El 5 de Marzo 2020 | 17:45
He dedicado demasiadas horas de mi vida como jugador a 'Picross'. Sean las versiones clásicas con un fontanero de por medio, las ediciones físicas para Nintendo DS, los crossovers con otras franquicias... Disfruto demasiado desconectando de mis preocupaciones habituales para dedicarme únicamente a resolver los puzles más difíciles que me pueda echar a la cara con uno de estos juegos y pasando al siguiente. Pero desde hace tiempo que tengo necesidades mayores en cuanto a este pequeño subgénero de nicho: necesitaba una vuelta de tuerca, algo que me hiciera pensar en los pictogramas de forma diferente.
Mezclar otros géneros de videojuegos sonaba lo más lógico y directo. Estaba muy ilusionado con el lanzamiento de 'PictoQuest', una propuesta que combinaba elementos de RPG para crear una ambientación que brillaba especialmente. Los problemas que tuve con aquel título, recopilados en nuestro análisis, me hicieron pensar que realmente no era posible después de todo mezclar el subgénero de los pictogramas con otras propuestas en el terreno de los videojuegos.
Pero tuvo que venir Mediatonic a sorprenderme. En contra de todo pronóstico, tenían una idea tan alocada que podía funcionar. Y aquí estoy, maravillado después de jugar 'Murder by Numbers', convencido de que hay futuro en la mezcla de subgéneros y enamorado de una nueva IP en un mes en elq ue mi cabeza está atenta a juegos mucho más grandes en presupuesto y público objetivo.
Una serie de televisión muy famosa
El foco central de 'Murder by Numbers' está en su trama, no en los puzles que la rodean. Es la historia de Honor, una actriz afroamericana de segunda en una serie de televisión de detectives rodada en los años 90. No es feliz con su vida actual y no logra encontrar la estabilidad haga lo que haga: está pasando por un duro divorcio, su familia no aprueba las decisiones que ha tomado en los últimos cuatro años y siente que su papel en el mundo de la actuación es cada vez más secundario. Sólo tiene el apoyo de su mejor amigo, el chico del maquillaje, y el showrunner que no tarda en traicionar su confianza.
Su vida al completo da un vuelco cuando conoce a SCOUT, un robot parlante construido con restos de tecnología noventera como un videocassete, un monitor de tubo anticuado y 200 MB de capacidad de memoria. Esta máquina es capaz de mostrar emociones y tiene una insaciable curiosidad por todo lo que le rodea, además de un impulso interno por ayudar a quienes lo necesitan incluso si no lo piden. Sólo quiere una cosa a cambio: descubrir su origen, quién lo creó y por qué fue abandonado en un vertedero. ¿Quién mejor que una actriz detective para eso?
Estos dos personajes y la dinámica de amistad que muestran entre ambos es lo que hace de 'Murder by Numbers' algo especial. De una u otra forma siempre se ven envueltos en casos de asesinato en los que su presencia no es agradecida, pero sí útil. La galería de personajes habituales con los que solemos cruzarnos da una chispa especial a cada uno de los cuatro casos, desde los habituales como el detective Cross, un policía harto de nuestras intromisiones pero que nos pasa más de una para ayudarnos a descubrir nuestro lugar en el mundo; o incluso la propia madre de Honor, una mujer de armas tomar que no aprueba ninguna de nuestras acciones y a la que hay que tener cierto miedo. Además de ellos están los secundarios, desde los sospechosos hasta los personajes más amistosos que nos cruzamos... O de todo menos amigables, como Ryan, el increíblemente tóxico ex marido de nuestra protagonista.
Intento agarrarme al pasado
La trama global que reúne los cuatro episodios de 'Murder by Numbers' es cautivadora, pero cuando la diseccionamos en cada una de sus fases pasamos a descubrir una serie de historias mucho más interesante sobre la época en la que se ubica la historia. Al principio hay un aire de nostalgia en el ambiente por esa época de los noventa más sencilla y radical, pero antes de que nos demos cuenta existen una serie de pullas con las que podemos sentirnos incómodos. Esta no es una época de despreocupación y liberalismo, sino de capullos en televisión que pueden bromear con misoginia y racismo pero tranquilidad, que es todo una broma, la audiencia lo acepta y lo normaliza. También es una época en la que el odio hacia las comunidades LGTB es muy existente aunque se intente negar, ¿no veis cuántos personajes gays estereotipados hay en nuestra cultura mediática? Si sus recintos son atacados o sufren una agresión, será que se lo han buscado, que como sociedad heteropatriarcal no hay nada que hacer para que se integren esas drag queens.
