De darle la más mínima validez a la puntuación de un producto cultural o de entretenimiento consideraría que 'Rocket League' es (desde el día en el que se lanzó como un juego de tantos en PlayStation Plus) un juego de 10. Lo es por un buen puñado de razones, pero sobretodo lo es por tener detrás al soberbio equipo de desarrollo que es Psyonix.
Un juego que tiene que estar en todas partes
La grandeza de 'Rocket League' es tal que ya ninguna plataforma de la actualidad se queda sin su correspondiente versión. La última en sumarse a la fiesta ha sido Nintendo Switch gracias al trabajo de Panic Button, el estudio que recientemente ha traído 'DOOM' a Nintendo Switch pero que ya llevó 'Rocket League' a Xbox One en febrero de 2016.
Las virtudes y los defectos que este juego ha ido demostrando desde su estreno en 2015 las podéis encontrar en los análisis de PS4 y Xbox One. Así que como no tengo intención de ser redundante voy a pasar a recopilar la serie de diferencias que presenta el juego en su estreno en la consola híbrida y a intentar dilucidar en qué es mejor y en qué peor, siendo esto último muy breve.
Si algo nos han enseñado las adaptaciones de licencias conocidas al nuevo hardware de Nintendo es que hay que hacer sacrificios por el camino. Los de 'Rocket League' han sido puramente visuales, puesto que mantener los 60 fotogramas por segundo vitales para no alterar el principal atractivo del juego requiere recortar la resolución a la que el juego es capaz de llegar. Los 720p son el techo máximo en las modalidades portátil y sobremesa, llegando en la primera ocasión a reducir su resolución cuando la acción es mucho más movida.Veremos por tanto como el horizonte del partido deteriora su nitidez notablemente para dejar paso a una estabilidad en la tasa de frames. En ocasiones este sacrificio no es suficiente y podemos llegare a encontrarnos con algún tirón en la imagen que, por suerte, se deja ver muy de vez en cuando y sin que llegue a incomodar.
Y hasta aquí llegarían los recortes realizados por Panic Button en esta adaptación, porque el resto de elementos que hacen de esta licencia el éxito de masas que es hoy en día siguen muy presentes. En el mismo año en el que la todopoderosa EA ha lanzado una versión de 'FIFA 18' mutilada para la consola de Nintendo, llega este nuevo estreno con todo su contenido inmutable. Siguen ahí todos los coches iniciales y todos los que se pueden adquirir con dinero real, siguen los cientos de objetos cosméticos, todos los mapas, los modos de juego, las partidas competitivas, las repeticiones y hasta algunos pequeños añadidos como los coches temáticos de Mario, Luigi y Samus que se ofrecen de forma gratuita, siendo el tercero el único que hay que desbloquear jugando.
Un juego para enseñar
Si en algún caso 'Rocket League' para Nintendo Switch se postula como un juego mejor que sus otras versiones para PC, PS4 y Xbox One es puramente por una cuestión de contexto. Es en este punto donde me veo obligado a clarificar la frase del título de esta crítica. Un juego para fardare de Nintendo Switch es 'The Legend of Zelda: Breath of the Wild' o 'Super Mario Odyssey', de acuerdo. El tema es que cualquiera de esos juegos requieren de condiciones muy concretas para que alguien ajeno a la consola o los videojuegos queden prendados o mínimamente interesados. Sin embargo los coches y el fútbol son idiomas universales, tanto infantes como adultos quedarán instantáneamente enganchados a ese baile de metal y explosiones que se puede ejecutar en los escasos segundos que tardas en ejecutar el juego e iniciar una partida.
Se suma la siempre imperante atracción de lo portátil, sacar la consola, entregar un Joy-Con a un amigo y echar un partido en local o en línea no tiene precio. Cierto es que el tamaño de la pantalla puede hacer que nos sangren los ojos si encima la partimos en dos, pero el rendimiento del juego no decae en absoluto y convierte a 'Rocket League' en uno de los mejores aliados de las reuniones sociales.
Conclusión
'Rocket League' llega a Nintendo Switch con una adaptación que ha sacrificado mucho en su apartado visual, pero que mantiene todo lo demás intacto, demostrando que no siempre hay que mutilar las adaptaciones para encajar en el nuevo hardware.
Esta versión del juego es realmente estable tanto para los partidos en línea como para el juego local, soporta además juego cruzado con usuarios de PC y Xbox One y se posiciona como lo mejor del AAA con un acabado sólido como una roca y actualizaciones que llegarán de firma simultánea a las lanzadas en otras plataformas y lo mejor del desarrollo independiente con un estudio que escucha activamente las peticiones de los jugadores y que mantiene temas como el de los micropagos destinados a contenido estético y con ganas destinadas a los torneos del juego.
En definitiva, su compra es válida tanto si no has jugado nunca al juego en otras plataformas como si no puedes parar de hacerlo en ninguna parte.