Cuando empezamos cualquier videojuego, una leyenda que suele ir de abajo hacia arriba o que pasa a través de nuestros ojos mediante fundidos, nos cuenta cuál es la historia que hay tras el título que se acaba de comenzar. Por norma general, siempre se trata de un héroe de espíritu valeroso que quiere cumplir con las tareas que le encomienda un segundo personaje importante por el bien del mundo en el que se encuentran. Está bien que la mayor motivación que tiene el personaje de cualquier obra sea el bien común, pero en la vida real esto no funciona así; cada persona se mueve por sus propios intereses y eso no quiere decir que no se puede acabar salvando el día.
Las tiendas están llenas de cajas con nombres de héroes relucientes; y también de otros que, aunque no relucen tanto, sí que tienen hazañas que contar. Pero no siempre se puede tener a un guerrero de primera categoría dispuesto a ayudar, ni siquiera puede que estos tengan las habilidades que uno necesita para según que trabajo. 'Robbie Swifthand and the orb of mysteries' es un buen ejemplo de ello, ya que el protagonista de este juego dista bastante de ser un ejemplo a seguir, pero es que tampoco tiene ninguna cualidad especial que le lleve a destacar por encima de los demás más allá de su tremenda avaricia. Habilidad que en el juego es clave para poder superar los obstáculos y, además, salir de un templo maldito con todas los dedos.
Plataformas muy condensadas
Después de haberme puesto a los mandos de otros muchos títulos indie que van desde las plataformas a los beat'em up, pasando por el dungeon crawler, pocos he visto que hagan un batiburrillo de géneros y, además, sin perder de vista la intencionalidad del título. Puede ser difícil de comprender esta descripción, pero es que el juego es una unión de muchas cosas y, aún así, no se desarrolla de manera compleja o enrevesada. Es un camino de muerte que bien podría ser la cara oculta de cualquier 'Super Mario Bros.'.
'Robbie Swifthand and the orb of mysteries' lleva al jugador a recorrer las diferentes estancias de un templo en el que hay que recuperar las tres partes de un orbe que ha quedado destrozado. Para ello basta con superar todas las salas de aquel misterioso lugar; un lugar que no está hecho para ser explorado, pues todos los rincones están llenos de trampas, de cosas que pinchan y de botones que dan muy poca confianza. Es decir, aquel sitio está hecho para acabar con cualquiera que ose poner un pie dentro.
El título nos hace pasar por decenas de fases de muy corta extensión, pero cuya duración puede ser infinita, ya que lo que se tarda en completar un nivel se mide no en tiempo, sino en el número de muertes que el templo consigue para él. Atravesar las diferentes estancias que tiene esta mazmorra no es tarea fácil, ya que, incluso en el nivel más bajo de dificultad, nos tomará unas cuantas veces el poder superar con éxito cada zona.
Sencillo, pero letal
Como he dicho al principio del análisis 'Robbie Swifthand and the orb of mysteries' plantea una situación que se sale de toda norma, ya que el protagonista de este juego no tiene ni poderes, ni una leyenda detrás y tampoco un diseño resultón. Robbie es un ladrón cuya avaricia no conoce límites; solo se mueve si hay una buena recompensa detrás y, eso sí, siempre cumple su palabra de ladrón. Quizá por estas habilidades de caco, el espíritu del templo le ha escogido a él para que salve a la humanidad, pero no tiene interés ninguno en lo que ocurre allí dentro.
En este contexto, y moviéndose solo por ver una suculenta recompensa al final, Robbie emprende una tarea para la que no está demasiado preparado. Ni siquiera sabe muy bien dónde se mete, ya que el templo, dividido en tres grandes áreas, está lleno de trampas. Los niveles son realmente sencillos, pero superarlos tiene mucho de ensayo y error y también se ser rápido de reflejos. Algunos controles no están bien implementados, como el gran salto, pero se asimilan pronto.
Robbie solo quiere echarle mano a algo valioso y salir pitando, una actitud bastante despreciable, pero que encaja mucho mejor en lo que haría cualquier persona que no tenga un trasfondo heróico. Este personaje se desliga mucho del arquetipo de protagonista de videojuego y, aunque ahora es más fácil encontrar perfiles así gracias a los títulos independientes, no es algo que abunde demasiado. De hecho Robbie no destaca mucho en el juego por mucho que este lleve su nombre. Su mera existencia es accesoria y el título plantea que al espíritu que lo eligió no le quedó casi más remedio que seleccionarle a él.
Este consumo rápido de niveles es, quizá, uno de los puntos más fuertes de 'Robbie Swifthand and the orb of mysteries', ya que, aunque pueden ser difíciles de superar, son muy cortos y sencillos y lo que le va a llevar más tiempo al jugador es coordinar sus manos y su cerebro para no acabar empalado en cualquier pincho que hay repartido por todos los rincones.
Muy humilde y entretenido
Al principio puede no parecer un título que llame la atención y es que el juego de Pixel Reign no apuesta por un escenario muy vistoso de primeras. La producción muy asequible y donde más brilla es en su jugabilidad, una que encaja muy bien para ser un juego de verano, ya que se puede dejar y volver a él las veces que se quiera. Teniendo en cuenta que, esto en vacaciones puede ser una constante, no viene mal tener este tipo de opciones para poderlas dejar pausadas hasta retomar la actividad en otro momento.
El entretenimiento es una de las mayores bazas con las que cuenta este juego y, a pesar de que pueda resultar frustrante en ocasiones, no pierde ni un ápice de diversión, ya que pide al jugador seguir intentándolo para conseguir superar todos los obstáculos y niveles. Además, también se presentan algunas batallas contra jefes en las que habrá que poner en práctica todo lo aprendido mientras se avanzaba por el templo.
Conclusiones
'Robbie Swifthand and the orb of mysteries' es un juego que aúna en una sola propuesta ADN de otras sagas de éxito que han brillado en cada uno de sus campos. Sin querer hacer demasiado ruido, Pixel Reign se ha centrado en una jugabilidad muy superior al resto del propio título, con plataformas, puzles y una dificultad muy elevada que retará a cualquier jugador.