Hay una compañía independiente que está relacionándose como nadie con Nintendo en los últimos años. Realmente son muchas, sí, pero cuando hablamos de Shin'en hay cierto aura especial que otras carecen. Más de una vez alguien ha dicho que deberían contratarles como estudio second party para trabajar conjuntamente en resucitar ciertas franquicias de las que la Gran N ya no hace provecho, pero eso sería olvidar que los estudios independientes aprovechan su libertad para hacer proyectos más allá de su zona de comfort.
A esto es a lo que contesta su última obra, 'The Touryst'. Shin'en se niega a disfrutar de su zona establecida en el sector de los juegos de carreras: quiere aventurarse en nuevos territorios, juguetear con la posibilidad de tocar otros géneros en un nuevo ambiente. No se me ocurre mejor manera que declararlo que con este viaje hacia lo desconocido.
Islas tropicales para ti
La vida son dos días, dicen, así que hay que aprovechar bien esas vacaciones que nos dan en el trabajo para ampliar nuestra experiencia de la vida y saborear de todo lo que no estamos acostumbrados. La aventura comienza sencilla, con nuestro protagonista, el turysta, llegando en barca al lugar de sus vacaciones. Tiene una pequeña cabaña a su disposición, muchas hamacas para desconectar y una tele. Pero esto seguramente no sea nada para ti ni para él. Quieres ir más allá de este pequeño lugar, quieres divertirte de más formas. Así que empiezas a explorar y descubres los extraños monumentos.
Cada uno de estos lugares especiales sirve como nivel, un reto concreto al que hacer frente con nuestras habilidades plataformeras. No lo parece al principio, pero exigen lo mejor de nuestra capacidad como jugadores añadiendo diferentes mecánicas a cada lugar: puede que necesitemos saltar sobre ubicaciones concretas, guiarnos en la oscuridad, lo que sea. Al final nos enfrentamos a un jefe que sirve para probar esas mismas habilidades en un entorno más complicado de lo habitual en el que no recibimos daños, pero sí se pone a prueba nuestra destreza e ingenio bajo ciertas situaciones algo complicadas. Pueden incluso llegar a ser frustrantes si no pensamos más allá de las claves básicas.
Son las secciones más tradicionales en mecánicas y jugabilidad, y siempre siguen más o menos un mismo esquema. Llegar a una isla, abrir el acceso a la mazmorra y superar sus retos para conseguir el núcleo que reside en su interior, que deveremos devolver a la isla inicial para descubrir el secreto que se oculta allí. Es el objetivo principal, pero no por ello nuestra prioridad. Los alienígenas y sus movidas raras se pueden apartar de nuestro camino, que lo que queremos es la marcha.
Nuevos horizontes
Variedad es el nombre del juego y no piensa decepcionarnos ni por un sólo minuto de todo lo que nos dure nuestra partida. Podemos completar esas misteriosas mazmorras o podemos romper con todo y comenzar a cumplir misiones secundarias para los habitantes de cada isla, lo cual se agrega a una enorme lista de cosas que hacer en estas vacaciones. Desde algo tan fácil como conseguir los ingredientes para un smoothie hasta objetivos más complejos como practicar nuestra fotografía con los monumentos de todas las islas.
Tenemos de todo a nuestro alcance, de forma que no nos vamos a aburrir ni por un instante. Coleccionables ocultos que nos cuentan el pasado de estas tierras en forma de pergaminos, aprender a remar para acceder a lugares inalcanzables, bucear en el océano con peces payaso y jugar con ellos para que nos imiten... ¡Absolutamente de todo! Y todo esto deriva en una ingente cantidad de minijuegos que rompen todavía más con la monotonía, como practicar fútbol en una playa, volar drones e incluso conseguir la mejor puntuación en las máquinas arcade con versiones mini de 'Fast RMX' entre otros.
Tenemos mil cosas que hacer y todo el tiempo del mundo... Aunque no el dinero. A cuantas más cosas queramos acceder, más monedas necesitaremos. Muchas de ellas podemos encontrarlas simplemente explorando islas, otras cumpliendo las misiones: pero llegará un momento en el que, si necesitamos dinero, nos tocará ir a trabajar a la mina para rescatar diamantes. Y la primera vez es divertido, pero con el tiempo se puede volver tedioso y cansarnos porque lo sentiremos como farmeo. Un trabajo. Eso es lo que hemos venido a evitar. Así que utiliza sabiamente tus monedas y no gastes a lo loco, porque nuestro propio progreso puede quedarse parcialmente estancado: para comprar más habilidades de movimiento o guías de viaje que den acceso a otras islas necesitaremos mucho de todo esto.
Único en el mundo
Cada isla tiene su propio espíritu y se puede apreciar por su nombre, con lo que deduciremos la clase de visita que haremos de cada lugar. En Ybiza hay fiesta, marcha, podemos seleccionar canciones una vez las compramos y tenemos que invitar a que todo el mundo baile; en Fijy aprendemos a remar en canoa, tocar el tambor al ritmo de la música, aprender en un museo la cultura local. Tenemos muchas islas y mucho tiempo que invertir en estos lugares.
El punto clave con el que el juego se consolida en gran medida es su aspecto pixelado, sus modelados a la antigua que nos pueden recordar a 'Minecraft' o juegos de poco presupuesto. Aunque de primeras pueda chocar nada más empezar la partida, lo cierto es que hace de este título algo un poco más especial. Revive en nosotros una llama de nostalgia hacia el mundo de los juguetes, a nuestra niñez, cuando explorar el mundo y hacer nuevas cosas era una aventura incomensurable. Cada isla es como los escenarios que solíamos montar, y cada personaje un pequeño protagonista que vive sus propias historias y aventuras. Incluso siendo ya adultos, una edad remarcada por el notable bigote del personaje principal, podemos seguir disfrutando de aquellos días. Podemos ver el mundo como nuestro pequeño patio de juegos cuando pisamos las playas de estos lugares por primera vez. Es la llamada a la nostalgia no de algo concreto, sino de una sensación completa.
Eso sí: la experiencia será la misma para todos, aquellos que quieran pasar un buen rato y aquellos que busquen completarlo todo. Terminar 'The Touryst' significa sumergirse a hacer el 100% de la aventura: no podemos dar por acabada nuestra excursión sin hacerlo absolutamente todo, para bien o para mal. Esto puede asustar a muchos jugadores, y está bien para ellos, aunque sabe mal que el juego no pueda acabar antes. Tampoco es que sea muy largo, entre seis y ocho horas de aventura total, pero quemarlo tan rápido hace que no nos apetezca revisitarlo pronto. No es un juego definido por su capacidad de disfrutarse una y otra vez.
Conclusiones
'The Touryst' es un juego brillante, todo un logro para la buena gente de Shin'en. Han logrado desmarcarse del camino que parecían tener prefijado y lo consiguen con una aventura que llega al corazón de principio a fin con sus objetivos y su noble mensaje. No es largo, como unas vacaciones de verano, pero si aprovechamos bien los minutos se hará algo inolvidable para siempre. Un aplauso más que fuerte para animarnos a aprender idiomas, viajar mucho y no dejar de explorar nunca en nuestro tiempo libre, el más preciado de nuestros tesoros.