compuestas por Olivier Deriviere, quien nos mostraba parte de esa mística oscura que alberga en sus composiciones este mismo año con 'A Plague Tale: Innocence'.
El lanzamiento de 'Vampyr' en Switch no deja de ser otro intento a la desesperada por ganar terreno a través de las imposiciones del momento. Un movimiento lógico y con cierto carácter, pero que deja un sabor agridulce y la idea de que no es el mejor lugar para vivir la historia que nos propone, acompañada de un músculo técnico que no puede ofrecer la consola de Nintendo. Su inestabilidad, los tiempos de carga añadidos o la escasa accesibilidad en su apartado visual, especialmente en sus textos, juegan malas pasadas a un título que vive del apartado argumental.
Todo esto no significa que la versión de Switch sea una mala apuesta per se. Pero, y sin embargo, si muestra la peor versión de un título que arrastraba ciertas carencias que casi parecen florecer más en este escenario. Con todo, 'Vampyr' no deja de ser una gran opción y una entrega especialmente atrevida que, ya sea en esta o en cualquier otra de sus versiones, deberías probar algún día.