Verdaderamente el género de las plataformas está viviendo una segunda juventud a través de la popularización de los juegos independientes. Algunos de los primeros juegos indies de referencia en los primeros pasos de este nuevo boom son 'Super Meat Boy' y Braid', dos título indiscutibles, y dos juegos que toman elementos de los juegos plataformeros. Aunque es un género, como podéis comprender, muy manoseado, en ocasiones aún sabe sorprendernos, y 'Max: The Curse of Brotherhood', el desarrollo de PressPlay con el sello de Microsoft Studios, representa una de estas ocasiones.
'Max: The Curse of Brotherhood' es un título disponible en descarga para Xbox One, Xbox 360 y Steam. Nos pone en el pellejo de Max, un muchachote con la misión de salvar a su hermano Félix en un mundo de fantasía comandado por el malo malísimo, Mostacho. Sí, tiene bigotazo. En esta aventura de avance lateral se mezcla el género puzle con las plataformas, a través de una buena retahíla de niveles agrupados en siete mundos diferentes.
El rotulador
La mecánica principal del juego es se sostiene sobre el uso de un enorme rotulador que nos permite dibujar elementos clave en los escenarios. A medida que progresamos en nuestra cruzada con Mostacho desbloqueamos nuevas posibilidades para el rotulador, abriendo la posibilidad de dibujar nuevos objetos. Primero podemos crear bloques de piedra, luego ramas, lianas, cañones de agua, llamaradas... por medio del dibujo de estos objetos, y combinándolos, vamos resolviendo puzles y situaciones, algunos verdaderamente complejos. En cierta manera el tipo de puzles y situaciones, aunque no en su modo de resolución, en su planteamiento recuerdan a lo que proponen los juegos clásicos de 'Abe', hoy de actualidad gracias al remake del primero con 'Oddworld: New 'n' Tasty'.
Estas fases de puzle, que seguramente sean las que tienen mayor protagonismo, se mezclan a su vez con niveles puramente plataformeros. Las partes de puzle son realmente inteligentes y divertidas, la mecánica del rotulador parece en un primer momento que se va a hacer repetitiva rápidamente, pero el diseño de niveles cada vez ofrece un reto mayor, con una curva de dificultad no muy agresiva pero sí creciente. En el contrapunto, las partes puramente de plataformas quizá sean algo toscas y convencionales para el momento en el cual nos movemos en el género.
Mirando al cine de animación
Un juego de plataformas gira en torno a sus mecánicas. Esta es la prueba de fuego. 'Max: The Curse of Brotherhood' es variado e inteligente, por lo que cumple con creces. Pero además de lo jugable, el envoltorio siempre es realmente importante. Al comenzar a jugar a 'Max', por la historia, personajes y aspecto, aunque luego tenga poco que ver, no pude evitar recordar 'Heart of Darkness'. Ya Éric Chahi quiso en 1998 dar a su videojuego un acabado de película animada, y en esa dirección rema también Press Play. Sujeto sobre el motor Unity a nivel gráfico es un juego cartoon, claro, pero muy atractivo. Los escenarios cuidados en detalles nos llevan a través de zonas boscosas, desérticas, el castillo lleno de lava... lo típico pero necesario en un juego de plataformas. Lo visual termina por cerrarse con cortes cinemáticos muy breves, pero lo suficientemente cuidados para darle un punto extra en el acabado de producción. Igual que también le confiere gran valor el doblaje de los personajes (al inglés). No solo el doblaje de las escenas cinemáticas, sino que también durante los niveles 'Max' está constantemente gritando, asustándose, lanzando un "toma esa"...
Buena mezcla
En conclusión, nos encontramos un juego que mezcla elementos clásicos dentro de los juegos de plataformas. La historia, la manera de contarla, la evolución de fases, todo rezuma el olor de los juegos plataformeros de los años noventa. Pero a su vez no quiere limitarse a ser un juego más de saltos, y realmente si hubiese que definirlo dentro de un género sería en el de los puzles. La mecánica de rotulador es la base del juego, y cuando sostienes todo tu juego casi en base a una sola mecánica corres muchos riesgos, que 'Max: The Curse of Brotherhood' consigue salvar sin problemas. Si hubiese que quedarse con algo malo, no hay duda, las fases puramente plataformeras son anecdóticas y con poca profundidad, pero no logran empañar lo que acaba por convertirse en un juego más que recomendable. Para finalizar, 'Max: The Curse of Brotherhood' consigue algo que no es particularmente fácil: mejora con el paso de los niveles. Cuanto más nos acercamos al final, cada vez es mejor videojuego.