'Mount & Blade: Warband' es un juego maravilloso, pero si sacamos la calculadora del análisis objetivo falla estrepitosamente, ya que es un título de gráficos desfasados, optimización irregular al hardware de videoconsola y una adaptación al control con pad que deja mucho que desear. Pese a todo, sigue siendo un juego maravilloso. Estamos en un punto en el que acostumbramos a jugar títulos indie, pero los juegos indie tienden a escudarse en diseños pixel o 2D, cuando, conocedores de sus recursos, saben que no van a lograr recrear entornos poligonales visualmente atractivos para el momento actual. Hemos aprendido a convivir con esta circunstancia, y a valorar esas propuestas visuales sin mayor prejuicio, sabiendo apreciar el trabajo artesanal del pixel-art que tantísimo traía y llevaba Phil Fish en sus conversaciones durante el accidentado desarrollo de 'FEZ'. Sin embargo, Warband es un juego poligonal, de entornos completamente abiertos, que, además, data en su versión original del lejano 2010, y que hoy día tiene un aspecto desfasado. Pese a todo, y ya lo repito por tercera vez, sigue siendo un juego maravilloso.
Hace algún tiempo Warhorse Studios se propuso desarrollar un juego que viniese a representar una vivencia realista de la dureza del medievo, 'Kingdom Come: Deliverance'. En los planes de Warhorse Studios, ante los que no pude más que caer rendido, el realismo era la parte fundamental de la fórmula. Los enfrentamientos sin magia ni hechizos, simplemente las chispas ante el chillido del cobre en la batalla. El desarrollo de este juego se ha eternizado, y a decir verdad no confío plenamente en que vaya a llegar a buen puerto. Y mientras tanto, me he mantenido esperando y expectante pacientemente, sin saber, por pura ignorancia, que en Steam hacía años que se jugaba a algo llamado 'Mount & Blade', que en buena medida sigue una fórmula similar a la que acabo de describir: plantear una experiencia bélica realista en el medievo. Un par de años después de que el 'Mount & Blade' original pegase en las tiendas, el juego comenzó a ver expansiones al calor del éxito cosechado, y la más importante es 'Mount & Blade: Warband', la expansión independiente que ahora llega a Xbox One y PS4 (analizamos la versión de PS4 en este caso).
Largo recorrido
Como decía, el estreno original del juego se aloja en el lejano 2010 -mucho antes de que llegasen las plataformas actuales en 2013-, pero el paso lógico para TaleWorlds Entertainment era llevar su fórmula estrella a videoconsolas. La premisa de 'Mount & Blade' es crear un sandbox desarrollado en el medievo. Bebiendo de los juegos de rol de papel y lápiz, dando contexto para nuestro personaje a través de una biografía detallada que nos aporta trasfondo a la aventura, tenemos que crear un personaje desde cero. No sólo debemos determinar su género y rasgos físicos, no sólo repartir los puntos de habilidad y maestría, sino que debemos elegir sus orígenes: ¿Comenzamos la aventura como un pobre diablo que trata de sobrevivir cruzando su espada con cualquiera que se cruza en su camino, o arrancar nuestra andanza desde la elevada posición de la nobleza? El personaje que decidamos crear, el trasfondo que queramos aportar, es lo que marcará el punto de inicio para nuestro camino, y en nuestra mano está lograr cambiar nuestro destino.
Si somos un noble partiremos de una posición más cómoda, con dotes y formación diferente a las que posee un simple vasallo. Lo mismo sucede con el género. Es un ejercicio antropológico muy interesante jugar como mujer, ya que el juego te explica desde un primer momento que las mujeres de la época lo tenían mucho más difícil para salir adelante -¿acaso esto ha cambiado?-, por lo que ser mujer en 'Mount & Blade' ofrece un reto mayor, pero también una experiencia muy diferente de juego a ser un hombre.
La verdadera libertad
Cuando pensamos en sandbox se viene a la cabeza, naturalmente, 'GTA V', 'Red Faction Guerrilla', 'Saints Row'... Juegos que ofrecen un mundo abierto a explorar, que permiten llevar a cabo actividades fuera del hilo principal para el progreso de la aventura, pero que claramente tienen un camino vertebrador que desarrolla la historia con una estructura clara y convencional. Esto no existe en 'Mount & Blade: Warband', ya que nosotros definimos el camino que queremos para nuestra historia. Decía antes que en nuestra mano está cambiar el destino de nuestro personaje, porque en nuestra mano está conducir la historia en el camino que mejor nos plazca. Tenemos un mundo verdaderamente abierto para batallar, aliarnos, llegar a escaramuzas multitudinarias, y cabalgar libremente. En nuestro camino iremos conociendo historias, personajes, aliados, enemigos, y conduciremos en libertad, como en un buen juego de rol de mesa, nuestro siguiente paso. Esta idea tan seductora es similar a la que Undead Labs creó con 'State of Decay' para sobrevivir, en un sandbox real, al holocausto zombie. También me veo en la obligación de poner sobre la mesa otro de mis fetiches: 'Empires: Dynasty Warriors', el spin-off de Omega Force en el que tenemos que forjar alianzas políticas para llegar a nuestros objetivos de conquista, y que, igual que aquí, permite libertad de acción y movimiento.
