Ponerse a cargo de una remasterización de un juego con prácticamente 20 años a sus espaldas no debe resultar nada sencillo. Entre otras cosas, porque puede no ser suficiente con el factor nostalgia para satisfacer —o incluso sorprender— a los jugadores. Es ahí donde entra en juego la originalidad, el arte, la ambientación, o simplemente el resucitar de una saga que en su día había sido muy querida, hasta el punto de que los fans la habían convertido en una franquicia de culto. Hablamos de 'Onimusha', cuyos inicios se encuentran mucho antes incluso de aquel 2001 en el que apareció un tal 'Onimusha: Warlords' en exclusiva para PS2. Videojuego en el que, evidentemente, se basa la remasterización que hoy nos ocupa.
Anunciado inicialmente para N64
De hecho, este proyecto, que tenía a Keiji Inafune como productor y que tomaba a la saga 'Resident Evil' como referencia base, no iba a salir inicialmente en la generación de PS2, Xbox y GameCube. Es más, en principio fue anunciado para Nintendo 64, y más tarde para PlayStation, donde incluso llegó a estar en desarrollo. Hasta el año 1999, del que precisamente se cumplen 20, momento en el que Capcom aseguró que pasaba a PS2, así como que se trataría de un proyecto tan ambicioso como personal. No iba a ser una copia de 'RE' pero en el Japón Feudal y cambiando los zombis por demonios. Sí que utilizó escenarios prerenderizados y seguía una línea parecida a la hora de presentar los mapas y el desarrollo, pero tenía un toque muy personal y apostaba más por la acción.
El resultado final fue un un hack and slash muy rompedor que, además, obtuvo un gran éxito en todos los territorios por los que pasó, llegando a vender un millón de copias en Japón en tan solo 3 días. Aquí aterrizó con algunos inconvenientes, como las molestas bandas negras de los tan pesados 50 Hz, así como una traducción únicamente en inglés. Pequeños handicaps que, por otra parte, son precisamente los grandes cambios que ahora trae esta remasterización para Xbox One, PC, Nintendo Switch y PS4 (esta última, la versión en la que hemos realizado el análisis). De hecho, no solo se trata de un juego que llega únicamente en formato digital (hoy mismo, día 15 de enero), sino que se aleja completamente de un remake.
Bueno, bonito y barato
Algo que podría ser un problema si no fuera por el apetecible y justo precio con el que llega al mercado: tan solo 19,99 euros en cualquiera de las plataformas. Incluye gráficos en alta resolución, opción de pantalla panorámica, ajustes en la dificultad para aquellos que prefieran algo más accesible y, sobre todo, pequeños cambios en la banda sonora y en la jugabilidad que encantarán tanto a los fans del original como a los jugadores más neófitos que estén ya acostumbrados a las tendencias actuales de nuestra industria más querida. Pero vamos por partes. En primer lugar, ¿qué nos cuenta 'Onimusha'?
Una forma rápida y sencilla de resumirlo es mencionando que la historia del videojuego es relativamente sencilla, pero también muy interesante. Nos encontramos en la época del Japón Feudal, momento en el que uno de los clanes enfrentados en la guerra, recorre a los poderes de los demonios para salir victoriosos de una batalla perdida. Nosotros encarnaremos al samurai Samanosuke Akechi y a la ninja Kaeda en una cruzada para salvar a la princesa Yuki. Para hacerlo, tendremos que entrar en el castillo de Inabayama, lugar que ha sido completamente asolado por los dichosos demonios, y el cual lidera ahora el líder de nuestro clan rival: el oscuro Nobunaga Oda.
Explora, combate y resuelve puzles
El desarrollo es muy parecido al de los 'Resident Evil' clásicos de PSX, con escenarios prerenderizados, algo de exploración, backtracking e interesantes puzles. Pero con la particularidad de que aquí la acción no solo tiene mucha más presencia, sino que viene de la mano —nunca mejor dicho— de las armas blancas tan típicas de aquella época de los samurais. Esto implica que nuestros protagonistas (aunque principalmente controlamos a Samanosuke) se mueven a gran velocidad y disponen de técnicas que, además, vienen complementados por poderes que solo son posibles en esa mezcla de realidad histórica y ficción que tan bien define a la saga 'Onimusha'.
