En la última década Marvel Comics ha sabido jugar muy bien sus cartas. En el apartado cinematográfico se encuentran en la que va a ser recordada como su edad dorada, su apuesta por los videojuegos se está afianzando cada año que pasa y han creado algunas de las mejores sagas en comics que se han convertido en clásicos inmediatos, desde la ambiciosa 'Secret Wars' hasta eventos más cerrados como 'Spider-Verse'. Pero si hay algo que ha sabido hacer muy bien la compañía y no se reconoce como merece es construir su futuro, el legado que dejará tras su paso con décadas de historias. Su legado, en otras palabras.
No son pocos los héroes más jóvenes que están creciendo a la par de sus mentores y tomando sus nombres heroicos para allanar ese futuro. Ms. Marvel ha sido un éxito revolucionario en la variedad y la representación, Kate Bishop se ha ganado a pulso el título de Ojo de Halcón e incluso hay un Corredor Fantasma que no necesita de moto. La lista es larga, la acogida del público variada con cada uno, pero si hay un personaje que parece estar gustando a una gran mayoría es el bueno de Miles Morales. Y con razón: es su propio Spider-Man, un título ansiado por muchos e intocable para casi todos.
No me llames Spider-Boy
Era cuestión de tiempo que con el crecimiento en popularidad del personaje no le viésemos en algunos videojuego, pero con lo que pocos contábamos es que tuviese su propia entrega completa y dedicada. 'Marvel's Spider-Man: Miles Morales' es su primer videojuego protagonizado en exclusiva después de hacer apariciones por aquí y por allí en 'LEGO Marvel Super Heroes 2' y 'Marvel Ultimate Alliance 3', títulos en los que compartía protagonismo con otros héroes mayores. Aquí se acabaron esas limitaciones: esta es una aventura dedicada al buen adolescente mientras aprende a ser superhéroe.
Desde el primer minuto quieren dejarnos claro que este es Spider-Man. Peter Parker no va a estar en Nueva York por un tiempo y las ciudades no se protegen solas de amenazas como Rhino. Nadie pone en duda en ningún momento que sea un auténtico Spider, pero los habitantes de Manhattan sí son reticentes con este joven héroe; no se cortan en hacer comentarios como que esperaban que el otro viniese en su ayuda, o que sin el mayor él vale de poco. Es agotador escuchar esa clase de comentarios para alguien que intenta ganarse su lugar en la sociedad.
Por eso la máxima de Miles en toda la aventura es siempre la misma: demostrar que él es Spider-Man, indiferentemente de la presencia de Peter Parker. Y lo consigue ciertamente. Consigue cumplirlo luchando contra la banda de los Underground, los enemigos centrales del juego; contra corporaciones que buscan el beneficio propio a costa del bienestar de los buenos ciudadanos; contra los malvados ladrones de barrio que roban gatos para establecer vínculos emocionales no establecidos. Lucha contra todos excepto contra sí mismo o su mentor, contra qué significa la idea de ser un héroe y anteponerlo todo por delante. Miles tiene claro lo que quiere, pero sin un conflicto interno, sin el viaje que otros han pasado antes que él, no consigue dar esa talla al terminar la historia.
Todo un Campeón
No es culpa estrictamente de Miles. Los desarrolladores se han esforzado por dar vida al personaje de una forma muy especial: podemos percibir sus diferencias como persona y trozos de personalidad en la forma con la que se mueve, las opciones de lucha a la que nos fuerza el juego que sacan provecho de sus poderes especiales y menos de los gadgets inventados por Peter, incluso por la selección musical que cobra vida mientras recorremos Nueva York. Balancearse es algo que disfrutamos mucho cuando notamos que nuestro Spider-Man cae con estilo, se detiene a mirar el móvil y en general muestra su inexpertitud con tropiezos y movimientos torpes que le hacen quedar aún mejor frente al público.
