El 20 de Diciembre 2017 | 12:15
Parece mentira que hayan pasado tantos meses desde el lanzamiento de 'The Legend of Zelda: Breath of the Wild'. El revolucionario juego de Nintendo llegó acompañado de la novedosa plataforma híbrida de la compañía, rompió con todas las creencias de lo que debía ser un título de la franquicia y sentó un nuevo precedente de cómo debían comprenderse los mundos abiertos de ahí en adelante. Su huella en la industria ha sido singular y podremos discutir sobre si es un juego tan perfecto como se destacaba en su lanzamiento, pero creo que pocos podrán negar que se trata de uno de los mejores juegos del año, si no es el mejor para muchos de nuestros lectores.
Y por fin ahora llega la esperada expansión del juego, la que nos devolverá a Hyrule y otorgará muchas más horas de juego para exprimir cada rincón del fantástico mundo. Eran muchas las esperanzas de la gente para este contenido descargable: más historia, más mazmorras, más Zelda. Si había revolucionado en el concepto de qué esperar de los juegos de mundo abierto no resultaba una locura esperar que pudiera hacer lo mismo con la concepción de las expansiones; pero para bien o para mal este DLC se conforma con ser algo pequeño y no querer llevar las ideas del juego un paso más allá.
Revisitando nuestra tierra
El argumento de 'La Balada de los Elegidos' nos devuelve en un principio a donde comenzamos la aventura, donde deberemos cumplir unas pocas pruebas con un nuevo arma para desbloquear ciertos templos adicionales en Hyrule. Con esto podremos pasar a descubrir la Bestia definitiva, una tan terrible que sólo el elegido de la Espada Maestra será capaz de hacer frente y domar.
Eso es todo. No se abre un nuevo terreno que expanda el ya gigantesco mapeado de Hyrule, ni tampoco se nos sorprende con visitar el mundo del pasado o saber qué sucede tras el final de la aventura principal. Sencillamente, al superar las cuatro Bestias Divinas podremos acceder a este contenido, el cual eleva la dificultad a un nuevo nivel al colocarnos en complicadas situaciones y frente a enemigos terribles de gran poder.
No es que estemos totalmente desprovistos de una historia. Cada vez que superemos las pruebas y templos relacionados con una de las Bestias Divinas se nos recompensará con una cinemática de entre dos y tres minutos que muestran un pequeño capítulo acerca de los Elegidos, los cuales profundizan y cuentan algo más acerca de las personalidades, deseos y motivaciones de estos guerreros olvidados en el pasado. No puedo negar que esto sea un añadido dulce, pero la verdad es que se antoja como insuficiente: las escenas son demasiado cortas como para conocer de verdad mucho más de los personajes. Además de ello que sea la única recompensa en el apartado argumental hace que uno se plantee si realmente ha merecido la pena el recorrido a lo largo del DLC... Porque la dificultad es alta.
En busca de la bestia perdida
Domar a una nueva bestia nunca había sido tan complicado. Me gusta pensar que la jugabilidad de este contenido ampliado está separado en tres apartados, los cuales son realmente admirables. El primero de ellos gira en torno a las pruebas para acceder al siguiente punto del juego.
Estas pruebas pueden ser de lo más enrevesadas posibles hasta cosas más sencillas. La primera a la que deberemos hacer frente será derrotar a todos los enemigos de la Meseta con nuestra nueva arma, una monstruosidad capaz de eliminar a cualquier enemigo de un sólo golpe; pero también lo contrario, ya que portarla nos dejará extremadamente debilitados de cara a hacer frente a los enemigos y tras el mínimo arañazo abrazaremos a la muerte.
Tras esto deberemos averiguar las siguientes pruebas en base a dos pistas: una fotografía desde un punto de vista topográfico que nos tocará a nosotros interpretar y, más importante, las pistas que se nos dará a partir de la Balada inacabada del maestro de uno de los personajes secundarios del juego. Tras averiguar con mayor o menor acierto dónde tienen lugar las pruebas tendremos que superar carreras de anillos, enfrentarnos a nuevos jefes de gran poder o enfrentarnos a misiones de infiltración para recuperar un objeto perdido.
