Una de las cosas que me fascinan de los videojuegos es la versatilidad que tienen como medio a la hora de abarcar todo tipo de temáticas y tonalidades. En otras palabras, me parece increíble como en nuestro sector pueden existir obras que giran alrededor de los conceptos más estúpidos y a nosotros nos sigue pareciendo genial. Mismamente acaba de salir 'Doom', que no trata de otra cosa que masacrar demonios horrendos y disfrutar con ello. O ciñéndonos a lo indie, tenemos por ejemplo 'Luftrausers', donde somos un avión de la Segunda Guerra Mundial que es capaz de acabar con hordas de vehículos enemigos por mar y por aire con jodidos láseres.
El videojuego siempre se ha permitido usar este tipo de licencias porque desde su propia concepción arrastra el estigma de ser un juguete para niños. Hace 30 años teníamos a un fontanero italiano que saltaba sobre tortugas y crecía comiendo setas para salvar a una princesa, y hoy en día seguimos con él, y nos encanta. Naturalmente, la evolución del medio ha permitido que existan obras que tiren por otros derroteros y que exploren la expresión humana de formas absolutamente magistrales, pero no todo es una cosa u otra. Eso es lo que hace especial a este medio, su diversidad. Hoy pienso hablar de un juego que trata sobre coches esquivando neones y transformándose en naves espaciales en escenarios que parecen sacados de 'Tron'. Y a nadie le va a resultar extraño o inverosímil.
Disfraz retro
'Neon Drive' es una de esas locuras videojueguiles que se materializa en nuestro mundo gracias a un estudio que se aprovecha de esta condición del medio para dar rienda suelta a prácticamente lo que le dé la gana. Esta desarrolladora en cuestión se llama Fraoula, y lo que nos traen es, bueno, exactamente lo que acabo de decir en el anterior párrafo: coches, música y neones.
Por el amor de Dios, si el propio menú principal del juego está compuesto por máquinas recreativas y un robot femenino hipersexualizado. 'Neon Drive' te dice en cada píxel que lo conforma que es un videojuego, y nada más. Abraza la cultura ochentera de la música electrónica y el rosa y azul como si fuera su propia hija y la exagera a más no poder. Se crea como un mundo aparte con ella, porque no está situado en ningún lugar reconocible o que pueda haber sido producto del hombre. Son solo mogollón de cosas de neón.
Esta especie de mitología de lo ciberretro se llega a ensalzar muchas veces de forma que ya ni siquiera evoca una época concreta. No es necesario, tampoco. Es una estética, no un momento de la historia. Y como tal, conlleva una serie de modos de ver las cosas, en este caso el videojuego, como un producto de entretenimiento ligero, sin más, y que no hace ningún mal por ser eso mismo. La suya es una estética que no aporta ningún valor narrativo o simbólico especialmente profundo, tan solo es un reflejo del divertimento por el divertimento, absurdo, sin sentido más allá de eso.
Videojuego en mayúsculas
Porque eso es lo que es, y como tal hablaré de él centrándome en eso. 'Neon Drive' es un videojuego, sí. Pero por lo que pueda parecer a simple vista, no es de conducción. Es un juego de ritmo y reflejos reducido a las mecánicas más simples que puedan existir; lo único que compartiría con, qué se yo, 'Need for Speed', es que hay un coche. Es sencillo, el vehículo avanza automáticamente por una carretera surrealista que recuerda a la escena de 'Kung Fury' en la que el prota es hackeado en el tiempo. Pronto vislumbraremos como una suerte de losas de neón que hay por el suelo se nos aproximan, y no tardaremos mucho en chocarnos contra alguna de ellas y morir. ¿La solución? Reintentarlo. Volver a ver que nos llegan por el mismo sitio, y reaccionar esta vez adecuadamente.
Puro ensayo y error, filosofía que se ha ido propugnando en los últimos años de una forma exponencial. Desde 'Dark Souls' a 'Hotline Miami', ¿has aprendido a base de palos cómo no hay que hacerlo? Bien, pues no lo hagas así, tan simple como eso. Se trata de una filosofía que adquiere una profundidad interesante cuando el juego está enteramente diseñado alrededor de ella y con el aprendizaje como objetivo último, no para superar una zona del juego, sino para lograr ser mejor jugador y desenvolverte mejor en su mundo, para conocerlo.
