Yo empecé con 'Pokémon Amarillo'. Qué demonios, ni siquiera fue eso. El primer contacto que tuve con 'Pokémon' fue con la serie de animación. Cuando se estrenó en España yo tendría como unos 5 años, y ni siquiera sabía de donde venía, pero me encantaba. La idea de un chaval de 10 años que se iba de casa para emprender una aventura en un mundo lleno de criaturas extrañas y maravillosas que jamás había visto y que por algún motivo sólo podían pronunciar su nombre al hablar, eso era algo que me fascinó.
Me obsesioné tantísimo que me compré todo el merchandising de estos bichos que pudiera existir, o más bien le pedí a mis padres que me lo compraran. Montones de episodios en VHS, camisetas, muñecos, y hasta un álbum de cromos que años después se haría famosísimo en internet porque presentaba al pokémon Farfetch'd como la preevolución de Doduo cuando no era así. Fue el único álbum de cromos que he llegado a completar en toda mi vida, porque por si no te habías dado cuenta leyendo hasta aquí, yo fui uno de esos niños a los que aquella fiebre noventera de 'Pokémon' les dio de lleno. La "Generación Pokémon", que nos llamaron.
Pero los videojuegos eran unos completos desconocidos para mí. De hecho no sabía que toda la movida venía de ahí. Tenía constancia de su existencia porque los veía anunciar por la televisión, pero la idea que tenía en mi cabeza distaba mucho de lo que eran en realidad (como curiosidad, pensaba que eran plataformas en 2D). En aquellos tiempos, que mis padres me compraran una videoconsola era casi impensable, ni siquiera una Game Boy. Pero, por suerte, contaba con amigos mayores que sí que la tenían, y una vez les vi jugar a 'Pokémon'.
No tenía ni idea de qué demonios era eso. Mi concepto de "videojuego" era muy reducido, y ver a un muñecajo moviéndose desde arriba o a los pokémon que tanto me gustaban convertidos en una amalgama de píxeles que peleaban de una forma rarísima (poco después descubriría lo que eran los combates por turnos) me chocó bastante, la verdad. Pero era 'Pokémon', y el muñecajo tenía a Pikachu siguiéndole detrás como en la serie, eso era suficiente para encandilarme.
Cuando me dejaban jugar me abrumaba demasiado. No sabía a dónde ir, ni qué movimientos usar cuando peleaba, era todo demasiado libre y muy alejado de mis queridos juegos en los que solo tenía que avanzar hacia delante y saltar encima de los malos. Yo simplemente hacía lo que me indicaban, "usa hoja afilada", me decían cuando saqué a combatir a Ivysaur. Además el muñecajo en cuestión ni siquiera podía subirse a los salientes, solo bajar por ellos; menudo sinsentido, si tampoco eran tan altos. Para alguien que se sabía los nombres de todos los 151 pokémon y hasta el pokérap, lo de no saber jugar a los juegos era una completa humillación.
Así que acabé aprendiendo a base de palos. Y cuando digo palos, me refiero a que cuando por fin me compraron una Game Boy y me dejaron el juego, estuve una buena temporada sin pasar del primer gimnasio. En mi defensa diré que Pikachu como pokémon inicial es la peor elección para ello, pero un día conseguí dar con la clave: atrapar un Mankey que aprendía Patada Baja, un movimiento súper eficaz contra el Onix y el Geodude de Brock. Y funcionó a la perfección. Eso me abrió las puertas a un mundo nuevo. Prepárate región de Kanto, voy a conseguir todas tus medallas y a hacerme con todos tus pokémon. Joder, me sentía como Ash en la serie de dibujos y era increíble, ¿cómo podía gustarme 'Pokémon' sin haber probado esto?
Idas y venidas
A partir de ahí fue un no parar. Cuando salió la segunda generación me compraron 'Pokémon Oro', e incluso aquella Game Boy Color edición especial Pikachu. Estas entregas suelen ser las favoritas de todos, y me encantaría poder decir lo mismo, pero la verdad es que mis recuerdos de 'Oro' están muy borrosos. Aún era bastante pequeño. Pero luego llegó 'Pokémon Rubí', yo ya tenía unos 9 años y por fin lo pude jugar plenamente sin dificultades. Después de eso llegaron 'Rojo Fuego' y 'Esmeralda', y este último lo consideré mi favorito durante años porque fue al que más horas le dediqué. Incluso fui a la Moviplaya durante el evento del décimo aniversario para conseguir un puñetero Lugia en mi juego. Mis padres, naturalmente, pensaba que me estaba volviendo loco.
