La nostalgia es algo que lleva un tiempo vendiéndose en la industria del videojuego. Nadie es desconocedor de la fórmula para embotellar esa sensación a que tiempos pasados eran mejores, y por un módico precio puedes adquirirla con ese videojuego que sabe a antigüedad: a veces sale bien, a veces terriblemente mal. Y esto, aunque siente bien, deja poco lugar para la innovación.
No es lo que le ha sucedido a este analista con 'Snake Pass'. Cada partida daba la sensación de un buen vino que se conserva bien tras el tiempo, y sin embargo desde el primer momento el juego es original y tiene unas ideas claras de cómo quiere que frescas y nuevas sean sus ideas. En esencia, este es un título que bebe del manantial de la juventud eterna pero no una reiteración de lo que ya conocemos.
Plataformas sin saltos
Noodle es una serpiente. Un día se queda dormida en una rama cuando debe emigrar a lo alto de la montaña y, antes de que se dé cuenta, alguien ha atacado los portales que le dan acceso a las diferentes áreas que debe recorrer. De aquí a no haber historia hay un paso, y es que el título no la hubiese necesitado en lo más mínimo: desde el primer momento los desarrolladores quieren que no nos distraigamos y comencemos a enrollarnos en lo primero que veamos.
Si hubiese que definir 'Snake Pass' en un género sería el de plataformas y puzles, pero entra en una extraña contradicción al no tener mecánicas de saltos ni tampoco rompecabezas que resolver. Reptamos por el suelo como buena serpiente y nuestros desafíos son cómo alcanzar ciertas zonas de la forma más rápida posible y sin matarnos por el camino. Podemos enrollarnos por ramas, apoyarnos en soportes, nadar; pero siempre debemos tener en cuenta el efecto de la gravedad sobre nosotros.
Esta es una idea muy original y humilde que en su concepto parecería imposible de ejecutar, pero en Sumo Digital han sabido llevarlo a cabo de forma muy correcta. Hacerse a las mecánicas del juego no es en absoluto sencillo, pero sí muy satisfactorio ver cómo mejoramos y calculamos mentalmente cada uno de nuestros pasos cada vez más rápido: el desafío es constante, y nuestra habilidad para hacernos a él se adapta en consecuencia.
La llamada de la nostalgia
Y si todo es tan original omo este redactor señala, ¿dónde está el rastro de la nostalgia que tanto reclamo exige? Reside en dos puntos que sirven como clave. En primer lugar está su apartado gráfico: aunque no es muy exigente e incluso se podría señalar de ser algo pobre en ocasiones tiene cierto encanto, y es que sus colores tan llamativos y sus modelados recuerdan mucho a las generaciones de Nintendo 64 y principios de PlayStation 2. Hay poco lugar a dudas sobre que su apartado gráfico es minimalista para recordar a esta época, aunque repercute negativamente a veces cuando recordamos que hemos avanzado mucho desde esa época.
El efecto nostálgico que el juego tiene sobre los jugadores se dobla al tener la música del juego activada, y es por su compositor. Sus tonos ya nos llaman a un lugar sin preocupaciones y una época pasada mejor. Tiene nombre: David Wise. Esta leyenda en la industria de los videojuegos ha puesto la banda sonora de múltiples juegos de RARE como 'Battletoads', los 'Donkey Kong Country' originales o el cercano y muy esperado por muchos 'Yooka-Layle'. Su sonido es inmediatamente reconocible y eleva la calidad de muchos títulos en los que participa con una música ambiental tranquilizadora y un toque de antigüedad que nos teletransporta de inmediato a la época de SNES y N64.
Pero incluso siendo un compositor tan magnífico a la banda sonora le falta un toque de calidad que se le debería exigir a David Wise. Aunque sus nuevos temas funcionan muy bien como algo de fondo la realidad es que acaban volviéndose repetitivos y cansan algo al jugador. Quizás tenga que ver su baja variedad, apenas una melodía por mundo, siendo un total de cuatro áreas en total; acaba siendo agotador con las veces que se puede repetir un nivel por completicionismo o por mejorar el tiempo récord, una opción que se nos da cada vez que terminemos el debido mundo y que nos invita a ser lo más rápido posible para superar unas marcas prestablecidas.
Estética infantil, castigos brutales
Los gráficos pueden resultar algo familiares e incluso infantiles, pero no os dejéis llevar por el engaño: este título es poco compatible con los niños. El nivel de exigencia en su dificultad es tan alto que acaba resultando desbordante y bestial hasta el punto de lanzar el mando contra el televisor. No se trata de un título en absoluto fácil, e incluso podría acusarlo de ser poco accesible al gran público.
Esto se hace especialmente notorio cuando vamos tras los coleccionables del juego. Cada nivel oculta cinco monedas ocultas bastante difíciles de encontrar de por sí, y mucho más complicado de alcanzar. Tampoco es que hacerlo nos sirva de mucho, ya que tras recogerlas todavía debemos retroceder para llegar a un punto de salvado, lo cual en ocasiones es lo realmente difícil. Con el creciente número de desafíos a cada mundo que visitamos (agua que nos sumerge, lava que no podemos pisar, viento que nos empuja...) se puede hacer muy tedioso hacerse con todo, añadiendo una gran cantidad de horas de juego a un título que, sin ellos, apenas pasaría de las 5-8 horas totales de duración. Y el hecho de que se pueda desbloquear una habilidad para rastrear con total claridad los elementos coleccionables del mundo también recorta en mucha medida esta estimada duración.
El juego no es excesivamente largo, al fin y al cabo. Son quince niveles en total los que tenemos que recorrer, y la realidad es que da la sensación de estar recortados. El diseño de cada nivel es sólido y en ellos no da la sensación de faltar contenido, pero sí de que el desarrollo se cortó abruptamente. Tras superarlo da la sensación de faltar un mundo más con unos últimos niveles, uno que reúna todos los tipos de desafíos de forma conjunta y nos invite al desafío definitivo. Su final también es muy abierto, concediendo la posibilidad de secuelas en las que explotar más profundamente las mecánicas del título; pero hubiese deseado algo con lo que cerrar esta entrega de forma más redonda, un último desafío que diese un debido cierre al círculo.
Conclusiones
'Snake Pass' es un título humilde que apunta hacia el ámbito nostálgico pero sin querer dejar de probar conceptos nuevos. Es todo un acierto especialmente para aquellos que busquen algo fresco y original con lo que divertirse, y siempre que estén dispuestos a sufrir con su elevadísima dificultad pasarán algunas horas realmente divertidas en su videoconsola. Por desgracia algo más de desarrollo para pulir y añadir algunos niveles no habría estado de más, al igual que una banda sonora más extensa y variada con la que dejarnos llevar.
Al final 'Snake Pass' se deja colar en los corazones de muchos, pero no con la suficiente fuerza como para convertirse en algo memorable que vaya a dejar una marca profunda debido a su corta duración y gráficos que podrían haberse perfeccionado algo mejor.
Analizada versión de PS4 en una PS4 estándar.