Hannah Montana sabía lo que se hacía cuando decía que vivía lo mejor de dos mundos. Cuando eres adolescente tienes toda clase de horizontes abiertos a ti, tanto como para expandir tus brazos y disfrutar de muchas cosas sin ningún tipo de compromiso. Pero cuando creces aprendes las cosas que quedan lejos de tu mano, las consecuencias de tus actos y muchas veces lo que ni siquiera podemos controlar. Queremos vivir lo mejor de varios mundos, pero sólo podemos conformarnos con lo que nos ofrece el nuestro.
Max tuvo que elegir uno de esos mundos en el 'Life is Strange' original. Su decisión, que quedaba en manos del jugador, crearía también una grieta en la comunidad que separaría ambas opciones como posibles mundos dentro de la cabeza de muchos. Cuál de los finales se consideraba canon ha sido un tema de debate durante casi una década. Cualquier respuesta que pudiese dar Deck Nine iba a ser polémica.
Cuando Square Enix anunció la llegada para este mismo año de 'Life is Strange: Double Exposure' todos los fans supieron que se acercaba una tempestad devastadora. Si Max volvía como protagonista es que se iba a escoger uno de los dos mundos. Y yo, como crítico, lo temía por motivos distintos que se han acabado cumpliendo: cuánto se centraría la comunidad en ese punto e ignoraría el resto del juego como obra independiente.
Ahora que hemos crecido no se nos permite vivir lo mejor de esos dos mundos, como le pasa a Max en esta aventura.
Retorno de los traumas
Max, la protagonista del primer 'Life is Strange', ha crecido. Los días de instituto quedan lejos para ella, con todos los traumas que conlleva, en lo bueno y en lo malo. Su orientación sexual, por ejemplo, la tiene bien clara ahora y no necesita una amiga para descubrirse a sí misma. Incluso está orgullosa de ser bisexual, y se codea con gente de la comunidad que la acepta como es y ella a los demás.
Pero con lo bueno viene lo malo. Max tiene muchos traumas pendientes por tratar a causa de los poderes sobrenaturales con los que contaba en la adolescencia. Su capacidad de viajar en el tiempo ha afectado a sus relaciones, sus amistades y sus amores. Ha atravesado la vida con dificultades y ningún psicólogo le puede explicar por qué la vida es tan extraña. De hecho no ha vuelto a tener acceso a sus poderes para alterar el tiempo: sea por un bloqueo emocional o por extraños caprichos del destino, no puede volver atrás para cambiar las cosas.
Es algo con lo que debe lidiar en el momento en el que su vida vuelve a ponerse patas arriba de una forma semejante. Alguien muy importante en su vida actual es asesinada, con todo el trauma que despierta en Max y sus amigos. La policía no parece avanzar con éxito en su investigación, su puesto de trabajo cuelga de un hilo y la pena es demasiado grande. Es especialmente dejar ir a alguien cuando antes podías evitarlo.
Sus nuevas frustraciones le llevan a descubrir un nuevo aspecto de sus poderes que nunca había investigado antes. En vez de viajar atrás en el tiempo, Max descubre que las líneas temporales son espectros en el espacio con colores diferentes para definirlos. Con esfuerzo y trabajo emocional puede atravesar la barrera que le separa de un mundo alternativo en el que su amiga no ha sido asesinada, donde las cosas son distintas. Pero entregarse a este escapismo tiene consecuencias, y la aventura completa de Max llevará a que se pregunte si el precio de las mismas es válido o no, y si las lecciones que aprendió del primer juego fueron las correctas o no.
No muchas opciones
Esta aventura está pensada para los fans de la saga o, al menos, aquellos ya familiaruzados con su historia. Toda la obra se centra en la historia y la relación entre los personajes, y con ello contentar a los fans contestando a las preguntas que muchos se hicieron acerca de la vida de Max tras la primera entrega. Es altamente recomendable haber jugado esa primera parte de antelación, aunque no es necesaria ninguna de las entregas posteriores para disfrutar al completo de este último capítulo.
Cada una de las entregas ha jugado con una mecánica principal propia a modo de magia extraña. A la manipulación temporal y la percepción de las emociones ahora podemos sumar la de esta entrega, la percepción de diferentes líneas temporales. Max puede activar sus poderes para ver en forma de luces azules y amarillas las diferencias entre las dos líneas temporales entre las que puede viajar. Distinguiendo esas diferencias, como personas en ubicaciones diferentes u objetos movidos de su lugar, Max podrá resolver puzles y misterios en torno a la universidad en la que trabaja.
Las localizaciones por las que podemos movernos libremente no son numerosas. Los desarrolladores de Deck Nine han aprovechado cada lugar al máximo para poder sacar provecho de la historia y los recursos de los que disponen. Donde se nota desgraciadamente es en los coleccionables, los cuales toman forma de fotografías de Polaroid distribuidos por el mapa. Apenas hay unas pocas en cada capítulo del juego y no aportan mucho de por sí; contar una pequeña historia a través de estas ilustraciones era una buena idea, pero no se aprovecha a su máxima expresión ni en el número de fotografías disponibles ni en lo que cuentan.
Max está al máximo
La rejugabilidad del título es, además, escasa. En caso de no hacernos con las fotografías no tendremos muchas más opciones para alargar la vida de nuestra partida: tenemos algunas elecciones pasivas para alargar la experiencia, como hacer de recadero o no para alguien, pero los cambios son pocos al final ni aportan una gran experiencia. Lo único que queda son algunos trofeos o logros para la cuenta de la plataforma en la que jugamos.
En total la aventura de Max nos da entre seis y ocho horas de entretenimiento. El valor de estas reside en el disfrute de la trama y los personajes, y puede ir ligado a las expectativas como fan. Antes del lanzamiento Square Enix permitió el acceso a los dos primeros capítulos a aquellos que adquiriesen la edición especial del juego. No entraremos en spoilers, pero una parte de la comunidad ha sido muy ruidosa acerca de ciertos apartados relativos a sucesos pasados.
Este sector puede tener razón o no, pues el disfrute de la saga al completo depende de tus expectativas relativas a Max y sus acciones en el primer juego. La trama y el misterio con el que juega la obra funcionan independientemente de ese aspecto, se apoyan al completo sobre la personalidad de Max y su encanto como un personaje que sobrevivió al instituto como lo haría cualquiera de nosotros.
Conclusiones
'Life is Strange: Double Exposure' tiene muchos problemas consigo. Su nivel de jugabilidad e interacción es más limitada que en su entrega anterior, los coleccionables y decisiones son poco numerosos y aporta poca rejugabilidad incluso diferenciándose con respecto al resto de juegos de la saga. Aun así, los personajes y la historia no son uno de esos problemas: es apasionante la historia de Max y cómo afronta la vida adulta, además de una diferente perspectiva para hacer frente a los traumas a los que tuvo que hacer frente cuando era más joven. Sólo por eso merece la pena visitar en una partida rápida estra entrega.