Los años fueron pasando, llegó Nintendo DS, llegó la cuarta generación de 'Pokémon', y yo seguía enganchado. Tenía hasta una cierta mini comunidad competitiva con amigos del pueblo, cada uno con su equipo de pokémon y todo. El muñecajo seguía sin poder subir salientes, pero no importaba demasiado porque el sistema de combate ahora era mucho más profundo. Quedábamos muchas veces para echar peleas y organizar torneillos y eso. Era una época maravillosa en la que montones de críos sin nada que hacer se ponían a jugar a las maquinitas, a los pikachus esos, para hacerse con todos y para demostrar quién era el mejor que habrá jamás.
No obstante, poco después surgió el primer punto de ruptura. Nunca mejor dicho, porque se me rompió mi Nintendo DS y ya no pude volver a jugar. Pero yo ya no quería otra DS, sino una flamante PS3, que acababa de salir. Y me la compraron, y fue la única consola que tuve durante años. Ya jugaba a otras cosas además de a 'Pokémon' antes, pero el haber dejado esta saga de lado me dio mucho más tiempo para centrarme en más juegos, en los títulos hardcore a los que jugaban los chicos guays.
Estaba en plena adolescencia, y yo quería sentirme maduro con juegos complejos, con mucha "jugabilidad", fuera lo que fuera eso. Juegos de disparos, violencia, e historias de hombres fuertes y malhumorados que salvaban el mundo a base de matar mucha gente. Empezaba a leer prensa de videojuegos con mucha más asiduidad y a opinar sobre ellos en foros de internet. Estos eran los juegos de verdad para mí, no unos en los que un muñecajo no puede subir salientes.
Me olvidé de 'Pokémon' durante unos 2 ó 3 años. En un momento dado, se anunció la quinta generación y mi mente reaccionó de la manera más previsible. "¿Más pokémon, pero no había ya suficientes?", me decía. Veía esos nuevos diseños y automáticamente pensaba lo típico de "que feos son, se han quedado sin ideas". Es una reacción muy común para las personas ajenas a esta saga; que no al fenómeno, ojo, porque prácticamente todo el mundo conoce 'Pokémon'. Yo había pasado a ser un ajeno, quién lo diría.
Dejé de prestarle atención y seguí con mis juegos maduros hasta que un buen día, un año después de la salida de 'Pokémon Negro' y 'Pokémon Blanco', me prestaron una Nintendo DS y me incitaron a jugar a esas nuevas entregas. Me compré 'Pokémon Blanco', lo jugué de principio a fin, y fue increíble. Aprendí a apreciar todas las cosas que hacían grande a la nueva generación, los diseños empezaron a encantarme, y yo me lo pasaba tan bien que una vez más, volvió a dejarme de importar que el muñecajo no pudiera subir salientes. Incluso intenté por primera vez meterme levemente en el mundo competitivo. ¿Cómo había estado tan equivocado estos años, con lo que me ha encantado siempre 'Pokémon'?
Poco después, tuve que devolver la DS y volví a pasar varios años sin tocar un juego de la saga, pero la experiencia con 'Pokémon Blanco' me había enseñado algo: nunca más perdería la fe en 'Pokémon' tan fácilmente. Luego salieron 'X' e 'Y', y más adelante 'Rubí Omega' y 'Zafiro Alfa', que eran los remakes de mi generación favorita, la tercera, así que me daba un montón de rabia no tener una 3DS para jugar a ninguno de ellos.
Ya era mayor de edad y entré en la carrera de Periodismo porque quería dedicarme a esto de la prensa de los videojuegos. Me forcé a entender el medio, a saber hacer críticas, valorar los juegos, interpretarlos, etc... Mi percepción del videojuego ha cambiado mucho desde entonces, y la verdad es que tenía algo de miedo de que la próxima vez que volviera a jugar a 'Pokémon' no me gustara. Porque tal vez me habría dado cuenta de que en realidad no eran tan buenos. Y eso me dolía, pero me mantuve fiel a mi promesa de no perder la fe.
