Hace poco Logitech presentaba la Colección Aurora dentro de la división Logitech G, la rama de la marca que se encarga de la fabricación de todo tipo de periféricos pensados para los jugadores. En una presentación a la que nos invitaron nos contaban que la marca reconoce no haber hecho todo lo posible por hacer sus productos más accesibles a todo tipo de jugadores y la intención de esta colección es cambiar eso mismo.
Un teclado que llega a todo
Me resulta imposible pararme en el hecho de que todo lo que Logitech ha hecho para que esta colección de periféricos sea más inclusiva ha sido elegir una gama de tonos pastel y pensar en el blanco como color base en contraposición al negro que suelen tener el 99% de los periféricos gaming de la marca.
Al margen de la intencionalidad a nivel de marketing, lo que no se puede negar es que al menos uno de los productos de Aurora es uno de los lanzamientos más interesantes del año, pues tras pasar un par de semanas usándolo no le he encontrado ni una pega importante al Logitech G715, un teclado inalámbrico en formato TKL que resulta ideal tanto a nivel funcional como estético.
Todos los asistentes a la presentación del teclado (y el resto de la colección) coincidiamos en que se trataba del periférico más bonito de todos los que hemos visto en todos estos años de auge del gaming.
La estética de teclados comerciales para jugar suele estar entre el color negro con RGB estridentes o diseños excesivamente recargados, de líneas agresivas y considerablemente horteras, para qué nos vamos a engañar.
Y no es que se hayan hecho esfuerzos mastodónticos para que estos nuevos productos sean realmente bonitos, la marca sencillamente se ha limitado a no volverse loca recargando el diseño. De hecho el Logitech G715 es totalmente blanco con las teclas multimedias en violeta. Al menos cuando lo sacamos de la caja, porque una de las claves de la colección Aurora es la personalización.
Todos los periféricos de la colección se pueden personalizar. Concretamente el G715 tiene disponibles key caps y placas superiores en colores rosa y verde. Cambiar ambas cosas es pan comido. Las teclas basta con sacarlas con la herramienta correspondiente para ello o simplemente tirando con los dedos. En el caso de la placa superior es aún más fácil porque está imantada, basta con levantar la que el teclado incluye y poner la nueva. Los precios de estos complementos son de 39,99 € para las teclas y 19,99 € para el frontal. La personalización es relativamente limitada pero se agradece poder darle un toque de color al teclado si nos cansamos del blanco pasado un tiempo.
Sin salir de lo físico hay que añadir que el teclado cuenta con lo mínimo. Unas teclas multimedia, unas teclas para cambiar entre dispositivos, activar el modo juego y controlar el brillo del RGB, un conector USB-C para cargarlo, un botón de apagado y patas inferiores en dos alturas. Además se incluye un reposamanos en forma de nube que resulta más cómodo de lo que parece a primera vista.
La conectividad del teclado es Lightspeed y bluetooth. La primera es la tecnología propietaria de Logitech que asegura conexión rápida sin ningún tipo de retraso en la pulsación y requiere del conector que incluye el teclado. Al contar también con bluetooth es posible tener el teclado conectado a dos dispositivos y cambiar entre uno y otro con un toque. Esta funcionalidad es realmente una pasada y puede suponer un motivo de compra para depende de qué usuarios. Tener el teclado conectado por Lightspeed al PC de sobremesa y por Bluetooth a una tablet o un portátil que tenemos sobre el escritorio al mismo tiempo es una pasada, además el salto entre dispositivos es inmediato y funciona como un tiro.
El teclado cuenta con los switches de Logitech de tipo clicky, lo que significa que al tacto son bastante suaves de pulsar, no hay rastro de pulsaciones fantasma y el sonido que hacen es el clásico sonido cliché en el que pensamos cuando nos viene a la cabeza teclear en un teclado mecánico, ruidoso y satisfactorio.
Volviendo de nuevo a lo estético conviene pararse un momento en el RGb de este teclado. Que cada marca tenga una tipo de RGB supuestamente único y diferenciado únicamente por el nombre que decidan ponerle no suele significar que haya diferencias entre unos teclados y otros. Esto suele ser lo normal, pero en el caso de Lightsync no puedo negar que sigo fascinado con el brillo, la saturación y la fluidez que consigue. Resulta hipnótico explorar las distintas animaciones que se pueden configurar desde G Hub, el software de personalización de Logitech. Hay una buena colección entre las que elegir y todas aportan al teclado mucha vida y color, viéndose la iluminación con claridad incluso en entornos ya iluminados. Por supuesto es posible configurar nuestras propias animaciones y pasarnos horas asignando a cada tecla un comportamiento y un patrón de colores que reaccionen a las pulsaciones o que vayan cambiando automáticamente.
Conclusión
Personalmente no he sido capaz de encontrarle ningún punto negativo a este teclado que es lo más cerca que he estado nunca de lo que me imagino será adrentarse en el mundo de los teclados personalizados. Es estéticamente cautivador, funciona a la perfección, tiene el tamaño justo para no prescindir de nada importante y su uso es cómodo y efectivo.
Solo quedaría cuestionar que la intención de ser más inclusivos en Logitech se limite a los colores pastel y a una campaña de marketing con jugadores racializados y poco más. Quizás no sea la mejor manera de vender como inclusivos periféricos de más de 200 euros, pues no son precisamente accesibles para todo el mundo. Pero al final esto no deja de ser una campaña de publicidad chocando con lo verdaderamente interesante del producto, que es su funcionalidad. Además la intención de abrirse a otro tipo de estéticas y gustos siempre es de agradecer.