La verdad es que superar estas pruebas es algo divertido y en ocasiones original, ya que nos llevan a retar nuestra capacidad de resolver acertijos o ver cómo nos las arreglamos en situaciones límite. Es la culminación de todo lo que hemos aprendido dentro de Hyrule durante las cientos de horas de partida: pero cuidado, porque si lleváis tiempo sin tocar vuestra partida este regreso puede hacerse algo difícil.
Ponte a prueba
El segundo apartado jugable al que accedemos está en torno a los templos, y es que tras superar estas pruebas tendremos vía libre para acceder a los santuarios más complicados y emocionantes creados para la ocasión. Las físicas del mundo de Zelda vuelven a ponerse a prueba en estos pequeños lugares que retan nuestro conocimiento y habilidades para defendernos frente a placas con pinchos, máquinas de pachinko improvisadas con nuestros poderes de congelación y parálisis, o incluso recorrer los lugares a los que antes no se nos daba permiso para entrar.
Estos son templos originales que siguen las normas establecidas por el juego base pero saben aprovecharse de estas. Todos ellos son lugares por los que merece la pena pasar y disfrutar de forma activa, además de que nos otorgarán, por fin, los suficientes orbes de valentía como para completar nuestra barra de salud y de resistencia. Se acabó la frustración de sentir que nos falta algo por lograr: tras completar nuestra partida podremos partir con la sensación de haber completado todo.
Tras estos viajecitos nos queda el tercero de los puntos jugables, quizás el más vago de ellos: los jefes finales. Si queremos acceder a esas memorias adicionales de los Elegidos deberemos enfrentarnos a los espíritus de Ganon que tomaron control sobre las Bestias Divinas, en esta ocasión con una armadura preestablecidas y armas limitadas. El objetivo es entregarnos a estos rivales como enemigos duros a batir, pero a la hora de la realidad continúan siendo uno de los puntos más flojos del título. Resaltarlos en este DLC no hace más que demostrar la debilidad que tenían estos enemigos de mazmorra como desafío final.
Tras cumplir con todas las pruebas, templos y la bestia adicional tendremos acceso a quizás el punto más interesante de este contenido descargable: las recompensas. Todo este recorrido nos compensa no sólo con nuevas armas y armaduras a las que podemos acceder mediante algunas misiones secundarias, sino también con la codiciada y jugosa nueva montura de Link. Es innegable que la moto de nuestro héroe es enormemente llamativa, y el control sobre ella y las posibilidades que otorga son todo un placer del que disfrutar de unas últimas horas de Hyrule antes de dar por concluida nuestra partida.
Conclusiones
Todo lo bueno ha de acabar. 'The Legend of Zelda: Breath of the Wild' ha sido uno de los juegos más maravillosos de este 2017 y no hay mejor manera de despedirse de este magnífico año que volviendo una última vez a la tierra de Link y compañía. Por desgracia 'La Balada de los Elegidos' no alcanza el potencial del juego al que acompaña: se trata de un buen complemento, una buena manera de alargar nuestra experiencia, pero no deja de notarse como un material adicional insuficiente y desprovisto de la novedad y sorpresa que traía el juego. Igualmente sigue siendo una gran aventura sobre la que regresar a lo largo de los próximos años, y en ese aspecto no es posible no alegrarse de hacer más grande un juego ya de por sí gigantesco.
Lo mejor:
- Los mejores templos del juego vienen aquí incluidos.
- Recompensas jugosas y que otorgan un recorrido interesante.
Lo peor:
- Falta de novedades, nuevas zonas del mapa o expansión real de la experiencia.
- Inexistencia de un hilo argumental.
- Jefes finales vagos y reciclados.