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Análisis de 'The King's Bird' para Xbox One, en busca de la libertad

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Análisis de 'The King's Bird' para Xbox One, en busca de la libertad

Por Rodrigo Aliende

El 4 de Marzo 2019 | 17:00

Serenity Forge nos ofrece una propuesta bonita, desafiante e incluso frustrante con 'The King's Bird'.

La libertad es algo que los videojuegos están obsesionados con representar, normalmente optando por un desarrollo de mundo abierto y ofreciendo al jugador un sinfín de posibilidades para que pueda elegir entre ellas y se sienta verdaderamente libre en un mundo ficticio. Sin embargo, esta sensación se puede conseguir de otras formas, menos tangibles y más etéreas, y esto es lo que busca conseguir 'The King's Bird'.

'The King's Bird' es un título desarrollado por Serenity Forge, un estudio independiente de Estados Unidos que se enorgullecen de crear "experiencias interactivas de gran valor que desafían nuestra forma de pensar". Quizás esta ambición es algo exagerada si analizamos su último juego, pero sí es cierto que se nota cómo quieren ir más allá de lo que realiza el resto de compañías.

The King's Bird

Lo más bonito sobre 'The King's Bird' es que el conjunto mantiene una coherencia fascinante. Cada una de las piezas (mecánicas, historia, aspecto artístico...) forman un engranaje homogéneo que se retroalimentan constantemente. La sensación general de ambientación casi onírica se transmite también a través de una historia mínima, dejando una parte a la interpretación del jugador, sin ninguna pompa y circunstancia. Nuestra protagonista es la hija de un poderoso rey, que va en búsqueda de su ansiada libertad. Para ello, tendrá que cruzar cinco preciosos mundos con su grácil vuelo.

'The King's Bird' bebe mucho de la filosofía de 'Super Meat Boy' y 'N++', donde la precisión de los saltos lo es todo para poder superar el nivel con éxito. Su dificultad es más baja que la de sus compañeros, pero encaja mejor con esta filosofía y estética del juego de Serenity Forge. Cada movimiento del stick o pulsación del botón puede llevarnos a la muerte, pero los puntos de control son abundantes, con la intención de que no se rompa el ritmo. Lo ideal es completar los niveles con la mayor fluidez posible, lo cual nos ofrece estampas muy bonitas al ver progresar el escenario.

La peculiaridad de 'The King's Bird' es la navegación por los niveles a través de mecánicas de vuelos. Nuestro personaje gana aceleración al correr y hay que aprovecharla para saltar hasta otro punto y continuar la carrera sin chocarnos contra ninguna pared ni tampoco contra los peligros que harán que nos desvanezcamos al instante. La sensación de velocidad y fluidez al navegar por el escenario se parece mucho a la de cuando jugábamos a 'Sonic' hace muchos años. No existe un camino definido que seguir, sino muchas formas de avanzar, potenciando ese avance fluido que no requiere que el jugador se pare a pensar por dónde continuar, así que el avance es muy intuitivo.

The King's Bird

El control es la mayor debilidad de 'The King's Bird' y esto pesa mucho para el género al que pertenece. En muchas ocasiones es impreciso, especialmente en las zonas más cerradas (que son la mayoría del juego, por otro lado), y el avance se ralentiza demasiado cuando la inercia y la velocidad son dos elementos esenciales, o al menos se supone que lo son. En los espacios abiertos es donde mejor nos desenvolvemos y donde se alcanza esa sensación de libertad de la que hablábamos antes.

El bosque funciona como un hub central desde el cual podemos acceder al resto de mundos. Cada uno no se abre hasta que el anterior no está completado, con lo cual el avance es básicamente lineal y no hay una razón clara de por qué estructurar de esta forma el juego.

'The King's Bird' es una experiencia de juego realmente relajante y bonita (incluso como espectador) gracias a la combinación de todos sus elementos: la mecánica de vuelo (sobre todo en los niveles que más se explota y menos obstáculos hay), la música suave y dulce que se acompasa a la jugabilidad, el tarareo de la protagonista, la combinación de imágenes en primer plano y en el fondo con sus sombras y la utilización de la paleta de colores... Lo único que puede llegar a enturbiar estos momentos de paz es la frustración.

The King's Bird

Como decíamos antes, 'The King's Bird' no se acerca a la dificultad de otros juegos del género, precisamente porque todo lo que le rodea no propicia la continua repetición de checkpoints. Aun así, su control no es fácil de dominar y alcanzar la fluidez perfecta es un reto complicado. Para los menos habilidosos o simplemente se quieran dejar llevar a través de los niveles, existe un modo de ayuda que facilita bastante las cosas con una serie de opciones para ajustarlo a nuestra medida.

Conclusiones

En definitiva, 'The King's Bird' funciona mejor creando sensaciones que en su aspecto jugable. Cuesta hacerse con un control que falla en ciertas zonas y más aún conseguir esa fluidez perfecta para la que está pensada el título. En todos los demás apartados, el juego de Serenity Forge es una maravilla para los sentidos, tanto por su preciosa dirección artística como por su cuidada ambientación sonora. Sorprende que un juego pueda llegar a transmitir esa paz y tranquilidad. Una de cal y una de arena.

6,0

Lo mejor:

- La combinación de los apartados artístico y sonoro.

- Una experiencia relajante y bonita.

Lo peor:

- Control impreciso que llega a ser frustrante.

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