Question Games nos presenta su nueva apuesta, 'The Blackout Club', una propuesta de terror y mundo abierto en la que la exploración y el sigilo se dan la mano en una sucesión de misiones cooperativas a lo largo y ancho de un pueblo sacado de las mejores obras de terror del cine de los 80. Nos metemos de lleno en un lugar en el que sus habitantes son sonámbulos y algo terrible se está cociendo bajo tierra.
Cuando cae la noche
La premisa argumental de 'The Blackout Club' resulta muy atractiva: los habitantes de un recóndito pueblo americano son sonámbulos y caminan durante la noche como si de muertos vivientes se tratara. Además, no parece que se trate de un sonambulismo estándar; el brillo de sus ojos y su alto nivel de hostilidad hacen de estas personas una temible amenaza. Por si fuera poco, el pueblo está vigilado por lo que parecen drones pertenecientes a algún tipo de organización y los ruidos extraños se suceden provenientes del subsuelo... No se sabe muy bien qué está pasando, pero resulta evidente de que no es nada bueno. El título juega con el misterio y en todo momento sentimos que algo nos persigue, tanto física como espiritualmente.
Question Games ha recreado una atmósfera fantástica que nos hace sentirnos como si estuviéramos en Hawkings ('Stranger Things'), Winden ('Dark') o Springfield ('Los Simpson'), entre otras localizaciones inconfundibles que todos conocemos y asociamos a esos entornos recónditos en los que nos hubiera encantado vivir —o no—. Todo lo que sucede en el título tiene lugar cuando cae la noche y la dirección de arte brilla al mostrarnos un genial contraste de luces y sombras, apoyándose en un estilo visual a medio camino entre realismo y dibujos animados. Premisa argumental y apartado visual se funden a la perfección y dan lugar a un conjunto muy pero que muy atractivo; es terrorífico, pero nos gustaría estar ahí debido al aroma ochentero que destila un lugar tan especial.
Corre que te pillo
'The Blackout Club' es, por encima de todo, un título de sigilo. El completo y útil tutorial deja claro la tónica que el juego va a seguir a corto plazo: exploración, búsqueda de objetos y mecánicas de sigilo en la que debemos ocultarnos y huir de todos y cada uno de los peligros que nos acechan. El diseño de niveles, que apuesta por el mundo abierto y ofrecer al jugador total libertad es ideal para una propuesta de estas características, el problema es la repetición de misiones y la falta de inspiración a la hora de plantearlas. Durante los primeros compases, objetivos sencillos como investigar y sacar fotografías de un allanamiento de morada o encontrar un teléfono móvil robado no son más que una excusa para que deambulemos por el pueblo buscando el lugar de los hechos y seamos nosotros quienes allanemos hogares ajenos tratando de que nadie nos vea.
Hay que decir que estas mecánicas funcionan bien, ya que la inteligencia artificial del enemigo hace que no sea demasiado difícil pasar desapercibido y, dentro de lo que cabe, tenemos cierto tiempo para explorar con relativa tranquilidad y deleitarnos visualmente con la fantástica ambientación que envuelve al pueblo. Tenemos una linterna —la de nuestro smartphone— y podemos emplear todo tipo de objetos para despistar o atacar al enemigo en una situación crítica: petardos, sprays cegadores, dardos y otros objetos punzantes... A pesar de la apuesta por la supervivencia y búsqueda de recursos, realmente estamos ante un título muy asequible que siempre da al jugador los medios necesarios para solventar cualquier situación.
Además, el progreso es permanente y completar objetivos nos brinda puntos de experiencia que podemos invertir en desbloquear y mejorar diferentes habilidades que nos hacen las cosas todavía más fáciles. Por ejemplo, podemos obtener la capacidad para embestir a enemigos por la espalda y dejarles fuera de combate durante un tiempo o adquirir un dron que nos permite explorar cualquier entorno desde la distancia y ubicar cualquier posible amenaza para calcular nuestro siguiente paso, entre otras capacidades pensadas para que cada vez seamos más sigilosos, rápidos y, por ende, eficaces.
En principio, la premisa del juego funciona, pero a medio plazo llega su principal Talón de Aquiles: la monotonía. 'The Blackout Club' es muy —muy— repetitivo. La escasez de misiones es tal que resulta muy probable que al cabo de media hora nos toque repetir varias veces los mismos objetivos. Y eso es un problema de difícil solución, lamentablemente. Es una pena, porque el juego funciona y la ambientación eleva las cotas de calidad del conjunto pero, finalmente, nos queda el sabor amargo de sumergirnos en algo que pinta bien desde fuera y pinta mejor cuando lo probamos... hasta que se ve arruinado al cabo de pocas horas. Y es que, aunque resulte sorprendente, las misiones que nos toca abordar son generadas de manera aleatoria, algo que no casa demasiado bien con el hecho de que la posible selección de objetivos carezca de variedad alguna.
Técnicamente tampoco es para tirar cohetes, ya que la tasa de imágenes por segundo no es demasiado estable y el juego no está tan optimizado como nos gustaría. Ya hemos dicho que la ambientación es fantástica pero, a su vez, la monotonía también acaba haciendo mella en el apartado visual: escasez de enemigos, diseños de interiores repetidos hasta la saciedad, nula diversidad topográfica... Un claro ejemplo de lo que sucede cuando una gran idea carece de inspiración.
¿Lo mejor del juego? La posibilidad de jugar en compañía de nuestros amigos. Los defectos pueden maquillarse un poco si disfrutamos junto a un aliado, ya que el desarrollo de las misiones se ve agilizado y el progreso para obtener habilidades exclusivas y diferentes mejoras es más rápido cuando jugamos en modo cooperativo. Toda partida parte de lo que parece un campamento base —situado en el interior de un contenedor industrial—, lugar en el que podemos invitar a un amigo y ponernos a punto para salir al área de la siguiente misión. Jugar en cooperativo no elimina todos los defectos del juego, pero dicen que los males se llevan mejor en compañía...
En definitiva: buenas ideas que se repiten demasiado
'The Blackout Club' es uno de esos títulos capaces de combinar errores y aciertos a partes iguales. La propuesta es muy interesante y funciona, ya que se apoya en una ambientación fantástica y una jugabilidad ideal para disfrutar de partidas rápidas —solo o con amigos— sin demasiadas complicaciones. El progreso está bien implementado y algunas misiones están muy bien diseñadas, pero, lamentablemente, los problemas técnicos y la monotonía acaban haciendo mella y pueden arruinar parte de la experiencia. Uno de esos ejemplos en los que una gran idea es capaz de aguantar el tipo durante varias horas, para luego desinflarse por completo como si de un castillo de naipes se tratara.
Personalmente, me sabe mal no recomendar una experiencia así; hay trabajo y buenas ideas detrás de 'The Blackout Club', pero sus defectos son más que palpables y parece improbable que no molesten a cualquier jugador a corto plazo. No obstante, hay que decir —una vez más— que tanto la premisa argumental y la ambientación son muy potentes y quizás haya usuarios que se sientan cómodos al sumergirse en este recóndito pueblo. Lo único que hay que tener claro es que cuando llevéis un par de horas en él, comenzaréis a repetir la misma situación una y otra vez. ¿Recomendable? Quizás, pero sabiendo a lo que se va.