Lo que falla es el guión. Algo ha sucedido entre la primera entrega y esta: aquella se esforzaba hasta límites desconocidos para entregar su propia interpretación de Spider-Man, la importancia de las relaciones en su vida y qué le motivaba a seguir adelante incluso con años de malas experiencias y el mundo en su contra. La historia de Miles le pone en conflicto con algunos seres queridos, pero no con lo que está bien y por qué debe defenderlo. Quiere tanto ser Spider-Man que olvida ser él mismo, y al final el precio por el que lo consigue es alto: tenemos un nuevo Spider-Man en la ciudad, pero no se diferencia mucho en la práctica del que le predeció. Se hace especialmente evidente en los últimos compases de la historia, donde deja clara su superioridad moral frente a otros personajes por zanjar qué es lo correcto sin discutirlo y, más importante, hacer uso de unos cuantos tropos de otras películas de superhéroes (y, en concreto, del propio arácnido) que le legitiman como el superhéroe de Nueva York, pero no como algo propio. Es una oportunidad perdida para mostrar las diferencias y fortalezas de Morales.
Aunque perdamos estos puntos por parte de la historia principal ganamos otros tantos en las actividades secundarias que Miles realiza. Las misiones secundarias a las que se apunta para echar una mano no son nada que vaya a cambiar la ciudad de la noche a la mañana, pero sirven como un divertimento mucho más constante que en la primera entrega y con cierto toque encantador hacia el esfuerzo que está haciendo el personaje porque se le reconozca persona por persona. Buscar gatos perdidos, localizar palomas robadas para trapicheos ilegales, limpiar el hielo de las grúas para evitar accidentes. Son cosas pequeñas pero que hacen que se nos pase de forma efectiva el tiempo con el mando, y si sumamos otras actividades secundarias como un tour caza del tesoro por toda la ciudad con postales o reconstruir un tema musical haciendo uso de los ruidos de la ciudad hacen de este viaje algo más especial.
Demasiado ADN arácnido
Hay que tener claro antes de lanzarse a disfrutar de la aventura completa que esta será mucho más corta de lo que hayamos visto antes: la historia principal apenas nos durará seis horas en su máximo modo de dificultad, y es una campaña que a veces le cuesta respirar debidamente. Toda una hazaña con la falta de villanos a los que se enfrenta Miles: tres enemigos, uno de ellos por cubrir la presencia necesaria que nunca tiene una resolución en pantalla de qué es de él tras los eventos del juego o, siquiera, inmediatamente después de haberle visto en una de las misiones durante el segundo acto.
Miles ofrece mayores posibilidades que Peter en combate gracias al uso de sus ataques Veneno, puñetazos cargados de bioelectricidad que pueden provocar daños inmediatos y de área a los enemigos más terribles. Esto hace algunos combates contra jefes finales mucho más interesantes que en el primer juego, pero a cambio Morales caerá en combate con apenas un par de golpes por parte de nuestros contrincantes. Tenemos que saber cuándo recuperar salud y mantenernos a la defensiva o pasar a la ofensiva y usar esa misma energía para nuestros ataques especiales, por no hablar de la gran utilidad ofrecida por la invisibilidad natural de Miles que permite atontar a todos los enemigos de inmediato e incluso escapar del combate temporalmente para replantear nuestra estrategia y tomar una táctica más dirigida hacia el sigilo. Otro aspecto en el que brilla por sus diferencias en la jugabilidad, pero por mucho que lo intenta no lo consigue en personalidad.
Esto es culpa también de la villana central del juego, la dura Tinkerer. Los enemigos de un superhéroe deben ponerle no sólo contra las cuerdas, sino servir como contrabalance de las ideas morales del bien contra el mal. Aunque la relación entre Spider-Man y Tinkerer es compleja no consigue crear una química estupenda entre los dos, se queda corta en lo que intenta y es muy inconsistente por parte de ambos, especialmente en las misiones finales. Un buen héroe se marca por una gran galería de villanos, y por el momento Miles no tiene lo segundo a su disposición con lo que brillar.
Conclusiones
'Spider-Man: Miles Morales' repite con todo lo que hizo grande a la aventura de Peter Parker en el aspecto jugable, pero se queda muy detrás en su guión y la representación de sus enemigos mortales. Su objetivo se centra tanto en querer demostrar que es merecedor del título del superhéroe que en el camino olvida que un superhéroe tiene una doble identidad, y Miles ha absorbido por completo la segunda. Es un sólido comienzo para la nueva generación de consolas, pero ojalá hubiese sido en una obra que hiciese justicia a este gran héroe de Marvel.