El escapismo es algo de lo que se nos acusa mucho a quienes jugamos videojuegos. Perdernos en mundos digitales, aventuras increíbles y hacer toda clase de locuras en ciudades gigantescas sin consecuencia alguna no es sólo tentador, sino que está mal visto por la sociedad. Vive en el presente, céntrate en el trabajo, contribuye a la economía. Estamos moralmente restringidos a una serie de normas estrictas contra las que es difícil ir contracorriente. 'Stardew Valley' no tiene miedo de ir en su contra.
Concerned Apple publicó en 2016 uno de los títulos independientes más mágicos y especiales que podréis encontrar en el mercado. Este año hemos podido verlo en PS4 y Xbox One, y pronto será publicado en Nintendo Switch con la promesa de la actualización con multijugador para el título. Pero con motivo del lanzamiento de la edición especial del juego y su traducción al castellano volvamos a mirar atrás, con perspectiva, a este lugar encantado lleno de secretos y un mensaje oculto entre sus árboles.
El valle cobra vida
La presentación de 'Stardew Valley' tiene un toque dramático que pretende servirnos para darnos cuenta del mundo que rodea a nuestro protagonista. Comenzamos creando nuestro avatar, dándole nombre y cómo vive de forma infeliz su vida en la ciudad, donde está atascado en un puesto de una empresa que chupa la vida de sus trabajadores y del medio que le rodea. Y finalmente harto de contribuir a un futuro que nunca mirará por su bienestar, nuestro avatar decide abandonar su puesto para ir a vivir de la granja abandonada de nuestro abuelo.
Entramos con esto en Pueblo Pelícano, un pequeño lugar con unas cuantas casas mal contadas, un comercio local que no marcha muy bien y un centro cívico olvidado por sus ciudadanos. Al noreste nos espera también un supermercado abierto no hace mucho de la empresa a la que pertenecíamos, la Coporación Joja: siempre podemos optar por dejarnos el dinero allí, pagarles a ellos para que agranden el pueblo con distintas obras y dejar que contaminen el río y el mar con sus productos, que podremos repescar por accidente.
Es obvio que todo esto es una mala idea, ya que no escapamos de la ciudad para seguir siendo esclavos de Joja. Pero a 'Stardew Valley' eso le da igual. Desde el momento en el que llegamos al pueblo no tenemos indicaciones de qué debemos y no debemos hacer, sino que el título nos deja a nosotros la libertad de elegir. Podemos dedicar nuestro esfuerzo y tiempo a los cultivos de nuestra granja o dedicarnos lo más rápido posible a criar animales; ir a vivir a las minas, o como pescadores en su lugar; centrarnos en socializar, en reunir elementos para reconstruir el centro cívico, en buscar a nuestra pareja ideal para casarnos. O podemos optar por todo y no preocuparnos por meros objetivos secundarios.
El sol torna el cielo naranja
'Stardew Valley' no quiere imponernos su forma de vida, no quiere prohibirnos hacer cosas y declararnos que sólo existe una forma de jugar al título. Cada jugador es diferente, y las preocupaciones de uno pueden no coincidir con las de otro: mientras que yo puedo centrar mis días en socializar, quizás tú busques por todos los medios obtener el máximo dinero posible. Ninguna de ambas opciones es incorrecta. La libertad está en nuestras manos y con ella nuestra responsabilidad de manejar todas las opciones que tiene el juego.
Todos los aspectos del título están cuidados con un mimo y cariño especial que hace que merezca la pena investigarlos todos, desde el sistema de cultivos y granja hasta las amistades con los habitantes de Pueblo Pelícano. De hecho este aspecto está asombrosamente cuidado en su guión: al mejorar nuestros lazos con los habitantes podemos ver cómo se tratan temas íntimos y de gran complejidad que no suelen verse a menudo en otros juegos de forma acertada. Depresión médica, vivir sin techo, el abuso familiar, la bisexualidad... Cada personaje tiene algo que contar, y podemos ayudar a todos a hacer sus vidas mejores.
Sin embargo, aunque la amistad es un término redondo en el título la forma de obtenerla no es tan acertada. El principal medio para acercarnos a los pueblerinos es ofreciéndoles regalos materiales que pueden ser de un mayor o menor gusto, y en consecuencia que nos tengan mayor aprecio. Para los puntos en los que sabe acertar con sus eventos y diálogos me parece desacertado que su principal modo de transitir algo tan complejo como la amistad sea por medio de objetos: es una mecánica que no atina del todo y da un mensaje equivocado a su público.
El olor de las setas
Detalles pequeños aparte, 'Stardew Valley' nos invita en gran medida a reconstruir su centro cívico. Lo he mencionado antes, pero podemos pasar de esta opción y reconstruir el pueblo por medio de pagos a la Corporación Joja; es una forma alternativa de jugar. Pero si optamos por trabajarnos la reconstrucción con la reunión de materiales uno por uno obtendreos una satisfacción mayor y diferente. Las criaturas mágicas que habitan el valle nos ayudarán ofreciéndonos regalos, haciendo funcionar viejos motores oxidados, permitiendo que el autobús a la entrada del pueblo nos lleve a destinos lejanos. Se trata de un sistema de esfuerzo e incentivo que quiere animarnos a poner nuestro trabajo sobre la mesa y no caer en lo fácil que puede llegar a ser recurrir al dinero.
No resulta nada sencillo reunir todos los materiales que se nos piden. Cultivos, minerales, peces... Para reunirlos todos necesitaremos de varios años dentro del juego, cada uno compuesto por las cuatro estaciones clásicas. Esto se traduce en una cantidad de horas que fácilmente superará el centenar en nuestra partida habitual. Y, sin embargo, el tiempo dedicado acabará siéndonos indiferente una vez estemos sumergidos entre sus opciones de juego.
Hay un detalle imposible de ignorar antes de terminar. Su banda sonora es perfecta: sus tonos cálidos y anímicos se fusionan con la vida del pueblo según la estación del año y los eventos que vivamos. Siempre nos recordarán la sencillez alejada de la ciudad, de cómo debemos desconectar, dejar nuestras preocupaciones a un lado y redescubrir la felicidad entre los pastos que cuidamos con tanto ahínco. No se centran en la acción, en la tristeza de un lugar, ni mucho menos en el duro trabajo que nos espera al apagar la consola... Es el aquí y el ahora. Es el sonido de la felicidad.
Conclusiones
El escapismo seguirá siendo algo condenado por la sociedad cuando dejes el juego, pero es que su objetivo no se encuentra en que encuentres ese sentimiendo en dedicar horas y horas a perderte entre las opciones que se te ofrecen, sino en redescubrir aquello que te gusta y dedicarte a ello. Sea la socialización, sea la relajación de cultivar o el cuidar de animales que te acompañarán toda la vida, quiere que encuentres tu lugar y te des cuenta de por qué te gusta estar ahí.
'Stardew Valley' quiere que seas feliz, no en que te centres en todo lo negativo de tu vida y en cómo puedes verte atrapado en un trabajo que no te gusta y una ciudad que no te comprende. Las relaciones sociales con los demás acaban conectando contigo de una u otra forma, y su mensaje calará en ti con que sólo le prestes un poco de atención. No te niegues la felicidad a ti mismo: cierra con todo y busca aquello que te haga sonreír. Y una vez lo hagas, vívelo. Eso es lo que todos los habitantes de Pueblo Pelícano quieren para ti.