También hay alguna que otra arma de fuego como un arco o incluso una escopeta, pero su función reside más en el hecho de resultar complementarias (para dar variedad) que no en otra cosa. Así pues, nuestro protagonista no solo es capaz de blandir una espada y realizar pequeños y sencillos combos (con tan solo pulsar el mismo botón y sin demasiadas complicaciones), sino también de esquivar de manera ágil, defenderse e incluso realizar contraataques tan efectivos como necesarios y vistosos. Igual de ágiles resultan también los demonios, de manera que los combates son verdaderamente una delicia, tanto para el que lo siente en el mando, como para el que lo pueda estar viendo como mero espectador.
Un control más justo
Al igual que ocurría ya en los dos juegos de 'Resident Evil Origins Collection', ahora es posible mover a nuestros personajes con tan solo usar el joystick izquierdo. Algo que va mucho más allá de cambiar la cruceta por el joystick, ya que al mismo tiempo que te giras, también puedes mover al personaje en cuestión. Porque, efectivamente, aún siendo un juego más enfocado a la acción, este primer 'Onimusha' heredó el control más arcaico de los 'Resident Evil' del momento. El cambio, lejos de resultar un problema de cara a los jugadores veteranos, convierte la experiencia en algo todavía más dinámico. Es decir, que en este caso, tiene una implicación más directa en la jugabilidad, favoreciendo enormemente la experiencia.
Aunque, por otra parte, también supone un elemento indispensable para aquellos jugadores actuales que deseen conocer la saga y que, de otra forma, se alejarían de ella. Sobre todo porque la dificultad del título original era bastante elevada. No es que fuera un juego tremendamente complicado, pero tanto el control como un desarrollo más clásicos (donde además no basta con apretar el botón sin descanso), podían ser barreras importantes para algunos. De hecho, esta remasterización no incorpora un sistema de chek points actual, de manera que en ese sentido sí se comporta exactamente igual que el juego original. Eso sí, hay bastantes puntos de guardado, y como el reaprovechamiento de los escenarios es muy importante aquí, nunca tendremos que repetir tramos muy largos cuando algún jefe puñetero nos haga morder el polvo.
Numerosos, variados y geniales
Hablando de jefes finales, no tendría mucho sentido terminar este análisis sin mencionar su aparición y cometido en este juego. Y es que, en este sentido, 'Onimusha' brilla con luz propia, incluso a día de hoy, casi 20 años más tarde. No solo porque los combates contra jefes se suceden de manera bastante constante durante todo el desarrollo (sobre todo hacia la parte final), sino también porque son bastante carismáticos y ofrecen patrones muy currados. Alguno de ellos es posible que lo recuerdes para toda la vida, de manera que te puedes hacer una idea de lo que te espera en ese sentido.
Antes hemos mencionado que en algunos momentos del juego podemos controlar también a la ninja Kaeda. Y aunque es verdad que no representa ni siquiera un tercio del total de la aventura, estos momentos no solo aportan coherencia al argumento, sino que también le dan una gran variedad al desarrollo y sobre todo a la acción. Entre otras cosas, porque Kaeda sustituye las espadas por su particular nunchaku, y el arco o la escopeta por shurikens. Algunas veces, incluso llegaremos a resolver puzles muy originales con ambos personajes a la vez. Es una pena, no obstante, que no ocurra en demasiadas ocasiones, ya que la idea no solo era rompedora, sino que además funcionaba realmente bien.
No te rompas la cabeza
Hablando de los puzles, cabe mencionar que aunque todos ellos son interesantes, el juego peca de ofrecer muy poca variedad en ese sentido. De hecho, más allá de esos momentos en dúo que comentábamos en el párrafo anterior (y que suceden en un espacio de tiempo muy corto), casi todos consisten en abrir cajas con pequeños juegos a modo de rompecabezas clásicos. El resto suele ser más una cuestión de ir encontrando llaves u objetos que nos permitan acceder a lugares que antes eran inaccesibles (el ya mencionado backtraking). Algo que, por otra parte, se mantiene igual de fresco que en su día. A veces incluso da la sensación de que resulta más divertido que campar por nuestras anchas en inmensos mundos abiertos que, en realidad, están más vacíos. Eso sí, no habría estado mal añadir la posibilidad de combinar objetos, como en 'Resident Evil'.
