Análisis de 'RAGE 2' para Xbox One, jugabilidad rabiosa que no muerde

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Análisis de 'RAGE 2' para Xbox One, jugabilidad rabiosa que no muerde

Oriol Vall-llovera Por Oriol Vall-llovera

El 4 de Junio 2019 | 12:00

Analizamos 'RAGE 2', un shooter con mucha garra y rabia pero que no muerde. A pesar de su fuelle, transcurre en un yermo algo descafeinado. Excelente en muchos ámbitos, no obstante.

Cuando salió al mercado el primer 'Rage', en 2011, la verdad es que el juego de Id Software sorprendió. Estábamos en una época en la que los FPS empezaban a ser mucho más frecuentes, también en consolas. Se había desatado la fiebre y todos querían su parte del pastel. Es ahí donde entró en juego una combinación tan curiosa como interesante y atractiva: el frenetismo de toda la vida de 'Doom', junto a un concepto de mundo abierto y posapocalíptico arriesgado y bastante original. El resultado, aunque no fue perfecto, sí resultó convincente.

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Volvemos al yermo

Ahora, casi ocho años después, nos llega la oportunidad de continuar aquella historia con 'RAGE 2'. Las premisas son las mismas, e incluso podríamos decir que ampliadas. Pero es verdad que ahora el factor sorpresa es prácticamente nulo. Entonces podíamos hablar de un novedoso shooter con toques de mundo abierto y sandbox. Sin embargo, el género tiene tantos representantes hoy en día, y ha alcanzado tal grado de excelencia con ciertos títulos, que este 'RAGE 2' queda relegado, precisamente, a un yermo algo desierto en el que se encuentran aquellos juegos que se han quedado a medio camino de lo que buscaban.

Con esto no queremos decir que no haga bien lo que se propone. Pero es verdad que, de esta secuela, lo que más se esperaba es que hubiera aprendido de los errores del pasado. Y esos errores pasaban por unas misiones secundarias algo aburridas e intrascendentales, por un mundo abierto demasiado vacío y carente de interés, y por un juego que, como shooter, no acababa de arrancar por culpa de ese ritmo algo desequilibrado. Tenía destellos de calidad grandiosos, eso sí. Y... aquí ocurre exactamente lo mismo. 'RAGE 2' es mucho más bonito, más salvaje, más potente, e incluso tiene una jugabilidad más rabiosa. Pero no muerde. De algún modo, vuelve a tropezar con la misma piedra. Igual que esa humanidad del juego, que intenta recuperarse de manera errónea de los acontecimientos que los han llevado a esa absoluta desolación.

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El proyecto Daga

Pero vamos por partes. En primer lugar es importante mencionar el argumento. Ese es otro punto que no conseguía brillar en el juego original. En gran parte, por ese ritmo algo desigual entre las misiones principales y las secundarias. Pues bien, aquí ocurre un poco lo mismo. Todo empieza de manera fulgurante, con un ataque de La Autoridad (el grupo que domina este mundo posapocalítpico, causando el caos) a nuestro hogar. La misión del prólogo es espectacular. Tiene mucha garra y además nos hace presagiar un argumento interesante (aunque parece que sea precipitado también). Pero nada más lejos de la realidad. Solo es un recurso rápido para que, tras la masacre, seamos el único Ranger en pie de la Tierra. El que, tras unas pistas, tendrá que contactar con viejos aliados de la Resistencia, con tal de activar el proyecto Daga. El único capaz de poner fin a la guerra.

A partir de ahí, las directrices son claras: coge tu vehículo y sal por ahí a machacar a los mutantes y a las bandas "callejeras" que campan por sus anchas atemorizando a los pocos supervivientes de la humanidad. Se agradece que el juego te permita entrar, tan pronto, en el mundo abierto del título creado por Avalanche Studios (con la supervisión de id). Sin embargo, y tal y como decíamos antes, vuelve a caer en los mismos errores del pasado. Sí, se puede camuflar con pequeños añadidos que anteriormente no estaban, como la posibilidad de crear al principio un personaje masculino o uno de femenino, o la presencia de un mayor número de vehículos, pero a nivel jugable se traduce en más bien poco.

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Un sistema cuestionable

Más allá de que los vehículos no acaben siendo determinantes, como veremos después, son un elemento primordial para movernos por el mapa de 'RAGE 2'. Y moverse de una punta a otra será importante, ya que es la forma de avanzar en el desarrollo del juego, tanto a base de misiones principales como de las secundarias. Y ahí radica el gran problema de 'RAGE 2' con respecto a otros juegos similares. Si no fuera porque sabemos cuáles son las principales, reservadas para esos tres personajes secundarios que forman parte del proyecto Daga, sería complicado diferenciar las principales de las secundarias. No solo porque todas ellas son muy parecidas entre sí, sino también porque la gran mayoría tienen lugar en exteriores o en pequeños interiores muy localizados en el mapa.

