'Saints Row' es una saga que lleva entre nosotros desde 2006. Durante sus primeras entregas estuvo tratando de buscar su personalidad propia y alejarse lo máximo posible de las inevitables comparaciones con 'Grand Theft Auto'. Sin duda lo consiguieron, ambas sagas dejaron de ser competencia a ser complementarias, porque una no te da lo que la otra y viceversa. Volition encontró la fórmula perfecta y siguió aumentando las revoluciones... hasta que la máquina se rompió. Habían llegado tan lejos que se había acabado el camino y no había manera de continuar, por lo que un descanso de varios años y un reboot eran las únicas opciones viables. 'Saints Row' había sido devorado por su propia personalidad y ahora vuelve con energía renovada y un estilo que recuerda a su pasado, pero que se separa ligeramente para no caer en espacios comunes. La decisión de volver al principio del todo ha sido acertada, ¿pero Volition ha sido capaz de recuperar la brillantez de sus pasadas entregas?
El protagonismo de 'Saints Row' recae en un personaje creado por nosotros mismos, con un editor prácticamente sin límites inimaginables y en el que ha recaído buena parte de la promoción del juego. Se pueden descargar modelos creados por otros jugadores imitando a todo tipo de personajes famosos de otras licencias y otros medios. Este protagonista está compartiendo piso y cada uno de ellos pertenece a una de las bandas de la ciudad (tampoco es que haya muchas). Las dinámicas entre los cuatro al principio parecen interesantes, ya que se ayudan mutuamente y se pegan chivatazos para estar prevenidos de posibles ataques. Esto es posiblemente lo más jugoso que aporta el grupo, porque después se vuelve todo muy cliché y sin apenas gracia. Una serie de acontecimientos da lugar al nacimiento de una nueva banda, los Saints, cómo no. Hay alguna referencia a los antiguos Saints y se mantienen ciertas características (el logo de la flor de la lis o una iglesia como base de operaciones), pero esto es un reboot con todas las letras.
En cuanto al núcleo del juego, es decir, las misiones principales, son irregulares en líneas generales. Hay momentos espectaculares y secuencias de acción increíbles, como una persecución en el desierto saltando de coche en coche, mientras que otras son anodinas y repetitivas. Ante todo, la sensación que se nos queda al final es que no hay un hilo que conecte una misión tras otra, sino que son como eventos independientes que de repente nos dan un helipuerto en la base de operaciones. Los compañeros no ayudan a sentirnos integrados en esta escalada dentro del imperio criminal. No hay nada que verdaderamente nos ancle o nos enganche para continuar subiendo, más allá de esas secuencias espectaculares que sí que merecen la pena ser jugadas.
Que la historia no termine de enganchar se podría perdonar si nos ofrece una jugabilidad divertida y unas mecánicas en constante cambio para no caer en la monotonía, pero tampoco es el caso con 'Saints Row'. Al principio da la impresión de que el gunplay es divertido de jugar, pero a las pocas horas nos damos cuenta de que los enemigos son esponjas de balas, con poca variedad. Es más, hemos llegado a bajar la dificultad porque las oleadas constantes se hacían demasiado pesadas. Al menos la variedad de armas hace que sea algo más entretenido disparar.
Además, el progreso de la historia está muy conectado a ciertos trabajos secundarios. Para hacer crecer el imperio de los Saints, debemos ir construyendo negocios por toda la ciudad y cumplir encargos para completarlos, algo necesario para continuar con ciertas misiones principales. Hay una gran variedad de estos trabajos, pero eso no significa que sean divertidos, porque la mayoría nos tiene yendo de un lado a otro. Menos mal que hay una buena cantidad de emisoras en la radio, con todo tipo de géneros musicales (desde música clásica hasta reggaeton pasando por heavy metal) para ir escuchando durante los trayectos. Aparte de estos trabajos, la ciudad -con un tamaño perfecto, ni muy grande ni muy pequeña- está llena de iconos, como mandan los cánones de los mundos abiertos. Nos encontramos por el camino con descubrimientos, que son simples paradas para conseguir algo de dinero extra (rebuscando en la basura o robando fardos de drogas); amenazas, que reducen los ingresos de nuestros negocios; y algún que otro coleccionable. Todo esto se convierte en algo necesario si queremos ampliar nuestro imperio criminal porque los edificios son muy caros. Estas pequeñas decisiones dan la sensación de que están intentando alargar artificialmente la duración del juego.
El apartado gráfico de 'Saints Row' cumple, sin grandes alardes, ni tampoco es que tengo una dirección artística que haga que destaque. Eso sí, la ciudad tiene una gran variedad de lugares diferentes dentro de un mapa de tamaño perfecto. Cuenta con cinco modos de imagen, que varían en su resolución (de 1080p a 4K) y en la tasa de frames por segundo. Las explosiones son muy habituales y no hemos tenido ningún problema de tirones ni caídas de frames jugando en velocidad de imagen alta a 1440p. Eso sí, una o dos veces se nos ha quedado congelada la pantalla teniendo que cerrar la aplicación. El juego tiene no pocos bugs de todo tipo, como que desaparezca parte del HUD y no saber cuál es el objetivo de la misión o las físicas haciendo de las suyas y mandar a un coche a la estratosfera porque se ha tropezado con un trozo de algo.
Conclusiones
En definitiva, 'Saints Row' necesitaba un reinicio, era una saga que había acabado fagocitándose a sí misma, pero su última entrega sí que tenía una virtud: era divertida si eliminabas todos los excesos. A este nuevo 'Saints Row' le cuesta alcanzar estas cotas de diversión y por el camino ha perdido toda la personalidad que tenía. Ni la historia, ni los compañeros, ni la ciudad consiguen captar nuestro interés. Además, la mayoría de misiones secundarias se nos antojan anodinas, aunque afortunadamente el fraude al seguro está de vuelta. Por desgracia, éste no era el regreso que esperábamos de la banda de morado que tan buenos ratos nos dio en el pasado.