Cualquier que haya estudiado alguna ciencia humana o sanitaria tendrá grabado a fuego aquello tan desagradable que manifiesta que el mayor empuje a la ciencia llega en momento de régimen o de guerra. El desarrollo del conductismo como técnica militar, los oscuros experimentos del doctor Mengele, la investigación genética derivada de la Guerra del Golfo, el diseño de sustancias para el combate bacteriológico, y también, claro, el contexto idóneo para el diseño de nuevas drogas... Hace no mucho, cuando repasábamos la película 'Experimenter' sobre el experimento de Milgram, hablábamos sobre el discurso de la épica y la constante evaluación deontológica, cada vez más estricta, a la que se enfrenta cualquier técnica invasiva en algún término sobre las personas. Cuando un país queda sometido a una un régimen, como el estalinista, la ética científica entra en suspensión bajo el mandato del progreso bélico, y aquí se cometen las mayores atrocidades y paradójicamente los mayores avances. Alan Moore escribió muy bien de esto en 'V de Vendetta'. 'Mother Russia Bleeds' comparte algunos rasgos, y acudimos aquí a la explosión del consumo, primero forzado y luego voluntario, de nuevas drogas en los suburbios, dando pie a una historia de desenfreno: gore, violencia, humor negro, y la clase más baja de los barrios marginales moscovitas dando leña con el "puestazo" de Nekro.
No os impresionéis por esta introducción, en realidad 'Mother Russia Bleeds' está lejos de ser un juego sesudo; como buen beat'em up de la vieja escuela, que es su principal ambición, la historia es simplemente el pretexto y el contexto para que una pandilla de señores musculados se partan la cara. Sin embargo, el tópico de los "yo contra el barrio" ochenteros era pelearse con unos cuantos punkis que, por alguna razón, habían secuestrado a nuestra damisela. Le Cartel escapa del mensaje del patriarcado, y con mucho estilo propone este contexto de la experimentación científica y diseño de sustanciales en la "Madre Rusia" como contexto para el juego, como piedra de toque para el apartado estético, y también como implicación jugable. No hay grandes explicaciones argumentales, ni secciones de diálogos muy amplias, pero sí se aporta un fondo coherente para lo que se desarrolla en pantalla.
Unos chutes
Nuestro protagonista es secuestrado y arrojado al fondo de una celda, donde le inyectan drogas de diferente tipo que tienen diferentes efectos sobre él. Como 'Deadpool' logra romper sus ataduras y se escabulle de la prisión a puros golpes. A través de ocho fases diferentes vamos recorriendo lo más decrépito y deprimente de la Rusia marginal, pasando desde fases de enfrentamiento en los laboratorios, hasta peleas con enormes skinheads en el patio de la cárcel, la típica alcantarilla... En su camino, el protagonista se pincha la droga a la que se ha visto sometido en su cautiverio una y otra vez, para aguantar el tirón de su interminable periplo.
Todo en 'Mother Russia Bleeds' nos quiere arrastrar de nuevo a los recreativos, al olor a cigarrillo humeante en el cenicero del mueble, y a un tiempo en el que lo políticamente correcto, o no existía o no era tan importante. Los pixelotes como puños son casi santo y seña de Devolver Digital, que tiene tendencia a imprimir su sello en juegos de estética bit, para una ambientación, en 'Mother Russia Bleeds', cuidada y oscura. Muy oscura. Toques de humor, de desfase, algunas secuencias de verdadero asco, y un diseño de personajes estilizado, que peca de escasez de variedad en el dibujo de nuestros enemigos. Sin embargo, el atractivo principal, el punto más brillante, es lo estético por encima del resto de apartados.
La vieja escuela
El aire del beat'em up de la vieja escuela no sólo se recoge en lo estético, eso sería ir a lo fácil, sino que también trata de emular de una manera bastante cercana el sistema de juego de títulos como 'Final Fight' o 'Streets of Rage'. Con una distribución de botones muy sencilla, en 'Mother Russia Bleeds' se mapean puñetazos, patadas, salto y agarre, que combinados entre sí, y con la posibilidad de correr, permutan en una serie fácil de dominar de movimientos. Es muy fácil comenzar a jugar a 'Mother Russia Bleeds', porque es directo como el arcade debe ser, pero, también, tras haber jugado mucho a 'Castle Crashers' o 'Scott Pilgrim vs The World', que podrían ser buenas actualizaciones del "yo contra el barrio" de toda la vida, la propuesta jugable aquí peca de simple. El juego es difícil, muy difícil; en nivel normal y sin avanzar a niveles muy elevados, el reto que se presenta es imponente. Pero el dominio pasa más por manejar la situación que por ver evolucionar nuestro personaje o nuestro dominio sobre los movimientos. Seguramente el pecado aquí es que hereda lo bueno de los beat'em up referenciales, y también lo malo.
El giro que 'Mother Russia Bleeds' quiere pegar en lo jugable viene con el uso de las drogas. Nuestra jeringuilla funciona como un Ultra en un juego de lucha, siendo la cantidad de sustancia que tenemos la que determina las posibilidades para su uso. Podemos emplear la sustancia para recuperar vida, para que nuestros aliados recuperen fracciones de vida, o nos podemos meter un buen chute para despertar nuestros reflejos y entrar entrar en modo límite. Esta visión estratégica que se aporta a la jugabilidad con la gestión de la droga que tenemos compensa, al menos en parte, lo simple que resulta la profundidad de control del personaje. Además, es una forma muy inteligente de aprovechar el contexto de la la experimentación de una manera orgánica, y que estos pequeños trazos de historia y ambientación no se queden simplemente como un bonito telón de fondo.
'Mother Russia Bleeds' es un juego divertido, de pecados muy claros: algo caótico en algunas fases y con un manejo de los personajes menos profundo de lo que me gustaría, pero con la incuestionable capacidad de llevarnos a tiempos pasados (y mejores). El beat'em up encuentra una segunda juventud en el desarrollo indie, y 'Mother Russia Bleeds' quizá no sea el mejor juego de todos, pero es sin duda uno de los más auténticos. En cooperativo, como siempre, mucho mejor, pero, atención, sólo hay disponible conexión local.