O en otras palabras, el ritmo vuelve a ser algo desigual. Además, la sensación de repetitividad hace mella mucho antes de lo que debería, debido a que todas las misiones tienen objetivos muy parecidos. Ya sea eliminar torretas de combate enemigas (todas iguales), peinar una zona llena de bandidos, o destrozar todos los huevos de una guarida de mutantes (por poner tres ejemplos muy frecuentes). Y lo más preocupante de todo, es que no es una opción "secundaria" realmente. Terminar esas misiones, que se corresponden igualmente a los tres personajes importantes de la historia, nos dará puntos para subir el nivel de "confianza" con ese personaje en cuestión. Y si no disponemos de cierto nivel con cada uno, no se desbloquearán las misiones principales avanzadas de ese personaje.

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Un estiramiento muy "gamberro"

Eso último, nos lleva a hablar de otro aspecto algo negativo del juego: la duración. No es que sea especialmente corto. El problema es que la duración que tiene, incluye las misiones secundarias, ya que es importante realizarlas para poder desbloquear las principales. Y eso acaba estirando el juego de manera artificial e incluso repetitiva. De ahí que, de esas 10-12 horas (aproximadamente) que dura la aventura, ni siquiera la mitad se correspondan a las misiones verdaderamente chulas. Porque sí, las hay, y el juego vuelve a mostrar esos destellos de calidad indiscutible de la entrega original.

Si has llegado a esta parte del análisis, pensando que todo son pegas, debo advertirte de que no es así. 'RAGE 2' tiene algo que mola. Y mucho, además. De hecho, resulta tremendamente curioso, ya que brilla justamente en la faceta que domina id Software, y flojea en la que teóricamente debería dominar Avalanche. Cuál es la explicación de este "altercado" es complicado, pero lo que está clarísimo es que como FPS, su jugabilidad es indiscutible. El gunplay es fabuloso. Sentir como el arma dispara es una gozada, los controles son muy depurados, la bestialidad del apartado gráfico se nota desde el primer momento, y encima todo se mueve rapídisimo. Sí, los 60fps quedan únicamente para las versiones top de cada consola y para PC, pero es que incluso en sus 30fps se mueve mucho mejor que la gran mayoría de FPS del mercado.

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Sobrecarga de sensaciones

Y gran culpa de ello la tienen las habilidades y el sistema de progresión que sus creadores han diseñado para 'RAGE 2'. En cuanto a las primeras, destaca sobre todo la habilidad de la sobrecarga. Un movimiento que, tras encadenar múltiples bajas seguidas, nos permite convertirnos en una bestia parda que realiza mucho más daño. Como si estuviéramos bajo los efectos del mítico objeto de 'Quake', pero con unos efectos visuales que solo son posibles con la tecnología más puntera del momento. Utilizar las armas de este juego en ese estado sube los niveles de adrenalina hasta puntos insospechados.

Y he aquí otra de las grandezas de 'RAGE 2': sus armas. Todas ellas muy originales. No tanto por el concepto en sí (una escopeta, un lanzamisiles...), sino más bien por la forma de enfocarlas en la jugabilidad del título. Sin ir más lejos, la escopeta no solo sirve para causar mayores estragos a corta distancia; también es ideal para hacer volar los enemigos por los aires. Y también podríamos hablar del revólver, que nos permite incendiar a los enemigos una vez marcados, o de un lanzamisiles que se parece más al del propio 'Quake' que no al de un juego realista. Son alocadas, explosivas y muy directas. Al igual que la forma de jugar.

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Un cóctel de locura

Más que nada porque, cuando mezclas las armas, con la velocidad extrema del juego, la necesidad de ir recogiendo la salud que dejan los enemigos al morir (cuya IA me ha parecido bastante buena, por cierto), la sobrecarga y el resto de habilidades del juego, el ritmo es realmente frenético. Una verdadera lástima que, no obstante, no acompañen las misiones con mapas algo más elaborados (como ocurría en el reboot de 'Doom', por ejemplo). ¿Y cuáles son esas otras habilidades? Te preguntarás. La respuesta es sencilla: una serie de poderes sobrehumanos que, como Ranger, tendremos derecho a recibir si los encontramos. Estos poderes, que se pueden usar indefinidamente una vez los tenemos (previa carga de una barra) son devastadores y permiten realizar grandes combos entre ellos y junto a las armas.