De esta forma, y este es el valor real de 'Mount & Blade: Warband', tenemos un juego que podemos jugar y rejugar, y que no tiene ni un principio ni un final claros, sino que lo importante es nuestro camino para avanzar. Cabalgar en pleno bosque y encontrar el asalto de un grupo de hombres salvajes es habitual; caer de la montura y quedar prisionero; o tener que tomar la decisión de asaltar una aldea por cuatro monedas y cuatro cabezas de ganado en tiempos de flaqueza... así de mezquina es la vida en el medievo.
En batalla
La idea del juego, el realismo, la sensación de libertad, es lo que hacen de 'Mount & Blade: Warband' un juego enormemente valorado entre la comunidad de PC. Pero se nota, sin embargo, y este es su mayor pecado, que está completamente pensado y concebido para ser jugado en ordenador. La manera en la que han mapeado los controles al mando es algo que todavía, y por más que pienso en ello, no logro entender. No sólo rolear es algo que se pretende desarrollar de manera muy profunda en 'Mount & Blade', sino que también quieren poner sobre la mesa un sistema de combate complejo. Sin embargo, la adaptación directa al Pad falla a todos los niveles por tratar de recoger esta complejidad de manera integral. Un ejemplo muy rápido e ilustrativo de la configuración que tenemos por defecto: existe la posibilidad de decidir a qué lado del enemigo queremos dar nuestra siguiente estocada, para marcar esta dirección utilizamos el stick derecho, que también es el que mueve la cámara, de tal forma que a la vez que indicamos que queremos dar un golpe a la derecha movemos levemente nuestro punto de visión. Por fortuna -y esto es algo que descubrí después de pelearme un par de horas- se ha creado una alternativa automática, que enfoca los golpes a nuestro enemigo por el flanco sin que llevemos a cabo una acción adicional, pero la moneda a pagar es que el sistema de combate pierde en profundidad.
No obstante, las batallas en 'Mount & Blade' no son sólo una acción cuerpo a cuerpo, sino que se trata de enfrentamientos habitualmente multitudinarios en los que tendremos también un papel estratega dando órdenes a nuestro grupo de soldados. Incluso podemos actuar desde la retaguardia enviando nuestras tropas a combatir, mientras que nosotros quedamos atrás. Mala opción para la moral del grupo, buena opción para salvar el pellejo. Es fácil vislumbrar a medida que vamos desgranando en juego que es un título complejo y profundo, árido en los primeros envites, pero flexible a medida que dominamos las reglas básicas.
El otro pecado, ya se podía deducir en la introducción, es que el nivel gráfico está completamente desfasado. Entornos pobres en calidad de detalles y modelados de personajes propios de otra épica. Evidentemente esto radica en que el juego es muy antiguo, pero no se aprecia un trabajo profundo en los técnico en esta versión con el ánimo de explotar los sistemas actuales.
Por último, esta versión para consola mantiene el modo multijugador en el que nos podremos sumergir en enfrentamientos cara a cara. El sistema online no guarda conexión con nuestra campaña individual, se focaliza en una escaramuza en escenarios bastante amplios, para lo que debemos crear un nuevo personaje con su propio inventario. Divertido, pero el núcleo e interés del juego se encuentra en las historias para un jugador.
Conclusión
Con todo, y pese a todo, lo mejor es que sigue siendo un juego brillante. El control por el que han optado en consolas es una barrera de entrada muy alta, y probablemente en la versión de ordenador tenga todo el sentido, pero si superamos esa barrera encontraremos un sandbox del medievo que gustará sobremanera a dos perfiles: los que sean incondicionales de juegos como 'Skyrim' o 'Dragon Age' y se quieran topar con una experiencia más centrada sobre la libertad del universo que sobre el hilo narrativo; los que pasan o pasaron más tiempo del que les gustaría reconocer tirando dados poliédricos en juegos de rol. Estos últimos encontrarán aquí un pequeño descubrimiento. Es difícil calificar una aproximación como esta, tan brillante en unas facetas y tan fallida en otras, pero la conclusión es obvia: 'Mount & Blade: Warband' es un juego abrumador, exigente e increíble.