Aplaudo este aproximamiento crítico de 'Murder by Numbers'. Hay cierta nostalgia que está añorando esa década de simpleza, y esta es una crítica que no suele verse a menudo más allá de series como 'Bojack Horseman'. El tercer capítulo es uno dedicado a las comunidades LGTBQ y lo hace estupendamente, mostrando gente perfectamente normal que no es comprendida ni aprobada por la prensa o la policía. El segundo es una crítica mordaz a la cultura de Los Angeles y se guarda un par de pullas a lo largo de su recorrido. Todo está cubierto de un aspecto relajante, algo infantil y con esa actitud juvenil de la época de los noventa que me hace querer mucho a los personajes, pero más a la crítica que esconden por detrás.
Eso sí, los capítulos de forma individual no son perfectos. La trama global sale muy bien parada con el misterio de SCOUT recibiendo respuestas poco a poco y la crisis existencial de Honor cobrando forma a cada caso resuelto, pero los asesinatos individuales no son espectacularmente sorprendentes de desvelar. Ni el cómo ni el quién son cosas muy difíciles de descubrir, y de hecho esperaba algo más de complicación en sus resoluciones. Quizás sagas como 'Ace Attorney' o 'Danganronpa' me han malacostumbrado a constantes giros de guion y asesinatos estupidamente enrevesados, pero es lo que más echo en falta en 'Murder by Numbers'. Ninguno de sus misterios individuales alcanza la excelencia de las obras en las que se inspira.
¿Soy más misterio que pictograma, o más puzle que enigma?
Más allá de la trama de 'Murder by Numbers' nos encontramos con los esperados pictogramas, la base elemental del título. Los puzles que resolvemos usando la lógica y las capacidades matemáticas de SCOUT equilibran de forma justa la aventura: investigamos las pruebas de los escenarios que visitamos y detienen nuestro progreso de vez en cuando, nada demasiado grave. Toma la filosofía de hacerlo con tranquilidad y tiempo, colocando música relajante y entretenida para nuestro gusto. No hay contador de tiempo y usar ayudas a nuestro favor no nos penaliza, aunque hacerlo sin apoyo nos recompensará al final de cada caso con puzles adicionales que superar en un modo de juego adicional llamado Memorias de SCOUT.
Cuanto más avancemos más se complicarán estos puzles, y lo que antes nos llevaba unos segundos puede ocuparnos minutos enteros de deducción. No perjudica a la trama porque los puzles no están colocados de forma que molesten, pero de cara al último caso se hace problemático querer correr a descubrir las respuestas a los últimos misterios de la historia y que nos quedemos atascados con un puzle que se nos resiste de forma particular. Peor aún: el menú de opciones, por algún motivo que no comprendo, no incluye la opción de reiniciar un puzle. Es lo más elemental en un juego de pictogramas y no lo tenemos con nosotros: nos obligan a cargar el último punto de guardado rápido, muy frecuentes por suerte, pero es una molestia adicional extraña a la que hacer frente.
Conclusiones
'Murder by Numbers' es de lo mejor que podemos pedir los fans de las aventuras gráficas como 'Ace Attorney' y los fans de 'Picross'. Cualquier aficionado a uno de estos dos géneros tiene un título imprescindible que descubrir aquí, y los enamorados de ambos encontrarán una obra de arte que admirar durante los próximos años. Esperemos que Mediatonic nos sorprenda con un brillante futuro para Honor y SCOUT en los próximos años, porque podemos tener aquí el nacimiento de una franquicia más que admirable.
Lo mejor:
- Personajes llenos de carisma y encanto.
- Brutal crítica a la cultura de los noventa.
- Puzles divertidos y bien organizados.
Lo peor:
- Misterios individuales carentes de profundidad.
- Programación algo extraña del menú.