Y nunca volver atrás
El siguiente punto de inflexión sucedió este año, y lo marcó 'Pokémon GO'. La app trajo de cabeza a medio mundo y revitalizó la pasión por los monstruos de bolsillo en el mejor momento de todos: su vigésimo aniversario. En mi caso, yo me volví a obsesionar con 'Pokémon', pero esta vez con un simple juego de móvil, cosa que jamás se me habría pasado por la cabeza. Me volví a meter tanto en la franquicia que no pude aguantar más, necesitaba jugar a los nuevos juegos, a las entregas principales, como fuera. Así que, en un acto de derroche sin igual, me compré por fin una 3DS con 'Pokémon Rubí Omega'.
Exactamente 227 horas y 22 minutos de partida después, aquí me encuentro. A esas hay que añadirle también las 40 horas de 'Pokémon Y', que me lo compré un par de meses después. Mi fe en la saga no me había decepcionado, y esta me volvió a atrapar como cuando era un crío, un prepúber, y un dieciochoañero. Ah, y adivina qué, ahora que tenía la consola podía permitirme comprar uno de los nuevos juegos que iban a salir este año, 'Pokémon Sol' y 'Pokémon Luna'. Que por cierto, este texto creo que va de esos juegos.
Igual debería pedir perdón, pero el motivo por el que me he pasado 1.600 palabras hablando de mi experiencia con esta saga es bien simple, y viene de este vídeo. Se trata de un spot publicitario de 'Sol' y 'Luna' hecho por fans que apela enormemente a uno de los factores que más definen a 'Pokémon' hoy en día, al igual que a muchas otras licencias ochenteras y noventeras: la nostalgia. El eslogan es simple pero efectivo: "Tú has evolucionado, nosotros también". Al final se escucha el tema principal de la saga, uno que se ha ido versionando en todas las generaciones, pero el que más se parece al original es el de 'Sol' y 'Luna', como si estuvieran diciéndote que eso que tanto te encantaba de pequeño sigue ahí contigo, a pesar de todo.
Las personas que crecimos con 'Pokémon' hemos madurado, o "evolucionado", por seguir usando la terminología de la saga. Ahora no solo sabemos más de videojuegos, sino del mundo que nos rodea. Somos capaces de darnos cuenta de que el mero concepto de atrapar criaturas salvajes y ponerlas a pelear atenta contra todos los valores animalistas y resultaría una crueldad en el mundo real, pero también podemos ver que eso transcurre en un mundo demasiado idílico comparado con el nuestro. Uno en el que todo gira alrededor de los pokémon, los cuales crean fuertes vínculos con sus entrenadores para que ambas especies convivan en armonía y se ayuden mutuamente, con valores como el esfuerzo y la amistad siempre por bandera, en lugar de la violencia y la posesividad (los malos aquí son los que roban y maltratan a los pokémon, y un entrenador que hace eso es considerado un paria). Ya en la quinta generación se trató esta problemática, y sigue siendo un tema que chirría un poco, pero en 'Sol' y 'Luna', cuando elegimos al inicial, resulta que tenemos que esperar a que él nos escoja también a nosotros. Obviamente se va a querer venir, pero sigue siendo algo bonito, y el juego nos quiere hacer ver esto porque sabe que muchos de los que lo vamos a jugar somos fans que hemos crecido y aprendido muchas cosas; hacernos ver que, al igual que nosotros, también ha madurado.
De hecho, una de las cosas más guays de 'Pokémon' es que puedes pasar los que capturaste en los juegos de GBA hace años a los más actuales. No directamente, claro, tienes que ir pasándolos de un juego a otro, pero eso es porque se trata de un proceso que se ha ido fraguando durante muchos años. No puedes enviarlos atrás, eso sí, pero siempre podrás seguir estando con tus pokémon, por mucho que salgan otros títulos más nuevos. Yo, por ejemplo, tengo mi antiguo equipo de 'Rojo Fuego' en mis juegos de 3DS. Es otra de esas formas con las que la saga apela a nuestras emociones e intenta quedarse con nosotros pase lo que pase, y a mí eso me parece precioso.
Expandir fronteras
Con la llegada de la nueva generación de 'Pokémon', la séptima ya, se han introducido muchas novedades que han derribado esos tradicionales pilares sobre los que se sustentaba la franquicia. Una ruptura del hastío conservadurista que muchos le achacaban, durante su vigésimo aniversario y justo cuando todo el mundo vuelve a tener su mirada en la franquicia, no es casual. Y son bastantes los cambios, aunque la fórmula base permanece ahí; el muñecajo es ahora un modelo 3D más detallado, pero sigue sin poder subir salientes.