Algunos simplemente son defensivos, como el doble salto o la posibilidad de esquivar, pero otros son auténtica demostración de poder. Como el que nos permite desprender una energía que hace volar a los enemigos (o incluso los desintegra), o el salto que nos permite golpear el suelo con furia y destrozar a los pobres bandidos. Lo mejor de todo, sin embargo, es que allá donde falla el ritmo y el equilibrio de las misiones (sean principales o secundarias), sí acierta el sistema de mejora de todas estas armas y habilidades. Son muchos los elementos que entran en juego, y múltiples también los parámetros a tocar en el menú principal. Desde mejorar las armas, hasta obtener ventajas de todo tipo, o incluso mejorar los vehículos. Por ejemplo, para poder patear las granadas enemigas y devolvérselas a los mutantes.

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Un mundo vivo

Por otra parte, esa sensación de progresión tan bien conseguida, donde cada tipo de mejora requiere de un objeto muy diferente, el cual se consigue de manera distinta, o el excelente y alocado gunplay, no son los únicos grandes incentivos de esta aventura. Más allá de que el mundo abierto esté algo desaprovechado y de que el uso de vehículos no marque tanto la diferencia como esperábamos (nada te invita a coleccionarlos, realmente), sí hay algunos elementos que merece la pena destacar. Para empezar, la gran ambientación, conseguida con personajes muy peculiares (y algunos, hasta reconocibles de la primera entrega), ciudades muy chulas, o situaciones en las que parece que el mundo del juego cobra vida propia.

Sin ir más lejos, podemos encontrar bandas de enemigos enfrentándose entre sí (e incluso irrumpir en la pelea si queremos), ver cómo aparece por ahí el mercader ambulante errante (y si pitamos, parará para nosotros), o simplemente disfrutar de carreras en pistas preparadas para eventos espectaculares, como en el original. Amén, sin embargo, de las casas de lucha. Un añadido que me ha parecido fascinante y que le da una mayor variedad no solo al argumento, sino también a la jugabilidad. Hablamos de unos recintos, esparcidos por el mapa, en los que es posible disfrutar de una especie de show de televisión en el que nuestro héroe debe asesinar a decenas y decenas de mutantes bajo la atenta mirada de unos pervertidos. Y lo mejor de todo, es que hay premios que conseguir según nuestras actuaciones, como si estuviéramos en la puñetera feria.

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Bello y desolado

Por otro lado, esa curiosa mezcla de desolación y parajes preciosos (por cierto, hay una clara diferencia de biomas entre según qué zonas del yermo) no es casualidad. El título luce espectacularmente bien. Y sus creadores se han esforzado mucho para presentar un juego que, con una historia y una ambientación oscuras, a veces casi parezca de humor. Es una dualidad interesante y mucho más marcada que en el juego original. Por otra parte, y tal y como hemos dicho, a nivel técnico no se le puede reprochar nada, más allá de algunos bugs (poco habituales) o algunos momentos con algo de popping (al menos jugando en una Xbox One normal). A nivel sonoro cumple bastante bien, con ese estilo cañero que tan bien se le da a Id. Eso sí, puede que el doblaje no sea el mejor que habéis escuchado últimamente.

En definitiva, 'RAGE 2' es un juego con luces y sombras, en el que podemos diferenciar claramente una parte de la otra. Por un lado, la forma de enfocar el mundo abierto está bien a nivel de ambientación y estética. Pero la estructura de juego acaba perjudicando el ritmo de las partidas y eso se nota. Por otro, todas las partes donde disparamos, incluso aunque la gran mayoría de objetivos son muy repetitivos y parecidos entre sí, brillan con luz propia. La luz de Id Software, que o bien ha metido mano hasta el fondo en este desarrollo, o bien les ha enseñado de maravilla a los chicos de Avalanche. El sistema de progresión es fantástico, las habilidades son variadas y espectaculares, y los jefes finales, aunque poco variados, son muy divertidos de combatir. El argumento no te sorprenderá, pero va a resultar difícil que sueltes el mando hasta que lo termines. El día que 'RAGE 2' sepa encontrar ese equilibrio que le falta, podría convertirse en uno de los mejores shooters del mercado. Hasta entonces, podéis disfrutar de un título notable.

8,0

Lo mejor:

- El gunplay es una auténtica pasada. Preciso, rápido y explosivo (literal y metafóricamente).

- Gráficamente es un juego potente, fluido y estable.

- Los poderes le dan una gran personalidad, así como variedad y profundidad al desarrollo.

- La ambientación, gamberra y muy diferente a lo habitual.

- La originalidad de las armas.

Lo peor:

- El argumento no se beneficia de esa ambientación y no llega a enganchar.

- El ritmo de juego es irregular y las misiones secundarias son insulsas y repetitivas.

- La conducción no destaca y el juego no invita a coleccionar los distintos vehículos.

- El mundo abierto está bien integrado, pero no incita a pasar las horas en él.

- Los jefes finales son muy poco numerosos y falta variedad.

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