En 'Neon Drive' eso no tiene mucho sentido. Es casi imposible pasarse algún nivel del juego sin fallar, en bastantes ocasiones incluso. Está todo cimentado sobre la base de tener que intentarlo una y otra vez para así dar interés y, sobre todo, mayor duración al juego. Esto último no debería resultar ninguna sorpresa; estamos hablando de un juego que exhibe con orgullo la imagen de las máquinas recreativas, aparatos que albergaban juegos ridículamente difíciles para que los jugadores se dejaran la pasta intentándolo una y otra vez. Aunque yo diría que lo de este título que nos ocupa se asemeja más a los que podíamos tener en consolas como la NES de Nintendo, donde juegos que duraban alrededor de una hora se alargaban artificialmente subiéndoles la dificultad a niveles que hoy en día resultarían insanos.
'Neon Drive' es todo eso, pero alrededor de un mismo concepto que no permite mucha variación: esquivar las losas de neón. De hecho, el control del coche va en consonancia con eso, y por eso digo que este no es un juego de conducción, sino de ritmo; tenemos dos teclas, izquierda y derecha, cada vez que pulsamos una, cambiamos de carril hacia uno u otro lado al instante. Presionándolas al ritmo de la canción que suena de fondo superamos los obstáculos que se nos presentan, expresamente pensados para ser compatibles con el sonido de la música.
Cada uno de los siete niveles es diferente, eso sí. Por un lado lo son en la música y en lo visual, evidentemente; cada fase presenta una nueva canción con un ritmo propio que configura los obstáculos. Pero por otro, la segunda mitad de cada una cambia el estilo de juego. Las mecánicas base se mantienen intactas, eso sí, no vas a hacer otra cosa que no sea esquivar o simplemente moverte en rápida reacción a los eventos que suceden en pantalla, pero se añade una fina capa de variedad. A veces cambia la perspectiva, otra la visibilidad de los obstáculos, y alguna que otra pasamos a manejar una nave, ya sea disparándole a unos meteoritos o esquivando también, pero en círculos. En el último de todos, de hecho, nuestro coche se transforma en un robot cual Transformer y pasamos a controlarle en una suerte de plataformas 2D en la que él avanza sin descanso y nosotros debemos cuidar que no se choque con nada. Si eso no suena a videojuego, como decía antes, entonces no sé qué lo hará.
Todo esto no está mal, hace que el juego sea algo menos soso, pero tampoco demasiado. Es dar vueltas y vueltas sobre unas mismas mecánicas que tampoco permiten que se haga mucho más con ellas. Lo único que el juego quiere es que juegues a los niveles, muriendo las veces que haga falta. No hay siquiera una progresión; todos los niveles están desbloqueados desde el principio y la única recompensa por acabar uno son las opciones de "Salir" o "Reiniciar". Hay dos modos de dificultad extra, pero es exactamente lo mismo solo que más rápido; y luego tienes el modo resistencia, donde juegas a todas las fases del tirón y no puedes morir ni una sola vez si no quieres volver a empezar desde la primera.
Memorizar y esquivar
'Neon Drive' busca el ritmo, pero no demasiado, porque tampoco está tan cuidado ese aspecto como en otros juegos que sí hagan de él su mecánica central, véase 'Rhythm Paradise'; se puede jugar perfectamente sin la música. Lo importante aquí son los reflejos y la memoria, especialmente esto último, pues aprenderse el mapa de obstáculos a base de muertes es lo que al final repercute en el contador de intentos con el que el juego se pavonea de ti. Y es por esto por lo que se acaba haciendo algo tedioso, está demasiado guiado. No permite el libre albedrío, nada de hacer las cosas como no están pensadas, nada de fallos; si cometes uno, vuelta a empezar. El jugador está excesivamente limitado y eso frustra después de no muchos intentos en una misma zona, ya no porque el juego esté mal diseñado o no haya sabido ejecutar bien sus ideas, sino porque estas, como ya he dicho antes, son tan cerradas que obligan a que sea así.
Con esto no estoy diciendo que sea horrible, 'Neon Drive' se disfruta. Es un entretenimiento ligero con el que matar cualquier pequeño rato libre. Aunque a título personal, yo jamás lo habría probado existiendo otros videojuegos que también buscan esto y lo hacen mucho mejor. Sin embargo, tampoco es que su existencia sea un crimen. Al contrario, me alegro de que esté en Steam y de que tenga votos muy positivos. Es, como decía al principio de este texto, una reivindicación más sobre el juego por el juego, una concepción de un medio nacido en la posmodernidad que no se siente acomplejado de sí mismo. A mí no me ha entretenido más allá de unas 3 horas, y ha sido porque tenía que hacer este análisis. No es un juego que me haya aportado absolutamente nada, pero tampoco me arrepiento de haberlo jugado.