'Pokémon' no va de cómo va cambiando la saga, sino de cómo vamos cambiando nosotros, los que hemos evolucionado, y nuestras ideas y exigencias; ella solo se adapta para crecer con nosotros. Los jugadores ahora quieren títulos complejos y profundos, y por eso 'Pokémon' ahora tiene una vertiente competitiva a la que apoya totalmente; quieren buenas historias con personajes memorables, y la de 'Sol' y 'Luna' es con facilidad la mejor de la saga. Hemos evolucionado, ellos también, pero en el fondo nos sigue uniendo lo mismo: nos encantan estos monstruitos, y cada vez hay más y son más rocambolescos. Seguimos queriendo hacernos con todos y ser los mejores que habrá jamás.
Pero, ¿sólo para los nostálgicos? ¿Qué hay de aquellos que hayan tenido un contacto más anecdótico o quieran iniciarse ahora? Antes mencionaba la "Generación Pokémon", y tampoco es casualidad que los juegos se dividan por "generaciones". Una generación representa una nueva fase de algo conocido, y en esa nueva fase siempre hay sitio para el que quiera entrar. Todo el mundo puede tener su Generación Pokémon, y eso se demuestra en que los títulos, a pesar de apelar a los fans de toda la vida, siempre resultan de lo más accesibles para todo el mundo.
En mi caso, yo sé cuál es mi Generación Pokémon, y no es otra que la que he contado a lo largo de más palabras de las que tal vez debería haber utilizado. ¿Por qué me gusta tanto 'Pokémon'? No lo sé. Quizás es porque me transmite ese aire bonachón y bienintencionado capaz de transportarme a un mundo ideal y fantástico que me aleje de este tan profundamente roto en el que vivimos, como decía Noel Ceballos; o que al menos me ayude a sobrellevarlo mejor. O tal vez es simplemente porque llevo toda mi vida con ello y me ha marcado desde la infancia; de otra forma no guardaría tantos recuerdos. El motivo por el cual me marcó puede ser muy simple, y es que era la moda cuando yo era pequeño, pero más adelante se convirtió en una parte de mi vida, en un nexo que me permitía convivir en una pequeña sociedad con amigos dedicada a estos juegos y que me hizo pasar muy buenos ratos de mi niñez. 'Pokémon' se convirtió para mí en algo más que simplemente luchar con monstruitos y capturarlos, y a partir de ahí no hubo vuelta atrás.
Luchando contra lo personal, y pereciendo en el intento
No soy muy amigo de la nostalgia. Muchas cosas que me gustaban de pequeño y que ahora son reverenciadas cual iconos del recuerdo, como por ejemplo 'Dragon Ball', han perdido por completo el interés para mí, simplemente porque he crecido y mis gustos han cambiado. Sin embargo, con 'Pokémon' nunca me ha pasado eso. Una vez estuvo a punto, como ya he dicho, pero al final solo fue una falsa alarma. Por eso siempre he querido guardar a 'Pokémon' en un rinconcito especial, una burbuja ajena al resto de mis opiniones y gustos. Y aquí estoy, ejerciendo como periodista y crítico de videojuegos tal y como me propuse. Era un destino inevitable que en algún momento tuviera que analizar 'Pokémon'. Maldita sea.
Y la verdad es que he tenido miedo, pero por suerte, 'Sol' y 'Luna' son grandes juegos que me han encantado, y que ahora más que nunca, saben recoger el espíritu de la saga y todo lo que transmite para ofrecernos, tanto a los nuevos como a los nostálgicos veteranos, el 'Pokémon' definitivo. ¿El mejor de la saga? Por puros méritos propios sí, lo hace casi todo mejor que los demás. ¿Mi favorito? No sé, 'Esmeralda' aún sigue siendo muy importante para mí, pero a buen seguro que 'Sol' y 'Luna' también tendrán un lugar especial dentro de mi podio personal.
Supongo que habrás entrado a este texto esperando leer eso último, o al menos un análisis convencional que detallara uno por uno todos sus pros y sus contras. En ese caso, lo siento mucho de nuevo, pero no te preocupes, solo tienes que ir al apartado de "Lo mejor" y "Lo peor" para verlo de forma resumida, tampoco hace falta más. Ah, y la nota. Supongo que después de semejante parrafada quedaría fatal que no le pusiese un 10, ¿verdad?
Joder, tengo ya casi 23 años y sigo sin poder despegarme de 'Pokémon'. Al final ni siquiera yo soy capaz de subir un puñetero saliente.