Si nos centramos en lo técnico, lo normal sería pensar que lo mejor de la remasterización está en lo gráfico. Y aunque es verdad que el apartado gráfico sí se ve muy beneficiado por la alta resolución (se nota sobre todo en los fondos), hacer un remozado de un juego de 20 años en vez de un remake también tiene sus desventajas. En este caso, hablamos de la diferencia abismal que se produce entre ciertos vídeos y los momentos jugables. Mientras algún que otro vídeo está a un nivel extraordinario (como uno de los momentos más épicos hacia el final del juego), otros como el inicial pueden espantar a más de uno. En esos momentos se nota mucho que, además, se trata de un juego que inició su proyecto mucho antes del lanzamiento de PS2, notándose que se trata de un juego de la primera hornada de la consola.
Un gusto exquisito
De todas formas, el diseño artístico de los escenarios, de los personajes y, sobre todo, de los demonios —especialmente los jefes— está a un nivel extraordinario. Por momentos, rebozan de mucha más personalidad que títulos actuales con gráficos escandalosos. Además, se trata de un juego que carga las pantallas con una rapidez extraordinaria. Algo que, en realidad, ya hereda del propio juego de PS2 que en ese sentido era todo un portento de la época. Lo único que empaña el resultado final es alguno de los modelados correspondientes a humanos, sobre todo cuando hablamos de las expresiones faciales. Ahí se le notan las costuras al juego, aunque tampoco es algo realmente criticable, teniendo en cuenta la naturaleza del mismo.
Finalmente, no podemos dejar de destacar la banda sonora del juego. Tan inspirada y épica como en su día, pero con la gracia de que ha sido rehecha, añadiendo más profundidad a las composiciones y una mayor calidad sonora en general. Por otra parte, el doblaje, que puede ser escuchado tanto en inglés como en japonés, está a un grandísimo nivel, incluso si optamos por el idioma anglosajón. Por supuesto, el juego cuenta ahora con textos en castellano. No es que haya mucho que leer; incluso me atrevo a decir que los documentos que encontramos son mucho más escasos que en un 'Resident Evil'. Pero todas las hojas ofrecen contenido interesante, de manera que es una gran ventaja con respecto al juego original.
Notable, pero fugaz
Lo que sí que no se ve beneficiado por la remasterización es la durabilidad del título. Es verdad que se trata de un juego muy rejugable, ya no solo por los rangos que puedes conseguir, sino también por los múltiples secretos que esconde (alguno de ellos con varias horas de juego por delante). Pero no menos cierto es el hecho de que el nuevo control da pie a un ritmo de juego mucho más alto y a una dificultad mejor ajustada. De esa manera, si el juego original se solía terminar en unas 5 horas, ahora más de uno no encontrará dificultades para rebajar esa cifra hasta las 4 (o incluso menos, como ha sido mi caso). Evidentemente estamos hablando de una primera pasada, ya que existe cierto contenido que no es posible disfrutar durante la primera partida. Y sí; también hay trofeos y logros para alargar aún más la vida comercial del producto.
En definitiva, 'Onimusha Warlords' sigue arrastrando algunos de los errores del juego original. Principalmente una durabilidad muy justa que no permite que otros aspectos del juego puedan brillar más (por ejemplo los puzles). Sin embargo, esta remasterización va mucho más allá de mejorar los gráficos, quitar las molestas bandas negras u ofrecer por primera vez una traducción a nuestro idioma. También juega en favor de mejorar la jugabilidad del título original, ajustando mejor la dificultad y ofreciendo un control que hace ganar enteros al sistema de batallas, simple pero tremendamente vistoso y adictivo. El argumento no es nada complejo, pero la ambientación tiene chispa. Ese "no sé qué" que lo hace especial. Sin duda, el primer paso para la recuperación de una franquicia injustamente olvidada. El primero de "algo grande".